Consecuencias de no asistir de manera presencial a la escuela
Menor estímulo que puede generar un incremento de las desigualdades académicas y sensación de vacío emocional son algunas de las consecuencias que puede generar el modelo virtual de la educación, de acuerdo con la catedrática Patricia Matos Lluberes, que participa como firma invitada en este especial de Diario Libre sobre #LaExtrañaVueltaaClases.
Este artículo es parte del especial “La extraña vuelta a clases” de Diario Libre, realizado por Tania Molina, Ámbar Castillo y Beatriz Bienzobas. Puedes leer las demás historias en los siguientes enlaces:
La extraña vuelta a clases, en emergencia y con “tapabocas” / A kilómetros del internet / Sin tecnología y con poco tiempo, las preocupaciones de los padres-maestros / Profesor remoto: contrarreloj para adaptar el aula virtual / “Se requiere mucha formación en las metodologías tecno-pedagógicas para la enseñanza a distancia”
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La crisis sanitaria actual producida por el COVID-19 ha causado en nuestro país y en muchos otros el cierre de escuelas. Esta medida busca contener la pandemia y evitar que el virus se siga expandiendo. Aunque para algunos niños y adolescentes no ir a la escuela al inicio pudo ser motivo de alegría y hasta un gran alivio, la falta de asistir a ella podría traer consecuencias a largo plazo.
Todos sabemos, y en especial los educadores, que los principios innegociables en estos momentos son preservar la salud y seguridad de nuestros niños y adolescentes, pero también sabemos las ventajas para ellos que representa ir a la escuela. Esto incrementa sus habilidades socioemocionales, sus capacidades y el desarrollo de competencias.
En el plano académico, no asistir a la escuela de manera presencial puede incidir en los resultados de aprendizaje de nuestros niños. Para muchos de ellos el seguimiento individual y de cerca de parte de sus docentes es crucial en su aprendizaje. No recibir este acompañamiento individualizado puede incrementar las desigualdades entre los niños con diferentes ritmos de aprendizaje.
Los niños y adolescentes enfrentan un nuevo modelo de enseñanza. Esto requerirá de la adquisición de dispositivos y conexión a internet. No todas las familias disponen de recursos para esto, lo que se convierte en un obstáculo para seguir el aprendizaje desde la casa.
Muchos niños que se encuentran en etapas importantes de su desarrollo (iniciación del proceso de lectura y escritura, desarrollo del pensamiento lógico matemático) no tendrán la oportunidad de ser estimulados adecuadamente, ya que en muchas ocasiones las familias no cuentan con las competencias pedagógicas para apoyar el proceso educativo de sus hijos. En estas etapas del aprendizaje, el uso de recursos concretos es fundamental para apoyar el paso a un nivel de abstracción más alto.
Los profesores juegan un rol fundamental en este momento, promoviendo estrategias y orientando a las familias a desarrollar actividades con sus hijos que les permitan seguir desarrollando desde casa sus capacidades. Sin embargo, la educación en casa no siempre será color de rosa. Muchos padres que tienen que trabajar fuera o en teletrabajo no disponen del tiempo para acompañar a sus hijos en la educación desde la casa, lo que hará que en algunas ocasiones los niños se sientan desorientados y frustrados.
Es recomendable que las familias puedan aprovechar este tiempo para mejorar la interacción con sus hijos y dedicar a lo mejor aquel tiempo que no han podido dedicarle en el trajín del día a día. Con el apoyo de la escuela trazar un plan de trabajo que les permita continuar desarrollando competencias y habilidades blandas que tan importantes son.
El uso excesivo de pantallas y el ruido en el entorno pueden elevar los niveles de desatención en casa. Estando en casa se hace más difícil controlar este tiempo y los factores externos que puedan interrumpir el momento de estudio de los niños y adolescentes.
Diversas investigaciones destacan la importancia del espacio como un facilitador del aprendizaje y este espacio debe procurar equilibrio en el nivel de ruido, buena iluminación, comodidad, entre otras. No es la realidad de muchos niños dominicanos contar con estos espacios en sus hogares que garanticen un ambiente adecuado y propicio para generar aprendizajes.
En el aspecto socioemocional, no asistir de manera presencial a la escuela puede generar en los niños una sensación de vacío. Les hace falta compartir con sus amigos, con sus profesores y otras personas de la escuela. También para muchos niños la escuela representa un lugar seguridad, felicidad, cuidado y bienestar porque sus hogares no lo son para ellos.
Enfrentarse a un nuevo modelo educativo, al que no estaban acostumbrados, puede generarles estrés y ansiedad, además de que a esto se puede añadir el confinamiento en casa, que también incrementa estos niveles.
Es importante contar con apoyo psicológico que ayude a las familias a contrarrestar los miedos y que nuestros niños y adolescentes puedan salir lo menos afectados posible de esta pandemia.
En el plano socioeconómico, no asistir a la escuela de manera presencial aumentará las desigualdades existentes en nuestros niños y perjudicará especialmente a aquellos que viven en las condiciones más vulnerables. Es probable que esta situación amplíe la brecha social existente en la actualidad en nuestro país.
Muchos niños reciben en las escuelas el desayuno, el almuerzo y la merienda escolar. No asistir de manera presencial a la misma y que no se garantice la seguridad de sus alimentos puede provocar consecuencias severas en el desarrollo físico y el rendimiento académico de nuestros niños.
Otras consecuencias de que los niños no asistan presencialmente a la escuela están relacionadas a las actividades físicas. Al no asistir a la escuela y estar en casa, los niños están más tiempo sentados frente a la televisión o al computador y realizan menos ejercicios, lo que puede traer como consecuencia aumento de peso. Para esto es recomendable que las familias puedan realizar con sus hijos actividades físicas que incluyan bailes en familia, rutinas de ejercicios, entre otras.
Finalizo comentando lo importante que es que las medidas que han de tomarse garanticen la protección de nuestros niños y una educación de calidad para todos, utilizando los recursos disponibles y procurando poner al alcance de todos las tecnologías necesarias para que la brecha no se incremente. El rol de la familia es fundamental en este proceso, el de la escuela y el de toda la sociedad porque tal como plantea el filósofo y pedagogo español José Antonio Marina: “Los padres solos no pueden educar a sus hijos, hagan lo que hagan, porque no pueden protegerlos de otras influencias muy poderosas. Los docentes solos no pueden educar a sus alumnos, por la misma razón. La sociedad tampoco puede educar a sus ciudadanos, sin la ayuda de los padres y del sistema educativo. La intervención de padres y maestros es imprescindible, pero todos debemos conocer sus limitaciones y reconocer que en la tupida red de influencias en que vivimos, todos ejercemos una influencia educativa, buena o mala por acción o por omisión... Es imprescindible una movilización educativa de la sociedad, que retome el espíritu del viejo proverbio africano: para educar a un niño hace falta la tribu entera”.
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Patricia Matos Lluberes es decana de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU)
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