Una frontera en calma beneficia a todos
Reportaje Desde la lejanía capitalina, la realidad de lo que ocurre en la frontera dominico-haitiana se distorsiona
Una china vende picapollo tranquilamente, mientras en las afueras de su negocio, un grupo de haitianas ofrece ajo y una que otra cosa. No lejos de allí, unos motoristas conversan bajo la sombra de un árbol, mientras los soldados inspeccionan los vehículos que entran y salen del pequeño municipio en los distintos controles.
Es un día normal en Jimaní, el punto fronterizo más cercano a la capital de Haití, Puerto Príncipe, el cual sólo es alterado por un tumulto inusual en la bomba de combustible aledaña a la puerta que separa a ambos países.
Es el tercer día de huelga decretada en suelo haitiano y los nacionales del vecino país pasan por decenas a buscar desesperadamente combustible. La situación causó inestabilidad repentina, pero los militares dominicanos fueron convocados a tomar control de la situación y así lo hicieron.
El orden del proceso sólo lo alteró un haitiano que quiso pasarse de listo y llevarse un galón de gasolina en un envase de plástico, lo cual estaba prohibido. Un leve forcejeo entre soldados y el hombre fue lo único que llamó la atención, mientras transportes de todo tipo, en su mayoría motores, repostaban el combustible.
Esas escenas se repitieron una y otra vez en los puntos fronterizos oficiales de Jimaní, Elías Piña, Dajabón y el informal de Montecristi, visitados por Diario Libre en un viaje de sur a norte, atravesando la incómoda Carretera Internacional. Más allá de una baja considerable en la afluencia de haitianos los tres días que duró la huelga en Haití la semana pasada, lo cierto es que la frontera está en calma.
En cada uno de los puntos visitados, los miembros del Cesfront no reportaron mayor flujo migratorio ilegal desde que la inestabilidad política se incrementó en Haití por el asesinato del presidente Jovenel Moïse. “Aquí todo está en calma, la frontera está en calma y bajo control”, explicó a Diario Libre un oficial del organismo en Jimaní que no está autorizado a revelar su identidad.
Los diversos organismos militares dominicanos reportan la misma situación en cada paso de frontera. Aquello anda normal y sólo se sintió un cambio los tres días de huelga general en Haití, cuando se afectó el flujo de transportes y personas por los pasos fronterizos, además de incidentes de violencia en las comunidades haitianas aledañas a la frontera, como Juana Méndez, vecina de Dajabón.
Los propios hatianos confirman esa versión y dan las razones para que la calma impere. “A nosotros no nos conviene que la frontera se ponga mal. Esta es nuestra única fuente de alimentos y artículos de primera necesidad, no podemos permitir que se pierda por los problemas internos de Haití”, expresó a Diario Libre un haitiano que dice llamarse Michel y que vive en uno de los pueblos haitianos cercanos a Jimaní.
Lo que sí ha cambiado es el flujo de dominicanos hacia el otro lado. Quienes conocen la frontera aceptan que del lado dominicano pasa poca gente desde que comenzaron los secuestros en Puerto Príncipe, sobre todo, desde que se llevaron a tres choferes de camiones que se adentraron al vecino país.
El comercio ha continuado, con la diferencia de que la mercancía dominicana se trasborda en una zona de seguridad, para no tener que cruzar a las áreas de peligro en Haití. Desde que el presidente Luis Abinader pidió a los dominicanos no cruzar la frontera, los organismos a cargo no permiten cruzar, a menos que sean personas con visa, residencia o doble nacionalidad, y que lo hagan bajo su propio riesgo.
“El que quiera ir, se lo ponemos difícil, porque estamos cumpliendo con la orden del presidente Abinader”, explicó un oficial migratorio en Dajabón.
El tema de los secuestros es sensitivo. Hay mucho miedo entre aquellos que tienen a Haití como socio comercial.
“Hay mucho peligro, yo ya no viajo para allá. Mi socio, que es haitiano, se hace cargo de todo, porque no hay que arriesgarse”, dijo Ramón Fraternal, un domínico-haitiano que tiene un camión de carga en conjunto con un amigo haitiano.
“Yo como haitiano manejo mejor las cosas. Con las bandas que ordenan secuestros hay que entenderse, pagarle sus peajes, con mercancía, dinero o transporte. Esas cosas uno tiene que tenerlas claras. Igual con la policía”, sostuvo el socio de Fraternal, quien pidió no ser identificado, mientras echaba combustible en Jimaní.
La situación política en Haití ha seguido en marcado deterioro. El nuevo gobierno no acaba de convencer a la población, que lo tilda de estar vinculado a la muerte de Moïse. Ese vacío de confianza ha sido llenado por bandas armadas que se han convertido en la principal oposición al endeble orden institucional.
“En Haití los que gobiernan son corruptos y están vinculados con la muerte del presidente. Nosotros no confiamos en ellos, confiamos en el de la calle, que es el que nos resuelve los problemas”, explicó Albert Denison, mientras esperaba en la cola para echar combustible en Comendador, Elías Piña.
