“La ayuda que me pueden hacer es que apresen a esas personas”, clama joven rociada con ácido del diablo
“Tranquila, que te voy a dar donde más te duela”, les decía su expareja, autor intelectual del hecho Se siente desatendida por la Policía y el Ministerio Público, puesto que no han atrapado a los autores materiales
El pasado 4 de junio, Gabriela Mordan Suriel había comprado una ropa nueva y tenía pensado también adquirir globos, una alfombra roja y un bizcocho para hacer una sesión de fotos y celebrar, junto a sus cuatros hijos y hermanos, su cumpleaños número 29. Pero la desdicha llegó a su vivienda y ya a las 8:00 de la mañana se encontraba en el hospital Vinicio Calventi, en Los Alcarrizos, con el brazo y hombro izquierdo desfigurados.
Una hora antes, cuando Gabriela se disponía a abrir la cafetería familiar, dos sujetos llegaron al lugar y, tras preguntar por el menú, sacaron “ácido del diablo” y lo lanzaron en el cuerpo de ella, quien pudo evadir el líquido para que no fuera al rostro.
De inmediato, sus hermanas -que ese día se levantaron más temprano para felicitarla- la llevaron al baño y echarle agua antes de trasladarla al hospital.
Los verdugos, en cambio, emprendieron la huida y hasta hoy no se sabe de su paradero.
Las marcas que dejó el líquido en el cuerpo de Gabriela tienen nombre y apellido: Héctor Willy Reyes de los Santos, 37 años, su expareja durante los últimos cinco años y señalado como autor intelectual del hecho. “Una persona sumamente celosa, impulsiva, me había separado de él”, indica la joven.
Cuatro días después del hecho, Reyes de los Santos fue detenido por la Policía y enviado por tres meses a la cárcel de La Victoria, pero la joven teme por ella y por sus hijos, al ver que los autores materiales siguen sueltos.
“Me llamaba hasta 150 veces en pocas horas”
Meses antes del hecho, cuando la joven quería una vida más tranquila junto a sus hijos, decidió poner fin a la relación con Reyes de los Santos.
Él no aceptaba la separación y se dedicó hacerle vida imposible e intensificó su obsesión cuando ella se marchó a Bávaro para trabajar en un restaurante.
Ante esa actitud, “yo dije: ‘soy una muchacha joven, tengo mis hijos, puedo trabajar y echar para adelante’”, narra Gabriela desde su hogar en un sector de Santo Domingo Oeste.
Relata que el hombre creó como 12 cuentas de Facebook para escribirle y llamaba hasta a 150 veces en unas cuantas horas para insistir en que volviera con él.
“Tranquila, que te voy a dar donde más te duela”, “te voy a matar y luego me voy a matar yo”, eran de las frases que Reyes de los Santos le gritaba. Incluso, fue internado en dos ocasiones en el hospital, luego de intentar quitarse la vida.
Ellas se llamaban...
Recuperarse para seguir adelante
Pese a todo, Gabriela se siente afortunada y da gracias a Dios porque el líquido pudo haber caído sobre una de sus hijas. Ahora, desea recuperarse cuanto antes para avanzar con su familia, mientras tanto, se sostiene con la ayuda de sus hermanos, quienes han realizado la labor de “detectives” para dar con los responsables materiales.
Interdiario debe paga más de RD$1,000 de taxis para ir desde su residencia hasta el hospital Ney Arias Lora, en Santo Domingo Norte. Como el ácido le dejó el brazo encogido, debe someterse a dos operaciones para injertarle piel y así recobrar la movilidad.
No piensa en las adversidades que ha pasado desde ese día, sino en que “la ayuda que me pueden hacer es que apresen a esas personas”, puesto que al estar sueltas pueden hacerle más daño. “Aunque tengo mis hijos y no tengo trabajo, no tengo nada, pero, con Dios adelante, tendrá mejor vida”, dice. El mayor tiempo lo pasa dentro de la habitación por temor a más agresiones.
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