Pierden niño por difteria en medio de pobreza extrema en San Cristóbal
Pareja de esposo vive en casa de madera alquilada y con otros dos niños
La joven Dania Castillo, de pobreza extrema, residente en una casa de madera alquilada, reconoce que la muerte por difteria de su hijo Maicol José Ferreras Castillo, de cuatro años de edad, se debió al descuido de no vacunarlo contra este mal y porque muchas veces no disponía de recursos para llevarlo al médico.
Esta joven de 23 años de edad reside en el barrio Boruga Arriba, de la provincia San Cristóbal, con sus hijos Perla Daviana Ferreras Castillo, de ocho meses, y Michael José Ferreras Castillo, de dos, junto a su esposo Geraldo Antonio Ferreras, de 33, y quien es “chiripero” (trabajos casuales) en albañilería.
Castillo, cuya casa donde reside está ubicada en una loma, con alrededor de un kilómetro y medio de carretera deteriorada, con viviendas muy apartadas unas de otras, narró a Diario Libre que paga de alquiler 2,500 pesos mensuales, que en ocasiones no lo tienen ni ella ni su esposo. La joven Castillo es hija de Santa Doñé, de 45 años de edad, y Hostilio Castillo, de 52, quienes se encuentran enfermos.
Con lágrimas en los ojos dijo que su hijo Maicol falleció hace dos meses de la enfermedad infecciosa.
“El proceso fue corto, él (Maicol) comenzó con una gripecita normal un jueves, sin síntomas y sin nada, y yo lo llevé un sábado al Hospital Juan Pablo Pina, me lo nebulizaron y lo despacharon como a las 12:00 de la noche de ese día, y me le indicaron una bombita y un jarabe, el domingo en la mañanita temprano se lo compré y se lo di temprano”.
Agrega que “como a las 6:00 de la tarde volví y se lo di, porque le tocaba, y luego se durmió y como a la media hora despertó. Me dijo que le diera agua, le di un traguito, y ahí empezó a convulsionar, se le cortó la respiración y lo llevé al Juan Pablo Pina nuevamente, me lo ingresaron y me lo trasladaron para el Hospital Infantil Doctor Robert Reid Cabral”.
Le faltaban seis vacunas al niño de cuatro años
Dania Castillo sostuvo que a su hijo Maicol le faltaban como seis vacunas por ponerse. Al preguntársele a qué se debió el descuido de no llevar a inmunizar al niño, respondió en voz baja y cómo con pensamiento profundo: “nada, percance de la vida”, miró hacia los lados y hacia abajo.
Según los especialistas, la difteria es causada por la bacteria corynebacterium diphtheriae que suele multiplicarse en la superficie de la garganta o cerca de ella. Es mortal en 5 de 10 de los casos, con una tasa de mortalidad más alta en niños pequeños. El tratamiento consiste en la administración de la antitoxina de la difteria para neutralizar los efectos de la toxina, así como antibióticos para matar a las bacterias.
Sus síntomas, que suelen manifestarse entre 2 y 5 días después de la exposición de la bacteria, pueden ser desde leves hasta graves. A se presentan de modo gradual, empezando por dolor de garganta y fiebre.
La joven Castillo dijo que anteriormente trabajaba en una banca de lotería, pero que dejó ese trabajo cuando internaron al niño que falleció. “El trabajo de la banca lo hacía caminando por las calles, es decir, que no estaba fija en un local, y el niño lo dejaba con su abuela, con mi mamá”.
Narró que se dio cuenta que el niño murió como a las 3:30 de la madrugada en el hospital Robert Reid Cabral, en una habitación donde colocan a las madres que tiene sus hijos en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que se encontraban todas orando, pero llegó una doctora y le dijo que “el niño entró en paro, que lo estaban reanimando, pero que, entró en paro (murió)’’.
Asegura que los otros dos niños están al día en sus vacunas
Sobre los dos niños que les quedan, Dania Castillo afirma que “los dos tienen al día con sus vacunas, y que las autoridades de Salud Pública han ido alrededor de cuatro veces a supervisar la zona, porque le dicen (las autoridades) que se trata de una enfermedad contagiosa, hasta con haber aplicado vacuna, y que como hubo uno cerca se pueden seguir contagiando más”.
Añadió que cerca de su casa “hubo una niña que le comenzó a salir, pero la llevaron y la vacunaron”.
El sueño de Castillo es poder tener a sus hijos en una casa propia y adecuada para una vida decente, así como recibir algún tipo de ayuda del Gobierno u alguna organización que le permita mejorar su situación.
“Mi esposo gana, dependiendo, cuando aparece trabajo, a veces gana dos mil y cinco mil (pesos), que usamos para la comida y pagar la casa, y también para mandarle dinero a su mamá Fiordaliza Gerónimo, que sufre del corazón y vive en Constanza, junto con su papá José Antonio Ferreras, así, ya usted sabe”, comentó.
Leonardo Corporán, presidente de la Junta de Vecinos Esfuerzos Compartido de Boruga Arriba, provincia San Cristóbal, solicitó a las autoridades ofrecerle algún tipo de ayuda a esta familia que está luchando por sobrevivir en medio de precariedades.
Santa Díaz Florentino supervisora del área de Vacunación e Inmunización del Hospital Regional Docente Juan Pablo Pina, en San Cristóbal, informó que vacunan entre 150 a 200 pacientes diariamente, de lunes a viernes.
Indicó que ese es el nivel central, donde asisten la gran mayoría de los pacientes y de todas las comunidades y que vacunan a todo el que le corresponde y de acuerdo a la edad.
Dijo no tener conocimiento del caso del niño Maicol, del cual hace ya dos meses de su fallecimiento por difteria, pero que había escuchado por la prensa del mismo.
Puntualizó que nunca han dejado de vacunar y que normalmente el horario de trabajo es de 8:00 am. a 4:00 pm., de lunes a viernes, pero que ahora por el asunto de la pandemia, laboran de 8:00 am. a 3:00 pm.
Díaz Florentino dijo que “las vacunas se aplican dependiendo la edad, desde cero años de nacidos, los niños se vacunan hasta 4 años, por cita, y luego a los 14 años, y a los 24” años.
Refiere que están obligados a iniciar un esquema de inmunización a las personas que dicen que no tienen puestas las vacunas. La vacuna se aplica de acuerdo a la edad del niño, cada dos meses.
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