La caída estrepitosa del entretenimiento por la pandemia
Productores aseguran que la quiebra es inminente; el Gobierno no ha establecido protocolos para la vuelta paulatina a los escenarios, que estaba prevista para agosto
Esta historia es parte del especial “La música y el ocio en la era covid” de Diario Libre, realizado por Severo Rivera, Daniela Pujols, Jeury Frías y Mariela Mejía. Puedes leer las demás historias en los siguientes enlaces: Grandes escenarios reducidos a la pantalla por un virus • Las surrealistas maneras de volver a un concierto en la pandemia • Música urbana dominicana: la evolución de un género controversial y marginado • La música en streaming versus el retorno de los discos de vinilo
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El año 2020 era prometedor para el mundo del espectáculo en la República Dominicana. Le antecedió un 2019 con notas altas, con presentaciones de artistas de alto calibre como Luis Miguel, José Luis Perales, Bad Bunny y Daddy Yankee, y el evento The Paradise en Cap Cana para los amantes de la música electrónica. La agenda de espectáculos pretendía superarse con Soda Stereo, Chayanne y Gwen Stefani, como parte de los artistas que pisarían tierra dominicana este año.
Pero la pandemia del coronavirus y su distanciamiento social han pausado todo. En cifras actuales, el país suma más de 93,300 casos confirmados y sobre los 1,640 fallecidos. A nivel mundial, el COVID-19 ha infectado a más de 24.5 millones de personas.
Por tal razón, desde marzo, los artistas y productores de espectáculos han estado atados de manos y pies, teniendo como escape algunos conciertos vía streaming por paga o patrocinados por empresas.
Aunque la anterior gestión presidencial del peledeísta Danilo Medina pronosticó al comienzo de la reapertura económica una vuelta paulatina a los escenarios a partir de agosto, durante el cumplimento de la fase 4, esto no se logró por el incremento de los casos. El nuevo Gobierno, asumido el 16 de agosto por el perremeísta Luis Abinader, no ha fijado otra fecha.
La “quiebra” del espectáculo nacional en 100 %
Cuando no existía el término COVID-19, Luis Medrano, uno de los productores más prolíficos del país, llevaba a los principales artistas dominicanos de todos los géneros a cada rincón de la media isla en festivales, conciertos, eventos deportivos, culturales, carnavales y celebraciones de fiestas patronales.
Pero desde el pasado 18 de marzo no ha vuelto a trabajar. En conversación con Diario Libre, dice que ve el panorama desolador y se atrevió a asegurar que el entretenimiento está 100 % quebrado.
Amable Valenzuela, otro experimentado productor de eventos, recuerda que, cuando se empezaron a aplicar las medidas de restricciones por el COVID- 19, tenía en agenda los eventos de verano de Semana Santa en Boca Chica, con varias presentaciones artísticas en la playa de los géneros salsa y merengue.
Además, estaba en carpeta el concierto “Inagotable”, del merenguero Alá Jazá, eventos corporativos, un concierto denominado “Salsa RD vs Salsa Puerto Rico”, con los salseros Michel el Buenón y Héctor Tricoche, en Hard Rock Café Santo Domingo -aunque estos dos últimos shows serán reprogramados para noviembre y diciembre-, y su tradicional evento “Los monarcas” para despedir el año el 31 de diciembre.
“Las pérdidas ha sido millonarias por las cancelaciones y suspensiones de los eventos que teníamos en carpeta”, se lamenta Valenzuela.
Esta situación trae otros efectos colaterales. Medrano abunda en que perjudica la venta de combustibles y en restaurantes -esto después de que la gente sale de los eventos a comer-, y afecta todas las empresas de bebida de consumo masivo.
En las discotecas y bares, espacios mayormente cerrados y con una cantidad límite de personas que facilitan las aglomeraciones, no se escucha el bullicio y la música bailable que atraía a los visitantes, quienes deben permanecer en sus casas por el prolongado toque de queda nocturno dispuesto por el Gobierno.
La popular discoteca Jet Set, ubicada en la avenida Independencia, es uno de los sitios de mayor prestigio en el entretenimiento local desde hace 45 años. El espacio desarrollaba el tradicional Lunes Bailable de Jet Set, con artistas locales e internacionales del género tropical que incluye el merengue, la salsa y la bachata, y los urbanos, pero ahora mantiene sus puertas cerradas. Mientras tanto, presenta por Telefuturo, canal 23, todos los lunes, así como por Roku TV, los shows artísticos que han sido grabados durante años.
Igual situación tiene Euphoria, una de las discotecas más conocidas de la movida avenida Venezuela, en Santo Domingo Este, donde se presenta la mayoría de los exponentes urbanos.