Esa inestabilidad política ha provocado alarma en el Gobierno dominicano, que ordenó reforzar la frontera con hasta 10,000 militares, como medida preventiva.
La presencia militar se nota. Una escolta armada acompañó a Diario Libre toda la pesada y polvorienta ruta de 40 kilómetros que compone la Carretera Internacional, la cual se adentra en pueblos haitianos, donde viven desde lejos la crisis política de su país.
“En Haití no están bien la cosas, mucha violencia y problemas políticos. Nosotros vivimos aquí, en la misma frontera y tenemos buenas relaciones con los dominicanos. Eso nos ayuda, porque sus militares nos protegen y nosotros los ayudamos con los delincuentes. Así que no vamos a permitir que nuestra amistad se dañe”, manifestó sentado bajo un árbol un haitiano que dijo llamarse Gerold Pierre.
En Dajabón, el mayor mercado bilateral, el viernes de comercio binacional estuvo repleto, tras tres días de huelga general. Personal del Cesfront encaminó a Diario Libre por los diversos pasos fronterizos, por el mercado y sus pasillos repletos de mercancía, así como en una visita al portón controlado por sus contrapartes haitianos.
Nada de qué preocuparse.
En Montecristi, donde en la boca del río Masacre los haitianos van y vienen en tranquilidad, la historia era la misma. Todo en paz.
En ningún punto fronterizo se vieron hordas de haitianos dispuestos a penetrar ilegalmente a la República Dominicana o actos de violencia extrema que pongan en peligro la seguridad nacional.
Sí hay mucha cautela y ante la duda, lo mejor es prevenir, como dijo a Diario Libre un oficial del Cesfront en Elías Piña: “La frontera está en calma, que el país lo sepa, pero en la frontera estamos alerta, porque es mejor prevenir que remediar”.
En calma
La frontera del lado de la República Dominicana permanece tranquila y sin contratiempos, pero en alerta por si se presenta un incidente en Haití que permee en la zona. En los municipios fronterizos de Jimaní, Comendador, Dajabón y Manzanillo la concepción es la misma: los acontecimientos internos de Haití se quedan allí, hasta el momento.
Lo inusual en la semana pasada fue la disminuida comercialización debido a que pocos haitianos acudieron a los puntos de intercambio por la huelga de tres días en su país como protesta por la falta de gasolina y la inseguridad, que se suman a la crisis económica y la inestabilidad política.
Según el comandante general del Ejército de la República Dominicana, mayor general Julio Florián Pérez, más de 11,000 soldados protegen los aproximados 380 kilómetros de longitud de la frontera, desde Montecristi hasta Pedernales. “No ha habido ningún tipo de novedad, así que pueden estar tranquilos”, garantizó.
Diario Libre recorrió pueblos dominicanos que convergen en la frontera para conocer cómo se desenvuelven, transitó la maltrecha carretera Internacional, fue al mercado binacional en Dajabón y visitó Manzanillo.
Jimaní
El miércoles 27 de octubre, a las 10:50 de la mañana, solo una patana cargada de mercancías cruzó, desde la República Dominicana hacia Haití, la puerta divisoria en el paso formal Malpasse-Jimaní. Se trata del punto más cercano a Puerto Príncipe, capital de Haití, donde las bandas se disputan el control de territorios.
Los camioneros no están penetrando hacia Haití debido a la inseguridad. Solo pasan a dejar los productos para que sean los haitianos quienes los trasladen hacia lo más profundo. En un día normal, al menos 20 camiones de carga pasan del lado haitiano, según conoció este medio de fuentes oficiales que prefirieron no ser mencionadas.
Miembros del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront) permanecen custodiando el paso y los tres kilómetros de la verja perimetral construida cerca del lago Azuei. El Cesfront reafirma que la construcción les ayuda a controlar la migración ilegal, el tráfico de drogas, como de marihuana, y los delitos ambientales, como los hornos de carbón vegetal, los cuales son sus principales desafíos.
En la única estación de gasolina hubo una presencia inusual de militares del Ejército Nacional y del Cuerpo Especializado de Control de Combustibles (Ceccom) para ordenar el despacho del derivado del petróleo, el cual estuvo muy demandado por los haitianos ante la escasez en su país. “En Haití no hay gasolina y nosotros venir aquí”, comentó un ciudadano del vecino país que prefirió reservar su nombre.
El Cesfront explicó que los haitianos que acuden a comprar gasolina son los mismos que participan en el comercio en la zona y aprovechan la oportunidad para abastecerse. Además, de que pueden llegar hasta la estación porque está dentro de la zona a la que se le permite acceder.
Comendador
“Prácticamente todo está en calma. La situación es de ello y nosotros lo que estamos sirviendo es casi de portavoz de los problemas de ellos y ayudarlos en la medida que podemos”, afirmó Julio Núñez, alcalde del municipio Comendador, en la provincia Elías Piña.
