Vinculan el arte de los taínos con la cultura maya e inca

El antropólogo y ambientalista Domingo Abréu Collado planteó su tesis en una jornada científica efectuada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo recientemente

Domingo Abréu Collado en las Cuevas del Pomier.

Fruto de sus investigaciones antropológicas, el investigador dominicano Domingo Abréu Collado ha determinado que ciertas manifestaciones rupestres de varias cuevas de la República Dominicana reflejan identidad con las culturas maya e inca.

En ese sentido, expresó que debido a que los estudios arqueológicos y antropológicos no habían sido extendidos hacia la profundización en la observación de dichas manifestaciones, estas vinculaciones no habían sido tomadas en cuenta para hacer una mejor identificación de la procedencia de la cultura taína, llegando dichos estudios solamente hasta su filiación arawaca.

Abréu Collado, quien es encargado de Espeleología del Viceministerio de Áreas Protegidas y Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, participó en la XVII Jornada de Investigación Científica, efectuada en noviembre pasado, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde expuso acerca de las “Conexiones mayas en el arte rupestre taíno de la República Dominicana”.

Tras la disertación de Abréu Collado, la academia decidió profundizar más sobre el tema, por lo que convocaría a otro encuentro el próximo año.

“El método de análisis individual de miles de las figuras y formas en las evidencias pictográficas y petroglíficas, localizadas en las cuevas dominicanas, junto a la verificación de lo aparecido en cuevas de Centroamérica, más la búsqueda en los textos de los cronistas que tomaron contacto con culturas mayas, incas y nahuas en esa región, nos han permitido llegar hasta la identidad maya de muchos de nuestros conjuntos rupestres locales”, puntualizó Abréu Collado.

Dijo que esa conclusión plantea la idea de retomar los estudios arqueológicos y antropológicos con nuevas visiones y prácticas investigativas, proponiendo además una novedosa propuesta de enseñanza con mayor participación de campo, directamente en las estaciones rupestres de cuevas y otros lugares con este tipo de manifestación cultural.

“Plantea, además, volcarse hacia los textos producidos por cronistas, continuadores y estudiosos de las culturas maya, inca y nahua, en Centro y Suramérica, puesto que, lo producido en la Isla de Santo Domingo, resulta definitivamente insuficiente”, señaló.

Indicadores y señales

Para sustentar su tesis, Collado Abreú señaló: “Entre otras cosas –porque seguro que hay cientos de ellas– uno de los indicadores que muestran cierta identidad de la cultura taína con las principales culturas sud y mesoamericanas es el mito de sus orígenes, el mito del origen de cada una de ellas: Maya, Inca y Nahua, y su asociación con las cuevas”.

Dijo que la idea que asocia el origen del hombre con las cuevas procede de la concepción de enclaustramiento que sugiere la permanencia en la matriz materna, e indicó que esa misma idea se mantiene en muchos lugares de América, especialmente en México y Guatemala, donde se siente con mayor fuerza entre los descendientes mayas.

El antropólogo explicó que este sentimiento se hizo evidente y constatable entre los pobladores que encontraron los españoles al llegar a las islas del Caribe, principalmente al llegar a la isla nombrada Haití (Las Casas, 1517), y que después sería denominada por los españoles como La Española (Colón, 1492).

“Es decir, la primerísima versión de que la humanidad tenía su origen en una cueva la escucharon los españoles –por oídos de Fray Ramón Pané–, de boca de los aborígenes de La Española, de los taínos. Y fue luego, al continuar hacia el gran continente, de 1497 en adelante, cuando escucharon versiones similares –por oídos de Fray Bernardino de Sahagún, 1569–, de boca de los aborígenes mexicanos. Así, con 71 años de diferencia entre la labor etnológica de ambos frailes, y con diferentes interpretaciones también, la versión del origen de la humanidad procediendo de las cuevas, hizo su aparición entre las noticias que conmovieron al “viejo mundo” y que provenían del “nuevo mundo” recién descubierto”, enfatizó.

Dijo que esta versión genesíaca, algo menos creíble para los españoles que el menosprecio (o poco aprecio) que sentían los aborígenes de Haití por el oro, aparece en evidencias textuales de la época de la conquista en alusión a las cuatro grandes culturas americanas que asocian su origen a las cavernas: la cultura taína, la cultura maya, la cultura inca y la cultura nahua.

Manifestó que la civilización y cultura taína, la primera cultura que encuentran los europeos al arribar a Abya Yala (nombre admitido desde 1977 por el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas para lo que luego se denominó América), sostenía que su origen como pueblo y nación estaba en una caverna denominada Cacibajagua, tal como lo reportara el cronista de Indias Fray Ramón Pané, en 1498.

Recordó que Pané describió la siguiente manera: “La Española tiene una provincia, llamada Caonao, en la que está una montaña, que se llama Cauta, que tiene dos cuevas nombradas Cacibajagua una y Amayauna la otra. De Cacibajagua salió la mayor parte de la gente que pobló la isla. Esta gente, estando en aquellas cuevas, hacía guardia de noche, y se había encomendado este cuidado a uno que se llamaba Macocael; el cual, porque un día tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol”.

Afirmó que para los náhuas, el origen de la humanidad estuvo en Chimoztoc o Siete Cuevas, y los siete grupos que emergieron de éstas serían las tribus aztecas, xochimilcas, chalcas, tepanecas, acolhuas, tlahuicas y tlaxcaltecas, las que se establecieron en el Valle de México.

