Un clamor de justicia para Cielo
A más de un mes de ser herida de gravedad con 24 machetazos que provocaron la amputación de sus brazos, su agresor no ha sido apresado
SANTO DOMINGO. Cielo tiene 14 años. Soñaba con ser modelo, asegura su papá. “Le digo que aún es posible, que puede serlo”. Pero Cielo (nombre ficticio) ya no habla de sus sueños. Hace un mes y una semana, la acción violenta de un hombre la sumió en una pesadilla. Veinticuatro machetazos que provocaron la pérdida de sus brazos y que ahora parecen definir su presente, uno en el que su agresor sigue en libertad y su familia lucha por obtener justicia.
Y la pesadilla de Cielo se gestó hace poco más de un mes, cuando se obsesionó con ella Jefrey, un nacional haitiano de unos 18 años y sin mayores señas que la de haber llegado cuando era un niño con sus padres desde Haití al sector de El Kilombo, del municipio de Pedro Brand, al sureste de la provincia Santo Domingo.
Su padre Antonio Heredia (seudónimo usado a su petición) se enteró de la situación, relata a DL, cuando el pasado 16 de mayo se produjo un conflicto entre Jefrey y un grupo de muchachos conocidos de su hija, a quienes les habría contado del acoso. “Le pregunté que si tenía algo con él, pero ella me lo negó y me dijo que la estaba molestando desde hace tiempo”.
Presuroso, Antonio buscó evitar lo peor. Le llamó la atención a Jefrey, pero a cambio se enteró de que había amenazado con agredir a su hija. Al día siguiente, 17 de mayo, le pidió a Cielo que no saliera de la casa. “Le dije a su mamá (Yajaira García) que estaba de castigo, que no la dejara salir”.
Regresó a eso de las dos de la tarde. Cielo no estaba. Aun se encontraba averiguando el paradero de su hija, cuando le avisaron que estaba en un riachuelo, una especie de cañada, llamada La Peñita, y que estaba muerta. “Yo salí corriendo para allá y ese niño me cayó atrás –señala a su izquierda a un niño de camiseta azul y pantalones grises. Se llama Fausto y tiene 11 años- Me dijo “papi, está muerta”.
Cuando llegó al lugar, encontró a Cielo boca abajo, con cortes en todo su cuerpo.
- Cielo
- ummmm
“Me dije, ‘está viva’. Al ver las heridas que tenía tan profundas en el cuello, aparte de tener lo brazos y las manos vueltos un etcétera, yo le dije”:
- ¿Tú tienes tu conocimiento?
- Sí.
- ¿Y quién soy yo?
- Papi.
- Quédate ahí tranquilita. No te me muevas.
Los círculos de la pesadilla
Por la naturaleza de su trabajo, Antonio tiene conocimientos de primeros auxilios. Evitó que el gentío que ya se encontraba en el lugar moviera a su hija. Llamó al servicio de emergencias 9-1-1.
“El nueve uno uno me respondió a tiempo, como a los quince minutos de yo llamar llegaron. La auxiliaron y la llevaron al hospital (Doctor Vinicio) Calventi de Los Alcarrizos”, detalla. Ahí empezó un periplo en que asegura se cometieron descuidos en la atención de su hija que le costaron la amputación de sus brazos.
En ese primer centro asistencial, Cielo fue estabilizada y referida al hospital Doctor Darío Contreras, trasladada en la misma ambulancia del 9-1-1 en la que fue rescatada de la cañada donde fue agredida. Allí los médicos le dijeron que necesitaba una transfusión. La sangre no aparecía.
- ¿Y por qué la sangre no aparecía? ¿Qué le decían?
- ¡Oh! Pero había que comprar la sangre y yo no tenía dinero, y usted sabe que una pinta de sangre vale cuatro mil y pico de pesos y si llevas el donante a la Cruz Roja es que lo dejan en dos mil doscientos y a esa hora no aparecía donante.
