Sermón de las siete palabras llega en medio de enfrentamientos entre iglesia y sector gubernamental
La ceremonia de reavivar el sermón de las siete palabras, las últimas que habría dicho Cristo antes de morir ya crucificado según la tradición católica, sirve a la iglesia para fijar posiciones críticas acerca de acontecimientos o situaciones sociales y políticas.
Es por ello que es tan esperado por la sociedad dominicana el sermón que se ofrece en la Catedral Primada de Santo Domingo que tiene lugar a las 3:00 de la tarde y en el que intervienen siete curas, que hablan sobre las preocupaciones de la iglesia en ese momento.
Ante las últimas declaraciones del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, quien criticó la falta de independencia de los poderes del Estado y advirtió que “si no despertamos” el país caería “en una dictadura”, se podría esperar una respuesta contundente de la iglesia ante los ataques de que ha sido blanco su líder por aliados del gobierno del presidente Danilo Medina.
El clero podría responder a las declaraciones del senador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Rafael Calderón, quien calificó la advertencia de monseñor Ozoria como imprudente, desenfocada y alejada de “la prudencia histórica de la iglesia” o bien podría hacer caso omiso a dichas imputaciones.
Lo cierto es que en veces pasadas, el sermón de las siete palabras ha servido para denunciar la xenofobia revestida “de falso nacionalismo” y el gasto indiscriminado de funcionarios públicos en viáticos, dietas y bebidas alcohólicas, como ocurrió el viernes santo del 2018.
“Su súplica es el anhelo al Padre, para que el hombre, la persona y sus instituciones, sean conscientes y solidarios, con su prójimo, con su medio ambiente; para que no se firmen acuerdos y contratos (públicos o privados), donde se maltrata la dignidad de la persona ni se venda al mejor postor lo que constituye un bien común”, denunció la iglesia en aquel momento.
Mientras en 2017, el sermón fustigó a los políticos por la corrupción e inseguridad ciudadana y defendió su posición sobre la penalización del aborto.
Así en sucesivos momentos históricos la iglesia ha jugado su papel preponderante, como en los años de la tiranía trujillista cuando los obispos monseñor Francisco Panal y monseñor Thomás Reilly lanzaron críticas mordaces sobre los abusos de poder que se cometían entonces.
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