Manifestó que en cuanto a los mayas hay una gran coincidencia entre autores sobre la idea de su origen proviniendo del inframundo, un tema que será reiterativo entre los estudiosos del mundo maya aún en el presente. “Sin embargo, como más se cita actualmente esta relación entre las cuevas y los mayas es en cuanto al uso de las cuevas para acceder a su inframundo, no al sentido inverso, a lo que sale de éste”, enfatizó.

De acuerdo a Abréu Collado, “desde Sahagún hasta nuestros días, el enfoque obligado hacia el mundo mítico maya comienza en el origen de sus dioses y sus primeros hombres desde las cuevas”.

En relación al caso de la cultura inca, indicó que las sumas de varias versiones llevan a una conclusión bien elaborada por Henri Favre en su trabajo “Los Incas”. Y leyó del texto de Favre: “Al igual que todas las etnias andinas, los incas se reconocían una pacarina, es decir, una matriz tribal a la cual atribuían la procedencia de su antepasado-fundador. Los primeros cronistas españoles relatan que la pacarina de la etnia inca era la caverna de Pacari Tampu, situada a unos treinta kilómetros al sur Cuzco...”.

“Vale destacar otra similitud de esta versión inca, con la versión taina, en relación con sus orígenes en una caverna. Y es el hecho de que, así como el inca Ayar Uchu es petrificado en la caverna de su origen: Pacari Tampu; también resulta petrificado en su cueva de origen: Cacibajagua, el mítico taíno Macocael, responsable de la cueva y de la distribución de la humanidad en la isla Haití”, señaló el investigador.

Recordó que, en relación al origen del sol y la Luna, fray Ramón Pané, de la Orden de San Jerónimo, refirió: “Y también dicen que el Sol y la Luna salieron de una cueva, que está en el país de un cacique llamado Mautiatihuel, la cual cueva se llama Iguanaboína, y ellos la tienen en mucha estimación, y la tienen toda pintada a su modo, sin figura alguna, con muchos follajes y otras cosas semejantes. Y en dicha cueva había dos cemíes, hechos de piedra, pequeños, del tamaño de medio brazo”.

Argumentó que esta información, suministrada por Pané, podría ser considerada como los primeros datos sobre la existencia de arte rupestre en las cuevas de la Isla de Santo Domingo, pero también en todo el Caribe y en toda América.

Mito de los gemelos

Igualmente, Abreu Collado se refirió a los mitos de Abya Yala (América) y su relación con el arte rupestre en la República Dominicana.

Y en ese sentido expuso: “Un ejemplo de esto puede ser el mito de los gemelos de la mitología sudamericana, los que aparecen algunas veces asociados al jaguar, tomado de un conjunto de recreaciones artísticas, y que ha encontrado con cierta modificación en una de las cuevas de El Pomier, en la República Dominicana.

Agregó que también encontró esos gemelos en una cueva en Ayastas, en Honduras, en forma de petroglifo y mayor formato, asociado al petroglifo de un jaguar.

Indicó que igualmente encontró al jaguar en compañía de los gemelos y de un ave en su lomo, en la cueva Hoyo de Sanabe, en el Parque Nacional Aniana Vargas, de Cotuí, en la República Dominicana.

“Aunque en nuestras cuevas hemos encontrado a estos gemelos míticos en diferentes actividades y separados, en algunas de ellas estos aparecen tan unidos que han sido calificados como siameses. Sin embargo, en los textos de los cronistas no se habla de hermanos siameses, sino de gemelos”, dijo.

Afirmó que Pané menciona a los gemelos en el capítulo IX de su obra, al referir: “...llegaron cuatro hijos de una mujer, que se llamaba Itiba Cahubaba, todos de un vientre y gemelos; la cual mujer, habiendo muerto de parto, la abrieron y sacaron fuera los cuatro hijos,...”.

Dijo que Pané menciona de nuevo esta condición mística de los hermanos al introducir el capítulo X: “Cómo los cuatro hijos gemelos de Itiba Cahubaba, que murió de parto, fueron juntos a coger la calabaza de Yaya...”.

Sostuvo que estos ejemplos pueden presentarse por cientos en cuevas de la Isla de Santo Domingo, y particularmente en grutas de la República Dominicana, vinculados tanto a la civilización inca, como a la maya y nahua, y que principalmente están localizados en las Cuevas del Pomier, en la provincia San Cristóbal.

Agregó que Las Cuevas del Pomier suman 55 cavidades y que 35 de ellas contienen manifestaciones rupestres, tanto petroglifos como pictografías, aunque seis de ellas fueron destruidas por la acción de la actividad minera en busca de carbonato de calcio mediante la explotación de calizas, tenidas estas cuevas en la República Dominicana como las de mayor concentración de este mineral.

Afirmó que otras manifestaciones rupestres de las Cuevas del Pomier pudieran estar relacionadas con textos de los cronistas, y específicamente señaló que en una de las galerías de la cueva No. 4 (Cueva Padre José Cicero), en El Pomier, casi al borde de un pozo de 21 metros de profundidad y colocado en la parte más alta y blanca de la pared izquierda encontró un conjunto rupestre cuya pictografía más notoria es la de un mosquito, pintado en dimensiones varias veces superiores a su tamaño original, y junto a otras catorce) pictografías.