El Aissami, ¿el fusible de Maduro?
Tareck El Aissami, la mano derecha del presidente venezolano, abandona su creciente cuota de poder en el gobierno en medio de un inusual operativo anticorrupción. Su salida obliga a un reacomodo interno en el chavismo y podría ser el sacrificio de Maduro ante Estados Unidos
El pasado viernes 17 de marzo comenzaron a circular por las redes sociales unos inesperados rumores según los cuales las autoridades habían realizado una serie de detenciones casi sin precedentes. Sin información oficial detallada, lo único disponible era un comunicado de la Policía Nacional Anticorrupción -una institución de la que hasta entonces nadie había oído hablar- en el que anunciaba que había solicitado al Ministerio Público la apertura de un proceso judicial contra “una serie de individuos” con posiciones en el poder judicial, la industria petrolera y algunas alcaldías. No había detalles, nombres, cargos, sólo que se trataba de corrupción administrativa y malversación de fondos. Poco después se supo que entre los afectados estaba el superintendente de Criptomonedas, Joselit Ramírez Camacho, un funcionario estrechamente vinculado al poderoso ministro de Petróleo, Tareck El Aissami.
Esa tarde las historias extraoficiales rondaron por todas partes. Al corrillo se sumó la del apresamiento de varios de los dueños de las empresas de construcción que en los últimos años levantaron modernos edificios en Las Mercedes, una zona comercial de clase media-alta de Caracas, proyectos que contribuyeron a alimentar la leyenda de que “Venezuela se arregló”. También, el de jueces, alcaldes, diputados y ex altos funcionarios regionales, todos identificados con el chavismo y, más precisamente, aliados de El Aissami.
En medio de una gran confusión, y sin que nadie en realidad entendiera la magnitud de lo que estaba pasando, antes de terminar el fin de semana se confirmaron cada una de las detenciones. Sin embargo, los detalles completos de las tramas de corrupción solo fueron apareciendo de forma extraoficial y a cuentagotas. El Aissami, la mano derecha del presidente Nicolás Maduro, renunció al ministerio para facilitar las investigaciones sobre supuestas irregularidades en los cobros de las facturas petroleras.
Hasta el momento, solo parece claro que el “chavismo sin Chávez” está en pleno proceso de redistribución de sus cuotas de poder. “El chavismo está organizado en ‘familias políticas’. Por eso, cuando cae el principal líder de una de estas, hay una especie de razia de todos los funcionarios que apoyaban al afectado”, explica el analista político Enderson Sequera.
La renuncia de El Aissami, quien representaba a uno de los grupos más fuertes dentro del chavismo, marca una reorganización en el círculo central del palacio de Miraflores. En ese proceso, todo apunta a que solo dos clanes sobrevivirán: el de los hermanos Rodríguez -Jorge y Delcy-, quienes actualmente controlan el Parlamento y la Vicepresidencia, respectivamente- y el de Diosdado Cabello, hoy sin más cargo que una curul en la Asamblea Nacional, pero con una influencia potente en las filas del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
La tercera de esas familias políticas, la de El Aissami, ha quedado al margen y sus piezas operativas dentro del gobierno están en prisión por supuestamente malversar al menos 3.000 millones de dólares de las facturas petroleras, una porción -cuyo monto se desconoce- en operaciones con criptomonedas. Para aumentar el misterio, el hoy exministro parece conservar su posición como vicepresidente sectorial, un cargo de alto nivel, pero más bien inocuo.
Para Sequera, en la reorganización de la cúpula del poder chavista ganarán sobre todo los hermanos Rodríguez. Incluso se atreve a especular que las áreas sustanciales que controlaba El Aissami (como el manejo de las criptomonedas) quedarán en manos de gente cercana a la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez. Mientras tanto, Cabello seguiría firme como la figura más representativa del chavismo originario.
Y no hay que olvidar que El Aissami no era un jefe cualquiera dentro del chavismo. “Maduro está saliendo de uno de sus pilares fundamentales de apoyo, está saliendo de su operador político”, aseguró Rafael Ramírez, quien fue por más de una década presidente de Petróleos de Venezuela y ministro de Petróleo, hoy exiliado en Italia.
