Sembrando Vida: el sueño infértil de López Obrador para Latinoamérica

Hace cuatro años el presidente de México sorprendió al anunciar la exportación de su principal programa de asistencia social, una fórmula para reducir la migración y la pobreza en los países de Centroamérica y el Caribe. Hoy se han destinado millones de dólares de los mexicanos sin resultados identificables en este programa lleno de inconsistencias, opacidad y desorganización en una promesa difícil de cumplir.

En octubre de 2021, López Obrador presento en Chiapas, México, el programa Sembrando Vida a una delegación de funcionarios estadounidenses liderada por John Kerry. (AMLO)

La primera vez que Andrés Manuel López Obrador viajó a los países de Centroamérica llevaba cuatro años de haberse posicionado. Lo hizo para recoger las cosechas políticas de la internacionalización de su programa bandera para el desarrollo social: Sembrando Vida.

Para esa fecha, mayo de 2022, López Obrador había firmado acuerdos para exportar el programa a El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití, Cuba y Belice. La promesa se centra en brindar asistencia económica y técnica a pequeños productores agrícolas. Se suponía que con esta ayuda se reducirían los flujos migratorios hacia el norte del continente y las cifras de pobreza. Para la ejecución de esta cooperación, México destinó 63.5 millones de dólares de su erario.

Sembrando Vida nació en México con su llegada al poder y se ha convertido en una ficha clave de su política para el desarrollo social. La ejecución local de este programa ha recibido críticas por la expulsión de beneficiarios de manera discrecional, opacidad en la gestión de los ahorros de los agricultores y retraso en las investigaciones que denuncian malos manejos de este programa. Pero aun así López Obrador quiso expandir su propuesta a sus vecinos.

Esta alianza periodística de Expansión en México, Revista Factum en El Salvador, Ojoconmipisto en Guatemala y Criterio en Honduras, liderada por CONNECTAS, revela que las ambiciosas metas presentadas por el Gobierno mexicano aún están lejos de alcanzarse. Luego de revisar el estado de los avances en los países beneficiados y contrastar con los indicadores objetivo, hay inconsistencias que permiten poner en duda la efectividad del programa.

Lo primero es la opacidad con la que se maneja. No hay forma de rastrear cómo se gastaron 35.5 millones de dólares de los contribuyentes mexicanos en los países vecinos donde ya se implementó el programa (El Salvador y Honduras). En los países receptores tampoco se puede hacer seguimiento al dinero porque este no pasa por las arcas públicas. A pesar de que en las fichas técnicas estaba estipulado que los estados beneficiados pondrían parte de los recursos— incluso lo prometió el presidente de El Salvador durante la gira de su homólogo mexicano—, esto no ha sucedido.

Lo segundo es que las cifras de la promesa no cuadran: el dinero asignado no alcanza para atender al número de personas que proyectaban beneficiar. Aunque la promesa era un apoyo económico durante ocho meses, pocos lo recibieron por esta cantidad de tiempo.

Luis Turcios, un agricultor que reside en una aldea de la montaña de Azacualpa, en Honduras, contó: “Cuando le dijeron que no iba a caer efectivo, entonces ya ellos no volvieron. Ellos estaban interesados en el dinero y no en aprender a sembrar”. Turcios explicó que este grupo de agricultores recibieron el beneficio económico solo por cuatro meses. Entonces, cuando el bono de 250 dólares no les llegó más, varios de los beneficiarios en esta comunidad decidieron emigrar.

Sobre esto, Mónica Pérez Eguís, directora general de Ejecución de Proyectos Especiales en la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), ente encargado de la operación del programa al exterior de México, explicó: “La matemática no es tan simple. Al fin de cuentas, los beneficiarios se van incorporando al padrón de manera progresiva. Eso es una cosa importante. Tú no llegas al país y tienes 10 mil beneficiarios de un momento… Ahora, otra parte que es importante son las evaluaciones, o sea, el cumplimiento de tus actividades te permite que te paguen y que te den el apoyo económico”.

En 2022, el Gobierno de México aseguró en una nota de prensa que, gracias a Sembrando Vida, la proporción de beneficiarios del programa que querían emigrar disminuyó en El Salvador de 55.5% a 0.6% y en Honduras bajó de 56.4% a 1.8%. Sin embargo, las cifras generales sobre los flujos migratorios en El Salvador y Honduras dan cuenta de lo contrario.

El año pasado, Honduras marcó récord de deportados: 85,726. La cifra es cuatro veces más que la de 2019, cuando se firmó la carta de intención con México. Las solicitudes de asilo en México también se incrementaron, pasaron de 30,082 solicitudes en 2019 a 31,086 en 2022. Aunque los hondureños detenidos en la frontera con Estados Unidos disminuyeron 15,55%.

En cambio, la cantidad de salvadoreños detenidos en la frontera sur de Estados Unidos se incrementó: pasó de 90,085 en 2019 a 97,797 en 2022. Sin embargo, las deportaciones y solicitudes de asilo de salvadoreños en México han disminuido 78,63% y 13,67% respectivamente

El experto Ariel G. Ruiz Soto, del Instituto de Política Migratoria de Washington, explica para este reportaje que para que este tipo de programa sea exitoso debe invertirse el 10% del PIB de la nación receptora por un tiempo mínimo de 10 años. “Los estudios más amplios que hemos tenido nos enseñan que para que esos programas sean efectivos, tienen que durar décadas. Tiene que haber una agenda regional entre gobiernos que se comprometan en una década tan siquiera, a contribuir continuamente a estos países para que puedan mejorar las condiciones”.

Javier Urbano, maestro en Cooperación Internacional por el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y la Universidad Rey Juan Carlos de España, coincide y además destaca que uno de los principales obstáculos que enfrenta la iniciativa es que por ser una bandera política puede acabar con el fin de su gestión.

A un año de que finalice el sexenio de López Obrador, solo en El Salvador y Honduras empezó la asistencia técnica y financiera. Mientras, en Cuba, Belice y Guatemala apenas adelantan el proceso de registro de beneficiarios. En Haití, el programa quedó en la firma de la carta de intención, y de esto ya han pasado dos años.

Pese a estas demoras, el Gobierno mexicano es optimista y aspira encontrar nuevos socios para ampliarlo a América Latina. Carrillo Cubillas, comentó en una entrevista para esta investigación que, "si todo sale bien, si pudiéramos también platicar con nuestros socios cooperantes y que vean estos resultados. Podemos decirles en dónde y cómo ir aplicando estos programas para que se cubra toda Centroamérica, la zona del Caribe y también buena parte de América del Sur".

Pero aún falta mucho por transparentar, aprender e invertir para que la promesa de este programa, que a su vez es el sueño de muchos latinoamericanos, se pueda cumplir.

Si le interesa conocer más del tema, vea acá el especial periodístico.

* Este reportaje fue realizado por Jessica Ávalos, Lidia Arista, Katerin Galo, Mariel Ibarra, Ariadna Ortega y Shirlie Rodríguez para Expansión (México), Revista Factum (El Salvador), Ojoconmipisto (Guatemala), Criterio (Honduras) y CONNECTAS. Con la colaboración en reportería de Milo Milfort en Haití, Dion Vansen en Belice y el equipo de elTOQUE en Cuba.

Fue posible gracias al apoyo del International Center for Journalists (ICFJ) y realizado en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas.

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