En medio de su desesperación, y sin saberlo, en el centro se encontraba la abogada Gladys Félix, reconocida por su activismo nacionalista y coordinadora del movimiento Los Hijos de Duarte. Le habían avisado del hecho e hizo los reclamos en el hospital para que la niña recibiera la transfusión sin costo alguno.
“Esa muchacha hoy está viva, primero por Dios y después por ella, que tuvo que pelear y regarse para que apareciera sangre, porque llegó un 6 por ciento y la sangre no aparecía y se iba a morir”, expresa Antonio con agradecimiento mientras recuerda ese aciago día, sentado en un patio junto a su casa en construcción. A su lado se encuentra la señora Félix, quien fue candidata a diputada por la Fuerza Nacional Progresista (FNP) en las elecciones de mayo de 2016.
Esa noche le amputaron el brazo izquierdo a Cielo. Su padre afirma que los médicos le dijeron que el brazo derecho no tenía salvación. Él se negó en ese momento a firmar la autorización de amputación. Asegura que no atendieron como debían sus heridas y que ese descuido provocó una necrosis gangrenosa.
Habían pasado tres días desde la primera cirugía. Antonio reclamó otra opinión, otra opción, que buscarán a un especialista. “Les pregunté quién era el más viejo de ellos, porque todos eran unos muchachitos. “¿Cuál es el jefe del equipo?” Cuando llega el jefe del equipo es un niño también. No niños, son hombres, ¡pero demasiado jóvenes! Con poca experiencia, eran muchachitos, que se veían que quizás sí querían hacer algo, pero ellos prácticamente están haciendo una residencia, aprendiendo, practicando”.
Cielo entró nuevamente a la sala de cirugía. Al día siguiente, y para sorpresa de Antonio, le avisaron que su hija estaba de alta. Llamó a la abogada Gladys Félix y ella acudió de inmediato y presionó para que la dejaran ingresada. Unos once días después, el primero de junio, fue despachada a su hogar. “Me dijeron que tenía la bacteria y así me la mandaron a la casa, como quiera”.
Antonio dice que llevaban a Cielo todos los días a curar sus heridas postoperatorias al hospital Doctor Rodolfo de la Cruz Lora, de Pedro Brand. El día de Corpus Cristi, el pasado 16 de junio, se negaron a curarla porque, apunta, era un día feriado y los doctores no estaban. Ante la negativa, sus familiares decidieron limpiar las heridas en su casa. La sorpresa al quitar el vendaje es que tenía gusanos.
Desde el hospital municipal la refirieron nuevamente al Darío Contreras. “Nos atendieron en el pasillo hasta que ellos pudieron hacerle la otra cirugía, la tercera, para matarle la bacteria, que no se la mataron tampoco. Y me la dejaron tirada en un pasillo, que las camas estaban llenas”. Allí amaneció Antonio junto a su hija, a quien afirma no le administraron ninguna medicación.
“Ellos le quitaron la canalización que le hicieron, ya no tenía nada puesto. No tenía nada, ni un antibiótico, ni analgésicos, ni suero. Nada. Nada”, expresa con evidente frustración.
Una mano caritativa
A la mañana siguiente, Antonio recibió la llamada de un empresario que se había enterado de la situación de su hija a través de las redes sociales. De inmediato envió una ambulancia. La abogada Gladys Félix detalla que el médico de turno en el Darío Contreras se limitó a hacerles firmar un descargo. Cielo fue trasladada al Centro Médico de la Unidad Central del Este (UCE).
El empresario benefactor pagó los gastos médicos de la niña. Cielo fue intervenida por cuarta ocasión. “El especialista que la atendió nos dijo a nosotros, responsablemente, que si la niña hubiese sido bien atendida no habría tenido la necesidad de cortarle los brazos. Nos los dijo así, mirando la fotografía de ella de cómo la encontraron”, asegura la abogada, que también señala que otro de los doctores le dijo que la menor tampoco recibió el tipo de antibióticos que necesitaba lo que propició el desarrollo de la infección.
El pasado jueves, 22 de junio, Cielo volvió a su casa.