Eso explica que, aun frente a un escándalo de corrupción de enormes proporciones -los US$3.000 millones que supuestamente se perdieron son el equivalente al PIB de una economía como la de Aruba, por ejemplo-, Maduro no ha dejado de respaldar a El Aissami. “Ha ratificado su condición de militante revolucionario y está en la disposición de tener la voluntad de cooperar en toda la investigación”, dijo el mandatario venezolano sobre su más cercano colaborador.
En una entrevista con el medio venezolano El Pitazo, Ramírez cree que Maduro sacrificó a su mano derecha porque “muy probablemente los americanos están presionando” al presidente venezolano “para llegar a algún tipo de acuerdo”.
El gobierno de Maduro lleva meses en unas difíciles negociaciones en México con la oposición venezolana, en las que su exigencia a Estados Unidos para que levante las sanciones contra Venezuela ha entorpecido la marcha del proceso. El Aissami no es cualquier funcionario para Washington: desde 2020 lo buscan las autoridades estadounidenses por su presunta participación en operaciones de narcotráfico . De hecho, el Departamento de Estado ofrece por él una recompensa de US$10 millones.
Ramírez también afirma que, además, el funcionario de origen sirio acumuló demasiado poder, lo que le convirtió en un peligro para otras fuerzas del propio movimiento oficialista. “Es uno de los operadores más eficaces y más peligrosos del chavismo”, aseguró durante la entrevista.
Por eso, todo indica que, gracias a su cercanía con Maduro quedará exento de consecuencias mayores, al menos de carácter judicial, y bajo la protección del mandatario chavista.
Quedan menos "familias"
Tradicionalmente, cuando los equilibrios de poder se quiebran dentro del chavismo, el ejecutivo toma acciones concretas. En el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, la medida favorita para detener cualquier liderazgo emergente en las filas del PSUV era destituir a los funcionarios (especialmente a aquellos que amenazaban con hacerle sombra al mandatario) y enviarlos a una embajada en el extranjero.
Pero Maduro tiene un estilo más radical. Si bien con algunos poderosos militantes históricos, como Elías Jaua, ha sido más sutil, otros han terminado exiliados, tras ser acusados por la justicia por su presunta corrupción.
El precedente -quizás el único- que tiene la caída de El Aissami es el hundimiento de Ramírez, quien fue el todopoderoso zar del petróleo en Venezuela y uno de los pocos hombres de confianza de Chávez. Ahora enfrenta desde el exterior un proceso judicial en Venezuela por presuntos actos de corrupción mientras estuvo al frente de Pdvsa.
Tras los recientes acontecimientos, el número de “familias políticas” en el chavismo se reduce todavía más. El proceso de depuración lleva años. En 2017 había siete clanes de poder, contando al propio Maduro y su esposa, Cilia Flores. El resto de los grupos estaban liderados por Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, Carmen Meléndez, Elías Jaua, Jorge Arreaza y Aristóbulo Istúriz. Totalmente marginados y sin poder alguno, quedan figuras históricas del viejo chavismo como Rafael Ramírez, Jorge Giordani y Héctor Navarro, quienes han sido sumamente críticos con Maduro.
Precisamente, Ramírez entiende que toda la movida con El Aissami muestra la debilidad del gobierno de Maduro. Pero todo dependerá de cómo juegan sus fichas los protagonistas en las próximas semanas. Los otros dos hombres fuertes del chavismo - Cabello y Rodríguez- ya han insinuado sus jugadas.
“Hay 19 detenidos hasta el momento, y estoy seguro de que vienen más”, dijo Rodríguez durante una intervención en el Parlamento que preside. En el mismo espacio, Cabello habló de la lucha contra la corrupción como “una batalla dura” en la que a veces se interponen los afectos. “Como dijo el padre Bolívar: ‘Entre un principio y un amigo, me quedo con el principio’. Que cada quien responda ante la justicia de acuerdo a lo que corresponda”.
Mientras tanto, desde el Ministerio Público -controlado por el chavismo- el fiscal Tareck William Saab confirmó que las detenciones son el preámbulo de lo que se avecina. Lo cual quiere decir que de esta historia aún no se conoce el punto final.
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