Precariedades afectan al hospital municipal de Neiba

Las limitaciones están provocadas por las autoridades que destruyeron las áreas de internamiento y esa realidad, junto a la falta de médicos especialistas e insumos, mantiene al hospital de Neiba en el atraso.

Tan profunda como se define el área geográfica donde está ubicado, son las precariedades del hospital público San Bartolomé, de Neyba, con salas de internamiento improvisadas en los pasillos cubiertas con plywood, falta de especialistas y carencia de insumos básicos.

Desde que se entra al hospital salta a la vista las hojas de zinc que sustituyen las paredes que respaldaban los pabellones de internamientos, destruidos hace más de dos años para reestructurarlo, pero tiene más de un año paralizado, aunque la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) dice que se está trabajando y que esas labores tienen un 40% de avance.

El centro asistencial forma parte de los 56 centros de salud intervenidos por esa dependencia del Estado y está entre 19 hospitales, cuyos trabajos de remodelación están paralizados.

Como resultado de la eliminación de las áreas de ingreso, varios consultorios médicos fueron clausurados y ahora en sus espacios hay entre cinco y siete camas para albergar a los pacientes que se ingresan. A decir de la pediatra Damaris Pérez, los menores llegan con una enfermedad y salen con otra, por el hacinamiento.

De dos quirófanos que tiene el establecimiento sólo funciona uno. Sobre el piso de porcelanato, próximo la oficina de la directora del centro asistencial, dos pedazos de cartón contienen las gotas de agua que filtran del techo.

Más de un paciente, empleado o visitante ha estado a punto de caerse, por el encerado mosaico, que de acuerdo con expertos no es apto para un hospital.

Allí faltan médicos generales, pediatras, anestesiólogos y gastroenterólogos, cardiólogos, mientras la sobre población de pacientes obliga a las autoridades del centro a referir los pacientes al hospital Regional Jaime Mota, de Barahona, y a otros del Gran Santo Domingo.

Las secadoras de ropa están averiadas y las lavanderas se ven en la obligación de poner a secar al sol las sábanas y otros tejidos de uso quirúrgico.

A pesar de la estrechez, el hospital luce limpio.

Cuando se presentan casos de urgencia, el paciente o sus parientes deben buscar sus propios medios de transporte, porque en el centro asistencial no hay ambulancia.

La política y especialistas

El promedio de pacientes diarios por consultas son 17 por cardiología; 25 por obstetricia y ginecología, de pediatría hasta 30 y entre ortopedia y cirugía se ven 15 enfermos.

Sólo hay dos pediatras que deben brindar consultas, recibir los niños que nacen y atender las emergencias.

Hay un ortopeda, pero está limitado a las consultas, porque el hospital carece de los materiales de osteosíntesis para hacer cualquier procedimiento quirúrgico, incluso para colocar un yeso.

Pero el problema no sólo radica ahí, sino las influencias que ejercen políticos para lograr nombramientos de allegados que después de tres meses gestionan su traslados a la capital o provincias más cercanas al Gran Santo Domingo.

Denuncia que los especialistas no quieren trabajar en Neyba, sólo lo usan como trampolín para conseguir un nombramiento, lo que atribuye a los bajos salarios que perciben.

Aunque la directora del hospital, Joaquina Cuevas Matos, minimiza las fallas, médicos y pacientes denotan la situación de hacinamiento en que funciona el centro médico más importante de la provincia Bahoruco.

“Sin embargo, el incentivo por guardia o servicio médico no nos lo dan, los dividen entre gente que sólo cobran aquí, pero no trabajan. Aquí hay gente nombradas que están en sus casas sentados y la rabia que me da es que se divide entre ellos esos recursos, lo mismo sucede con los incentivos de Senasa”, expresó.

Las infecciones respiratorias y diarreicas son las enfermedades de mayor demanda en el centro de salud.

Cuando DL visitó el hospital, el pasado día dos de marzo, era un día difícil para los pacientes con problemas respiratorios, porque el único nebulizador del centro estaba averiado.

Sólo tres meses

La doctora Cuevas Matos fue designada frente al hospital a finales de diciembre, y se ha visto en la obligación de laborar con una reducida planta física, pero ella pone todo su empeño por darle mejores servicios a la ciudadanía.

Por eso decidió comprar un sonógrafo, aunque eso implique deber más dinero a los acreedores del centro sanitario, pues la subvención de algo más de RD$490,000 al mes que recibe no le alcanza para suplir todas sus necesidades

“Hay una situación que se inhabilitaron algunas áreas para habilitarlas en otra, pero el hospital funciona con lo que tiene”, expresa Cuevas Matos.

Defiende la carencia de equipos médicos, alegando que ocurre en todos los hospitales en reparación, pero le dan uso racional a los que tienen, porque es el hospital de mayor demanda de la zona, incluyendo los extranjeros haitianos.

El retraso de más de un año en la remodelación del hospital, las autoridades del Seguro Nacional de Salud lo atribuyen a que está edificado sobre un terreno que no cumple con los estándares de infraestructura.

El hospital es ejemplo de un sistema sanitario excluyente.