Hayanny Santana: el testimonio de una guerrera contra el cáncer
La joven madre y profesional ha superado tres tipos de cáncer; llama a las mujeres a tocarse y a no descuidarse
Esta historia es parte del especial “Cáncer: metástasis de una población enferma” que publica Diario Libre a propósito de celebrarse este 19 de octubre el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama. Este especial es realizado por Tania Molina, Rossanna Figueroa, Yulissa Álvarez y Alexa Olivero.
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Con apenas 37 años, Hayanny Santana Cordero ha librado tres batallas contra el cáncer: uno de ovario, del que devino; además, un tumor recto perineal, otro de mama y el más reciente de tiroides.
Hoy, esta joven profesional, madre de una niña de siete años, se declara libre de cáncer y a todo pulmón proclama que es una “guerrera de la vida”. La primera noticia de que padecía de cáncer de ovarios la encontró con apenas 22 años de edad.
Su deseo de vivir la ha llevado a librar tres cruentas batallas contra el cáncer y a aceptar la condición especial de su única hija, Hayanny Zoe Guzmán Santana, diagnosticada con parálisis cerebral congénita, fruto de haber nacido a los seis meses de gestación y no haber podido completar su proceso de desarrollo.
Pese a eso, es optimista y no cesa en proclamar: “Confío en que mi Zoe también saldrá de todo esto y será una niña con sus funciones normales”. A su corta edad, ha sido intervenida quirúrgicamente 22 veces.
La tercera afección de cáncer de Hayanny es reciente. Se trata de sus tiroides. Ya fue sometida a una cirugía, a terapias y a un tratamiento de reemplazo hormonal. Sus médicos pronostican que no tendría mayores inconvenientes en el futuro.
Santana Cordero es licenciada en Administración de Empresas, egresada de la Universidad Católica del Este (Ucade). Antes de la pandemia por el coronavirus, se desempeñaba como encargada de Recursos Humanos en una empresa de la zona turística de Punta Cana. A siete meses de haber sido sometida a la suspensión laboral obligatoria, por el cierre temporal del establecimiento, decidió emprender un negocio de gastronomía doméstica, lo que dice le genera mínimamente los recursos para sostener la calidad de vida de su hija y cumplir con los compromisos del hogar. En Higüey, su tierra natal, es muy reconocida por los ponches caseros que llevan por nombre “Zoe”, y que se “convierten” en un toque de queda en la temporada navideña.
Al ser octubre el Mes de la Lucha en contra del Cáncer de Mama, Diario Libre ha querido contar la historia de vida de Hayanny Santana Cordero, una valiente sobreviviente que ha resistido 30 procesos de quimioterapias, 60 de radioterapias, tres cirugías y tratamientos recurrentes.
Su proclama hacia sus iguales, mujeres que no han experimentado la amarga hiel del cáncer, es: “Debemos siempre estar atentas a nuestro cuerpo, tocarnos, conocernos, saber cuándo experimentamos cambios hormonales, cualquier cosa que vean extraña, eso puede cambiar la vida”.
Y dice más: “A veces una simple bolita, pequeñita, te pude tener invadida completamente y en algunos casos no deja tiempo para revertir el daño. Cada día es en contra de nosotras, si no tomamos conciencia de nuestro cuerpo. Mientras más rápido lo podamos detectar, más podremos vencer el cáncer”.
El testimonio de una guerrera
“La primera vez que me dijeron que estaba libre de cáncer fue cinco años después. Era un cáncer de ovarios. Fui examinada en septiembre de 2004 y diagnosticada en noviembre de ese año, cuando el médico me dio la noticia”, rememora.
A seguidas, agrega: “Luego, en 2011, volví a tener cáncer, esta vez de mama, y me declararon libre de la enfermedad seis años después. El año pasado (2019), volví a comenzar a tener otra situación; esta vez de tiroides. Me hicieron cirugía total, la extrajeron y estoy tomando pastillas de reemplazo hormonal, pues mis células presentaron cambios”.
Son tres episodios que han marcado su vida completamente de forma diferente, porque cada uno de ellos encierra un ciclo de su vida y un círculo que, a fuerza de voluntad, logra romper y resurgir como el Ave Fénix.
Comenta que de los procesos que ha tenido que enfrentar, el más leve ha sido el de tiroides. Conocedora y exploradora de su cuerpo, la joven mujer confiesa que comenzó a sentir una molestia en la garganta, que le impedía tragar bien, por lo que se adelantó a pedir a su doctor que le realizara un chequeo de las tiroides.
“El doctor se sorprendió mucho, porque presentaba un nivel tres en el cambio de las células. Me dijo que yo conocía muy bien mi cuerpo”, expresa.
Un fuerte episodio
Para Hayanny, la declaración de cáncer de ovario se convirtió en el más fuerte de los episodios que ha tenido que enfrentar en su intensa lucha contra esa enfermedad.
“El primer episodio fue el más fuerte, porque tenía un buen tiempo con un problema de salud que no identificaba. Fui al ginecólogo y me diagnosticó con cáncer de ovario, por lo que me hicieron una cirugía, me extrajeron el ovario afectado y la biopsia determinó que tenía cáncer”, recuerda.
Mantiene fresco ese momento de su vida, estaba terminado la universidad, incluso, tomando los exámenes finales. Ese diagnóstico y el proceso duró alrededor de dos años, por lo que no pudo graduarse junto a su promoción.
“Unos dos meses antes me puse muy mal, no pude terminar la universidad en ese momento. Pasé dos años interna en la UCE, lapso en la que recibí 30 quimioterapias. Lo superé, con mucha gallardía, valentía y mucho coraje”, manifiesta.