Núñez dijo que espera que los conflictos internos no afecten las relaciones de comercio que se tienen con Haití, sobre todo en el poblado vecino Belladère. Contó que producto de la huelga de tres días, los negocios estuvieron “fríos”.
El alcalde señaló que el principal inconveniente que tenían hasta el momento era con la gasolina, pues ante la escasez los haitianos abarrotan las estaciones. Sin embargo, con el Ejército y miembros del Ceccom se puso el orden en la venta para evitar que se llenen garrafones con el combustible.
“Estamos sirviéndoles a los vehículos que confluyen con nosotros comercialmente. Se le sirve lo que puede coger el tanque”, afirmó Núñez e informó que hasta el momento no han tenido problema de desabastecimiento, puesto que se vende con prudencia para no afectar el mercado local.
Carretera Internacional
Por la maltrecha y polvorienta carretera Internacional, compartida entre la República Dominicana y Haití, la situación no es diferente. En el recorrido hecho por Diario Libre en los 48 kilómetros de la carretera de montaña no se notaron actividades fuera de lo común.
Los niños haitianos, residentes de los pequeños poblados que se esparcen por el lado oeste de la carretera, se acercaron a los vehículos para pedir dinero o cualquier objeto que los viajeros quieren darles. Son capaces de correr descalzos hasta un kilómetro por las filosas piedras de la carretera con tal de obtener algo.
Más adelante está el paso de Tilorí, donde el ambiente es más animado, a pesar de la carencia de agua potable y energía eléctrica. Por este cruce se suele realizar un comercio. En algunas de las viviendas se notan puestos irregulares de gasolina. Un galón puede costar 375 pesos. El responsable de uno de los puntos aseguró que hay quienes lo venden a RD$500.
El haitiano, que no quiso posar ni hablar ante las cámaras, afirmó que consiguió la gasolina en Haití, antes de la crisis. Dijo que le preocupa que se le agote, pues aseguró que desde la República Dominicana no venden el combustible si no es para un vehículo.
Sobre la situación de su país, respondió: “Está difícil. En Haití no hay gobierno”, dijo sin titubear. Agregó que por esa zona se siente más seguro al notar la presencia de los militares dominicanos que recorren la carretera Internacional. Otro haitiano también aseguró que tienen buenas relaciones con los dominicanos ya que son vecinos y tienen negocios.
Dajabón
En este municipio el viernes 29 de octubre se reactivó el mercado binacional luego de terminar en Haití la huelga de tres días. Desde horas tempranas de la mañana los haitianos se aglomeraron y esperaron a que abrieran la puerta metálica de dos portones que separa a los dos países.
Cuando los miembros del Cesfront les dieron paso, los haitianos pasaban a pie, en bicicletas, en motocicletas; con cubos, sillas y bultos sobre la cabeza. Mujeres, varias embarazadas, hombres jóvenes y hubo algunos niños con uniforme escolar dominicano.
Al lado derecho, en el río Masacre, otro grupo cruzaba para ir a comprar aves muertas o pedazos de sus carnes, esa zona también es vigilada por los militares. El Cesfront informó que por razones de salubridad no dejan pasar esos tipos de productos sobre el paso peatonal.
Freddy Morillo, presidente de la Federación de Comerciantes de Dajabón, dijo que el viernes se manejó como uno en recuperación a pesar de la gran cantidad de personas que asistieron. Morillo atribuyó a la escasez del combustible en Haití a que más comerciantes lograron llegar al mercado binacional, donde se vende ropa, calzados, electrodomésticos como licuadoras o microondas, muebles, sartenes y calderos. Para el lado comestible están los ajos, plátanos, vegetales y huevos.
Diario Libre presenció el momento en que miembros del Cesfront incautaron un galón de gasolina a un haitiano que lo transportaba en un saco y lo quería hacer pasar como carne.
Cesfront informó que últimamente el contrabando está en la gasolina, por la escasez de ese derivado del petróleo en Haití, así como el de cigarrillos.
Tanto del Cesfront como de la Alcaldía se afirmó que por ese lado de la frontera no han tenido inconvenientes por los problemas de inseguridad en Haití.
“El dajabonero y los haitianos (que residen en Juana Méndez) vivimos del comercio, esta es nuestra principal fuente de ingreso por lo que no hay tiempo para los conflictos”, respondió Santiago Riverón, alcalde de Dajabón, sobre la relación entre los dominicanos y haitianos en la zona.
Manzanillo
En el paso informal en Manzanillo, en la provincia Montecristi, todo está en calma. En la desembocadura del río Masacre, donde aparece la primera pirámide que establece los límites de la frontera, permanecen dos militares dominicanos verificando que no haya inconvenientes por la zona.
Del lado haitiano, las personas se mantienen activas en las pequeñas casas construidas con zinc. En ambos lados del río se notan equipos instalados en la arena para la pesca.
11,000
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