Violencia económica contra la mujer

Este tipo de abuso tiene una presencia muy significativa en las familias dominicanas

Foto. Bolívar Sánchez

SANTO DOMINGO.- Tuvieron el noviazgo que a ella le permitió decidir que él era con quien se quería casar. A los pocos días de la boda, él cambió. Por 10 años su esposo controló sus tarjetas de crédito, pagaba la luz, el teléfono y otros servicios; hacía la compra en el supermercado, le daba el dinero estrictamente necesario para cada gasto personal, se compraba yipetas nuevas mientras ella andaba en un carro de segunda y puso todos los bienes patrimoniales a su nombre. "Tú no necesitas", le decía.

La violencia económica que el esposo de "Susana" ejercía sobre ella se acompañó de maltrato verbal y, en dos ocasiones, físico. Ella dice que delante de sus amistades era el cooperador, quien pagaba las cuentas de todos, pero en la intimidad familiar se valía de una opresión financiera para doblegarla.

Aunque hay víctimas que no reparan en ella o no la denuncian, este tipo de abuso tiene una presencia muy significativa en las familias dominicanas. Según un informe dado a DL, de enero a junio del presente año las Unidades de Atención a Víctimas de Violencias de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales de la Procuraduría General de la República atendieron 1,032 casos de violencia patrimonial y económica.

La violencia económica es "toda relación en la que una pareja subordine, someta, domine y controle mediante la constricción, retención del acceso a la economía", situación que violenta "el derecho de comunidad de bienes", asegura la sicóloga Soraya Lara de Mármol, presidenta del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM).

La Constitución de la República, en su artículo 55, consagra que la unión entre un hombre y una mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar, genera derechos y deberes en sus relaciones personales y patrimoniales.

Cuando Susana cuestionaba a su esposo por su control económico, él le respondía que debía sentirse bien porque tenía un hombre que le suplía sus necesidades. En ese punto, Lara de Mármol alerta sobre no confundir. "Hay que aprender a diferenciar. Ser un hombre proveedor pone en evidencias sus buenas acciones e intenciones. De lo que él disfruta, los demás también. La familia prospera en comunidad familiar", dice.

La violencia económica es usada por quien la ejerce como un medio para sentirse poderoso, así controla a su pareja y a sus hijos, subordina y domina. Las propiedades mutuas o del cónyuge, por ejemplo, las distrae poniéndolas a nombre de familiares, o si tiene una empresa o negocio los bienes forman parte de la compañía y no son de la comunidad de bienes de la pareja.

El Código Civil, en su artículo 215, señala que los esposos no pueden, el uno sin el otro, disponer de derechos sobre los cuales esté asegurada la vivienda de la familia, ni de los bienes muebles que la guarnecen.

"Estadísticamente observamos en el mundo que el 96% aproximadamente de la conducta violenta la ejerce el hombre. El hombre históricamente fue socializado en su género masculino para tener el poder y el control, y sentir que es el único poseedor de los bienes familiares...Un hombre maltratador no deja de comer porque sus hijos no tienen que comer, la mujer se solidariza con los hijos y no come si ellos no han comido", dice Lara de Mármol.

¿Puede haber violencia económica sin maltrato físico?

"Vemos en relaciones de muchos años que puede reducirse significativamente la violencia física porque ya logró someterla y lo sigue haciendo por la económica. Esta es otra forma de violencia psicológica. Es un acto degradante y humillante del agresor. Además, es la forma más cruel de anular a su pareja", responde la presidenta del PACAM.

En el caso en que los cónyuges no gocen de buenas entradas económicas, la violencia económica se manifiesta cuando él deja de aportar y ella corre con los gastos del hogar. Así, la mujer carga con las deudas y es pasible de quedar con su crédito afectado. Este mecanismo permite al hombre lograr que ella termine dependiendo económicamente de él o que ella finalmente sea quien mantenga la familia a pesar de tener un salario inferior.

"Hemos tenido casos que cuando los hijos se han ido de la casa, ellos dejan de comprar los alimentos, ella no tiene qué comer y él almuerza en un restaurante o lugar de comida rápida de acuerdo a su posición económica, y luego llega a casa y le hace saber que almorzó", recuerda la directiva del PACAM.

Adiós al amor

El esposo de "Patricia" le daba RD$1,500 para una quincena. Si ella los gastaba y necesitaba más, la cuestionaba por mala administradora. Él optó por encargarse de las compras. Seis años con ese dominio y poco cariño, hizo que se esfumara la capacidad de aguante de Patricia y su amor hacia su pareja. Hoy están separados.

"Las finanzas personales, para bien o para mal, afectan las relaciones de la pareja. Cuando las cosas andan mal es difícil conseguir armonía en la pareja afectando esto las relaciones íntimas. Pero, cuando se exige sumisión económica el impacto es aún mayor", resalta el contador César Perelló quien se especializa en economía individual.

Perelló, también autor del libro "Finanzas personales", señala que el presupuesto de un hogar, hasta donde se pueda, debe ser manejado en forma conjunta. Comenta que cuando la mujer no es parte de ese proceso, significa que no es parte de la familia.

"Cuando se sabe manejar los ingresos se puede lograr las metas establecidas, se lleva una vida con menos problemas en la familia, las relaciones íntimas son más satisfactorias (y frecuentes) generando todo esto una mayor productividad que se traduce en prosperidad para todos", dice.

¿Cómo dejar de ser víctima?

Al igual que Patricia, Susana decidió separarse de su esposo luego de 10 años de matrimonio. "Hay que arriesgarse, ahora mismo estoy pasando ese proceso. Hay que tratar de buscar independencia", dice.

Ella reconoce que el sustento económico es lo que más ata a la mujer por temor a quedar desamparada. Lo dice porque en 10 años de matrimonio estuvo empleada y desempleada.

Para dejar de ser oprimida primero hay que reconocerse víctima; luego documentarse bien sobre las legislaciones sobre violencia intrafamiliar y de género y la comunidad de bienes (Código Civil, Constitución de la República...).

"La mujer debe concienciarse de que a mayor conocimiento sobre lo que le está sucediendo, mayor oportunidad de salir", concluye la presidenta del PACAM. 

¿Cómo saber si soy víctima de violencia económica?

Desde que se constituyó el PACAM en el 2003, algunas señales de violencia económica detectadas durante las consultas ofrecidas a unas 1,500 víctimas de diferentes tipos de violencia son:

- El hombre controla todo el dinero sin que su pareja pueda participar del beneficio común

- Él oculta lo que gana o dice una cifra inferior a la real

- A la consulta él suele ir bien vestido y con un buen vehículo; ella llega con ropa muy inferior a la suya

- El vehículo de ella está en mal estado o no tiene

- Algunos prefieren ir al supermercado a hacer las compras con la intención de tener control de los gastos

- El hombre puede elegir las mejores carnes y vinos para él, y para el resto de la familia carne de segunda o tercera categoría

- La mujer puede verse impedida de ir de compras o ir al salón de belleza; él prefiere acompañarla para supervisarla

- Si la mujer tiene un vehículo y no tiene para la gasolina, no puede moverse porque él dice no tener dinero. Si se daña el vehículo, no colabora para apoyarla en la solución de la situación.

- Si tiene acceso a una tarjeta de crédito adicional, él le pelea porque compró mucho

- La mujer tiene que suplicar para la compra de los uniformes y útiles escolares de los hijos,

para llevarlos al médico y comprar la medicina.