La Ciudad Colonial también ha sido muy afectada por la cantidad de bares cerrados que hay y los altos costos de alquiler. Algunos han cerrado sus puertas de forma definitiva.
Medrano y el veterano productor artístico Raphy D’Oleo estiman que el país ha dejado de percibir alrededor de RD$1,000 millones del entretenimiento por las medidas que ha acarreado la pandemia.
Medrano considera que el problema es más grave de lo que se piensa. No solo son los artistas y productores; admite que es un movimiento mucho más amplio que abarca a bailarines, maquillistas, peluqueros, diseñadores, fotógrafos... “Es una caída estrepitosa que ha sufrido el entretenimiento en todas sus manifestaciones”, se lamenta.
De acuerdo con cifras de la última Encuesta Nacional de Consumo Cultural de la República Dominicana, realizada en 2014 por el Banco Central, el gasto en lugares y eventos culturales ascendía en ese entonces a RD$837.6 millones de pesos, aproximadamente.
Del total gastado, 52 % correspondió al cine, 19 % a eventos artísticos, 12 % a visitas a los museos y 10 % a teatros. El restante 7 % se repartió entre parques nacionales, lugares históricos, bibliotecas u otro lugar.
“Opinar sobre números reales es difícil, pues el mercado informal de la música es más del 80 por ciento del total, y esto se comprobó con la pandemia, cuando la mayoría de las empresas del espectáculo no pudieron inscribir a sus empleados en Quédate en Casa y Fase al no estar registradas en la TSS (Tesorería de la Seguridad Social)”, señala D’Oleo.
Con pesimismo, Medrano pronostica que, si no apoyan la crisis del entretenimiento por la pandemia, “desaparecería” la identidad nacional y el folclor: el merengue y todas sus fusiones, la bachata en todas sus manifestaciones, festivales de atabales, los salseros y el ritmo emergente de la música urbana.
“Hay que ver a partir de dónde las empresas del sector privado y el Estado van a empezar a pensar en la permanencia de la cultura”, dice.
Aunque resuenan más los grandes espectáculos en espacios como el Teatro Nacional, Bellas Artes, Estadio Olímpico, el Palacio de los Deportes, Estadio Quisqueya, Anfiteatro de Puerto Plata o Altos de Chavón, los pueblos son igualmente afectados.
La razón es que las tradiciones religiosas y culturales, como las fiestas patronales, tienen el complemento de las presentaciones artísticas en los parques de las ciudades.
Aunque no tiene que ver con el calendario litúrgico, en 10 o 12 días el movimiento económico se incrementa por los viajes de los compueblanos, la venta de alimentos y bebidas alcohólicas, y la contratación de artistas.
Otra de las actividades son los festivales gastronómicos.
“Imagínate llevar entretenimiento a 245 distritos municipales y 32 provincias. Todo está detenido”, apunta Medrano. Y reitera: “El entretenimiento está cien por ciento quebrado”.
Se queja también del problema de los impuestos en inactividad. “El Gobierno tiene que saber que eso de pagar impuestos...; la gente que vive de esto como sonido, luces, tarima, fuegos artificiales, bailarines, artistas, no tienen de dónde producir para pagar lo que debían. Ahora mismo esa gente está devolviendo todo o pagando al banco, además de las tarjetas de crédito”, argumenta.
El fundador del “Emporio Luis Medrano” insiste en que debe haber una reingeniería de tal magnitud que el Estado tendrá que asumir el 100 % del entretenimiento tan pronto como mejore el COVID-19.
Eventos en carpeta y poca rentabilidad de conciertos virtuales
Para D’Oleo, el coronavirus ha afectado de manera total y no ha permitido ninguna posibilidad de realizar un negocio rentable incluido lo virtual.
Su empresa tenía programadas dos actividades mensuales hasta noviembre y por lo menos 20 en diciembre. Pero solo reporta un evento el 2 de enero, otro el 2 de febrero y uno en marzo.
Por el momento, entre sus planes solo estima la realización de conciertos virtuales hasta noviembre y, si las autoridades y la pandemia lo permiten, presenciales y virtuales en diciembre.
Atrás quedó ese 2019, un año que evalúa como bueno en materia de eventos realizados. Pero en este 2020, D’Oleo declara que la industria de la música y el espectáculo atraviesa por la peor crisis de su historia, y vaticina que la lentitud de su recuperación propiciará la desaparición del “70 por ciento de los estamentos e individualidades que interactúan en ella”.
