De Framber Valdez a Michael Ynoa y el riesgo del test físico
Superar el examen médico, tan crucial como tener el talento
Era mediados de 2014 cuando Luis Ramírez viajó a Palenque, San Cristóbal, a evaluar adolescentes que llevaría a su academia, en Guayacanes, cuando vio un lanzador zurdo “aparando” que le llamó la atención y quiso verlo de cerca.
Ese pitcher era Framber Valdez, tenía 20 años y ya seis equipos se habían interesado en él, aunque todos lo había rechazado porque los exámenes médicos avanzados revelaban la existencia de una “sombra” en su brazo.
Valdez trabajó seis meses con Ramírez hasta que una tarde, mientras el scout Román Ocumárez regresaba de un try-out en el Este se detuvo, hubo que encender hasta luces de carros para iluminar, y tras ver seis lanzamientos decidió firmarlo por US$10,000. “No hay que hacer nada”, recuerda que dijo “Ocu”.
Valdez, hoy con 29 años, es parte de la rotación de los Astros desde 2018, en 2022 fue el lanzador que más trabajó en la Liga Nacional (201.1 entradas y fue quinto en las votaciones al Cy Young) y marcha a la cabeza en la actual (53 IP). Casi 15 años después de que los escáneres advertían del riesgo, el zurdo ha derribado ese pronóstico.
Ramírez, cuyo programa A Otro Nivel opera en un remozado complejo en Mendoza, lamenta que en la industria de fichaje no haya un espacio para una segunda opinión o contrastar pruebas cuando el informe médico del equipo determina que hay una lesión oculta o que arrojó positivo a una prueba de dopaje.
“No hay estancia para reclamar. Si te dicen que tiene una sombra es su palabra. Son juez y parte. No es que yo pueda llevar el pelotero a un médico y comparar exámenes, no, es lo que ellos (los equipos) digan. Igual pasa si te dicen que el joven dio positivo (a dopaje), si le llevas una prueba y está limpia, no vale, la palabra que vale es la de ellos”, dice Ramírez.
El cedazo final
Superar la prueba física está establecida en el contrato que rubrican los prospectos, también los futbolistas o cualquier otro atleta profesional. Es la forma de los clubes asegurarse de que la inversión que realizarán tiene menos riesgo.
En julio de 2009, los Cardenales habían firmado al jardinero Wagner Mateo por US$3.1 millones, pero en septiembre lo anulaban, solo informando porque no superó la prueba médica, donde encontraron dos problemas, uno “preexistente”. Trascendió que el joven tenía dificultades en un ojo.
El talento se mantenía, pero su valor se derrumbó. Eventualmente los Diamondbacks lo firmaron por US$512,500, pero su carrera terminó en 2014, los últimos dos años probando suerte como lanzador, sin nunca superar Clase A.
En 2008, Oakland entregó el que se mantiene como bono récord para lanzador dominicano; US$4.2 millones a Michael Ynoa. Los problemas en el brazo comenzaron a notarse tan pronto se reportó a la academia en La Victoria ese otoño y fue en 2010 que pudo hacer su debut profesional. Tras nueve entradas en la Liga de Arizona (novatos) se determinó realizarse la cirugía Tommy John y regresó a la acción en 2012, pero en su carrera nunca ha trabajado una campaña con más de 75.2 innings.
Dudas por las bajas
Pero entre los entrenadores reina la creencia de que el fallo en esa prueba, en ocasiones, es una forma de los clubes bajarle el tamaño al bono que entregarían.
Un preparador, que antes trabajó como scouts, aseguró a DL que tenía un pelotero apalabreado con un equipo en US$1.6 millones para enero de 2022. Pero tras la rúbrica había aparecido un tema de salud y el equipo quería bajar la firma a US$800,000, lo que el apoderado del jugador rechazó y pudo conseguir con otro equipo por US$1.2 millones.
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