“Quiero que se haga justicia
Antonio, con voz firme, expresa lo que quiere. Justicia.
“Es lo único que me queda, que por favor se haga cumplir la ley, que sea apresado y puesto a la acción de la justicia para que pague por ese horrendo crimen. No es porque sea haitiano, porque a veces ven a uno como racista. No. Yo no soy racista. Sino que es una persona que cometió un hecho que tiene que pagarlo. No porque sea haitiano o dominicano, sino que cometió un hecho y tiene que pagar por ese hecho”, dice mirando fijamente y con la entereza que ha sostenido desde el día en que su hija fue agredida a machetazos.
Reclama por la lentitud en la búsqueda de Jefrey, aunque apunta que este sábado fue realizado un operativo policial y fueron apresados algunos haitianos del sector.
“Porque cuando un dominicano hace algo, lo consiguen de una vez, pero cuando es un extranjero haitiano, oiga bien, hace algo no hay manera de conseguirlo, sino es que usted lo encuentra infraganti ahí, no hay manera y se fue. Usted comete un hecho, pero por las huellas digitales la consiguen. Ellos no, no están documentados”, se queja Antonio.
De su lado, la abogada Félix reclama la necesidad de una indemnización para Cielo y su familia, que componen también sus ocho hermanos y su madre. Afirma de manera categórica que llevará el caso a las todas las instancias judiciales, tanto dominicanas como extranjeras, pues a su juicio tanto el estado dominicano como haitiano tiene responsabilidad en este hecho, ante el descuido migratorio que permite a los nacionales haitianos estar en el país sin documentación.
No ha despertado
Recorremos con Antonio los enlodados y maltrechos caminos de tierra de El Kilombo. Llegamos a lugar donde los sueños de Cielo se silenciaron, un riachuelo de aguas poco profundas. Antonio señala el lugar donde cayó herida su hija.
Sobre las ramas de los árboles y arbustos cuelgan trapos, trozos de fundas plásticas y otros desperdicios, señal de que en algún momento la incipiente caudal aumenta su volumen trayendo basura. Narra cómo los paramédicos del 9-1-1 llegaron al lugar con la camilla al hombro, pues es imposible el acceso en un vehículo. Reitera su reclamo de justicia.
Momentos antes, junto a la casa que lleva varios años construyendo poco a poco, recuerda a la Cielo antes de ese 17 de mayo, y que llegó de Pedernales el diciembre pasado –de donde es oriundo Antonio y su familia- para estar junto a sus padres y continuar sus estudios de octavo grado. Niega las versiones que se han difundido en algunos medios de comunicación sobre lo sucedido.
“Cielo era y es una muchacha tranquila. La traje para acá porque mi mamá murió. Desde que llegó hizo sus amigas, que ahora la cuidan como si fuera una hija para ellas”.
Cielo no quiere hablar con extraños. Cuando se acerca se nota la incertidumbre en su rostro. Se sienta y sostiene la mirada por momentos.
- ¿Cuántos años tienes?
- Catorce
- ¿Y cuándo cumples los quince años?
- En febrero
- ¿Cómo te tratan tus amigas?
- Bien
- ¿Has sentido apoyo de tu comunidad, de tus vecinos?
- Sí
Responde cabizbaja. La abogada Gladys Félix, quien ha acompañado a su familia durante todo este calvario, le insiste en que hablé más, en que envíe un mensaje sobre su situación. Pero ella calla.
***
- ¿Ella le ha dicho algo sobre lo que le pasó?
- Ella no. Ni yo tampoco le he preguntado. La realidad está ahí. Eso es como recordarle ese momento. Ella quiere vivir su vida ya normal, eso entiende ella.
Antonio sabe que necesita ayuda psicológica. Dice que se está gestionando, así como otra intervención con el fin de colocarle prótesis. Señala la normalidad que insiste en seguir llevando su hija, a pesar de que nada es como antes, de que ha perdido la autonomía que antes tenía con sus dos brazos, cuando sus sueños se convirtieron en una pesadilla.
“Creo que ella no ha despertado”.