También deplora que el movimiento económico en el negocio musical funciona como centrífuga, “solo hacia adentro”, esto, según explica, porque la mayor parte de lo producido va a manos particulares y la evasión impositiva es muy alta, contrario al renglón cine, que está amparado en una ley que garantiza incentivos.
Diario Libre solicitó al Banco Central datos económicos sobre el aporte de las actividades culturales al Producto Interno Bruto (PIB), pero al cierre de este reportaje no se había recibido el informe. Sin embargo, D’Oleo sostiene que números del ente estatal cuantifican que la Cultura aportó el 1.5 % del PIB (unos RD$7,200 millones), de los que RD$4,000 millones corresponden al cine, una cifra superior a la que estima mueve la industria musical.
“Los indicadores a medir son, entre otros, publicidad, derechos de autor, negocios editoriales y musicales, radio, televisión, lugares de diversión y colaterales de la industria musical, los cuales no tienen la consistencia necesaria para deducir números creíbles, y solo un bajo porcentaje de lo producido por esos indicadores pueden considerarse como aportes al Producto Interno Bruto del país”, analiza.
Valenzuela está a la expectativa de lo que sucederá con el desarrollo de la pandemia y las medidas sanitarias. Mientras tanto, se animó a presentar propuestas streaming por Viva Live TV, su nueva plataforma de conciertos de la productora Valenzuela Streaming RD.
Las alabanzas cristianas también en pausa
Otra importante plataforma son los eventos cristianos. Hairo Familia, un joven productor artístico, señala que bajo su organización tenía tres eventos, y uno que se proyecta para febrero del 2021 también peligra.
“Tenía uno para agosto llamado Worship Night en el Pabellón de la Fama del Centro Olímpico. Y uno en diciembre en el auditorio de La Gran Comisión”, comenta apesadumbrado a Diario Libre.
A pesar de la situación, dice que logró resguardarse para los tiempos de las “vacas flacas”, tomando el ejemplo bíblico. “Al finalizar el año (2019), hicimos buenos eventos que nos permitieron resguardarnos e invertir en otros proyectos, y eso nos ha permitido salir a flote”, afirma.
En medio de la crisis, Familia observa que la música, en lo digital, ha aumentado, y eso les ha permitido a los artistas y productores, no solo de eventos sino también musicales, recibir regalías por sus obras literarias y sus eventos vendidos en todas las plataformas streaming.
Familia, propietario de Heaven Productions, recomienda a otros trabajadores del arte que traten de hacer la inversión prometida y que creen conciencia en la población sobre la necesidad de disminuir la pandemia para que retornen los eventos.
Como incentivo para la recuperación, pide que, a la hora de solicitar un pabellón o algún auditorio público, el Gobierno exonere los impuestos o haga una reducción en el costo.
En el país se han presentado con éxito artistas cristianos como Redimido, Lilly Goodman, Marcela Gándara y Jesús Adrián Romero, y figuras como el orador motivacional Dante Gebel, entre otros.
Los actores quieren volver
Considerando que ya los vuelos comerciales han comenzado a funcionar desde julio pasado, el teatrista Juancito Rodríguez pide que se reabran los teatros con medidas de protección para evitar el COVID-19.
El actor y productor Luis José Germán, que ha producido las piezas teatrales “Toc-Toc” y “Cada oveja con su pareja”, apoya a Rodríguez para reactivar el teatro, aunque considera que no es el momento por el incremento de casos de contagios y muertes por el virus.
Aunque muchos apostaron a las plataformas digitales para difundir las obras, esta no es la realidad de todos los creativos de las tablas. Este año, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo quedó reducida a una feria digital con charlas y conferencias.
Mientras que el Festival Internacional de Teatro, festivales culturales en las provincias, la Bienal de Artes Visuales, una amplia cartelera de obras de teatros y musicales, entre otros eventos, fueron suspendidos.
La productora de teatro Gianni Paulino propone una salida: las presentaciones al aire libre. “Un público sentado a distancia en un espacio al aire libre, respetando el protocolo de protección contra la pandemia; entradas y salidas separadas, compra de boletas digitales, entre otras medidas, permitirán la protección del público y la rentabilidad de la obra, porque podrá asistir un mayor número de personas, y sobre todo llevar arte y disfrute para aquellos que anhelan una vida social después de meses de encierro”, analiza.
Mientras tanto, el área del cine ha vuelto a las grabaciones con las debidas medidas de higiene. Hace días terminó el rodaje de “La vida de los reyes”, la película biográfica de los humoristas Raymond Pozo y Miguel Céspedes, bajo la dirección de Frank Perozo y la producción de Caribbean Cinemas.
El Ministerio de Cultura ni el Gobierno en sí han ofrecido detalles de una vuelta paulatina a los escenarios.
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