Su cuerpo frágil y el alma lastimada en ese momento, no le permitía anidar otras aspiraciones más que la de mantenerse con vida. “Me desencanté de la universidad, porque no me pude graduar con mi grupo, pero un tío me motivó a terminar. Eso me inspiró y en 2011 terminé. Dos meses antes, me declaran con cáncer de seno”.
El segundo revés
Luego de retomar la universidad y decidir por obtener su anhelado título de grado, dos meses antes de la investidura nuevamente es diagnosticada con cáncer; esta vez, de mama.
“Ese fue un proceso difícil, porque cuando estaba esperando los resultados y me dicen que nuevamente tengo cáncer, para mí fue muy terrible (se aguan sus ojos), volver a pensar que iba a pasar por un proceso como el anterior. Dije: ´Tengo que continuar o me dejo vencer´, y tomé fuerzas para enfrentarlo. Confiada en que Dios me acompaña siempre, dije, me voy a operar, todo va a estar bien y me sometí a la cirugía'”, expresa con voz agridulce.
Luego de las quimioterapias, de volver a ver su pelo caer, unos cinco años después es nuevamente declarada libre de cáncer. En ese momento de su vida, ya había nacido su pequeña Zoe.
La encantadora Zoe
Cuando Hayanny supo que estaba embarazada, unos años después de haber contraído matrimonio, ya llevaba poco más de cuatro meses de gestación. Su embarazo fue muy breve, pues a los seis meses, los médicos tuvieron que tomar la decisión de desembarazarla, debido a complicaciones de salud.
“El embarazo duró unos seis meses y días. El doctor me dijo que no garantizaba que pudiera salvar a la niña, porque yo tenía la presión arterial elevada y presentaba complicaciones. Fue un embarazo difícil”, dice con voz entrecortada.
A seguidas, añade: “Le pedí al doctor que salvara a la niña, porque mi deseo era ser madre y no me importaba morir. Nació Zoe, con un peso muy bajo, apenas unas tres libras”.
A los tres meses, cuenta que observó que el desarrollo de Zoe no era igual al de los bebés de su misma edad y llegó a la conclusión que la pequeña presentaba alguna deficiencia en su organismo.
“Vi que tenía alguna deficiencia, porque no hacía lo mismo que los demás niños de su edad. La llevé a la Plaza de la Salud, y allá determinaron que realmente tenía una deficiencia, pero que no era tan severa, pero que le había afectado sus músculos y se manifestaba mucho en sus manos y en sus piernitas”, expresa.
Saber que su única hija tenía una deficiencia de esa naturaleza, literalmente la derrumbó. “Ese fue un proceso. No lo entendí de una vez, pero luego me di la oportunidad de comenzar a trabajar con ella, para mejorar su calidad de vida y de ella misma. Actualmente la pequeña lleva 22 cirugías; la más recientemente fue una reconstrucción de cadera, en la que le cortaron sus dos fémures, se los taladraron y pusieron placas, para que pueda caminar”, explica. Zoe está en el proceso de recuperación, pues ese episodio hace apenas algunas semanas.
“Zoe es fuerte, es una guerrera, sobre todo, es una luchadora. No tengo palabras cómo describirla, porque para mí es una guerrera. A nosotras nos llaman 'guerreras de la vida', porque ambas hemos aprendido de cada una; ella me ha hecho ser más fuerte y ha sido bien fuerte por mí”, dijo con una voz entrecortada y un brillo cristalizado en sus ojos.
La pandemia
Antes de la pandemia por coronavirus, Hayanny se desempeñaba como encargada de Recursos Humanos en una empresa en la zona turística de Punta Cana. Está suspendida desde que el país fue declarado en estado de emergencia.
Al principio, como la mayoría en el mundo, pensó que la pandemia iba a pasar rápido y que en unos meses todo volvería a la normalidad. Al transcurrir los meses, intuyó que sería un proceso más largo y que ella y su hija iban a necesitar más recursos para seguir viviendo, pagar los gastos del hogar y todos los compromisos que conlleva el estado de salud de ambas.
“Me di cuenta que iba a correr muchos riesgos si salía a trabajar fuera de la casa en medio de la pandemia, porque iba a exponer a Zoe. Una amiga me dijo que como cocinaba bueno, que emprendiera con la cocina. Ahora hago platos de comida que vendo a domicilio. Le doy gracias al Señor que me ha dado esa habilidad, y de eso nos estamos sustentado en estos momentos”, precisa.
El cuerpo nos avisa
“Debemos conocer nuestro cuerpo. El cuerpo nos avisa cuando hay algo que no es normal y que debemos identificar. A veces nos concentramos en otras cosas y no en nosotras mismas”, con esa reflexión, Hayanny hace un llamado a las mujeres, para que cuiden de su cuerpo y no lleguen a experimentar las experiencias que ha tenido que pasar.
Y dice más: “Yo creo que conociéndonos a nosotras mismas podemos determinar qué nos pasa como mujer, cuándo tenemos cambios hormonales, podemos ver algo irregular, que se toquen, que se revisen y vayan a su médico, cualquier cosa que vean extraña, eso puede cambiar la vida”.
Orientó a las mujeres a aprovechar las oportunidades que ofrece octubre, cuando múltiples instituciones del Gobierno y del sector privado, hacen operativos para realizar exámenes de mama.
“En este mes hay muchas instituciones que ayudan con programas preventivos. Es bueno que vayan si se hagan sus exámenes con el ginecólogo. Eso puede marcar positivamente nuestras vidas”, dice.
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