Niños migrantes, hacinados en celdas de concreto en Estados Unidos
Los niños son en su mayoría de Centroamérica y representan un reto particular
BROWNSVILLE, Texas, EE.UU. (AP) - Rostros de niños pegados a ventanales. Cientos de niñas y niños cubiertos con delgados cobertores, rodeados de cercas de alambre de púas y el fuerte mal olor que generan las personas hacinadas en lugares cerrados.
Esto es lo que se pudo presenciar el miércoles en una visita a las repletas estaciones de la Patrulla Fronteriza en el sur de Texas y Arizona, donde miles de inmigrantes no autorizados son detenidos antes de trasladarlos a otros albergues en el país.
Fue la primera ocasión en que medios de prensa tuvieron acceso a las instalaciones desde que el presidente Barack Obama calificó de "situación de emergencia humanitaria" el ingreso a Estados Unidos más de 47.000 menores de edad solos durante este año presupuestal.
Las estaciones de la Patrulla Fronteriza como las de Brownsville y Nogales no se construyeron para mantener a muchas personas albergadas mucho tiempo. Lo normal es que los detenidos esperen ahí hasta ser procesados y conducidos a centros de detención. Pero la cantidad de menores que llegan sin sus padres al país por la frontera ha abrumado al gobierno federal.
Los niños son en su mayoría de Centroamérica y representan un reto particular porque la ley exige a la Policía de Aduanas y Protección Fronteriza que lo entregue al Departamento de Salud y Servicios Sociales en un plazo de 72 horas. La red de aproximadamente 200 albergues de esa agencia diseminados por el país ha operado por encima su capacidad durante meses y ahora se están encargando de más de 7.600 niños.
Se han comenzado a acumular niños en las ya sobrepobladas estaciones de la Patrulla Fronteriza. Eventualmente, la Patrulla comenzó a enviarlos por avión a Arizona, donde estableció un centro de procesamiento masivo en la ciudad fronteriza de Nogales, al que también tuvieron acceso reporteros el miércoles. De ahí, los niños son enviados a albergues privados o alojamientos temporales en barracas o bases militares en California, Texas y Oklahoma.
Pero los niños albergados en Fort Brown permanecen bajo la custodia de una agencia mal equipada para ocuparse de ellos. El miércoles, decenas de muchachos fueron separados de decenas de muchachas. Las madres con niños pequeños estaban en otra celda.
En un patio afuera de la estación los rostros eran un poco más felices. Niños pequeños dibujaban bajo una tienda de campaña del ejército.
Una decena de niñas de quizá 5 o 6 años estaban sentadas bajo otra tienda de campaña afuera de un remolque con duchas, todas ellas con el cabello mojado y brillante. Mujeres con guantes azules peinaban a cada niña. Sobre las mesas había pilas de pantalones de mezclilla limpios, camisetas y artículos de tocador.
Más al fondo del patio, algunas muchachas pateaban un balón de fútbol y jugaban con trabajadores de la Agencia Federal de Atención de Emergencias lanzando un balón de fútbol americano.
En Nogales, Arizona, muchachas jugaban fútbol y dos agentes fronterizos les gritaron cuando el balón pasó sobre la cerca, alejándose de la pequeña área de recreación cubierta por una tienda de campaña blanca. Otras que jugaban baloncesto animaban a sus compañeras de diversión.
Pero en el interior, los aproximadamente mil niños albergados en una bodega limpia de 11.150 metros cuadrados (120.000 pies cuadrados) estaban en silencio.
En un área para niños, prácticamente nadie estaba poniendo atención a un televisor de alta definición que transmitía un juego de la Copa Mundial.
Un grupo pequeño de muchachos jugaba fútbol en esa zona cercada, pero la mayoría estaban acostados sobre pequeñas colchonetas y se cubrían con mantas delgadas que parecían de papel aluminio.
Cercas de 4,5 metros de altura con alambre de púas en la parte superior separa a los niños por edad y género.
Los niños son alimentados tres veces al día y se turnan para usar en grupos los 200 asientos del área de comedor.
Las estaciones de la Patrulla Fronteriza como las de Brownsville y Nogales no se construyeron para mantener a muchas personas albergadas mucho tiempo. Lo normal es que los detenidos esperen ahí hasta ser procesados y conducidos a centros de detención. Pero la cantidad de menores que llegan sin sus padres al país por la frontera ha abrumado al gobierno federal.
Los niños son en su mayoría de Centroamérica y representan un reto particular porque la ley exige a la Policía de Aduanas y Protección Fronteriza que lo entregue al Departamento de Salud y Servicios Sociales en un plazo de 72 horas. La red de aproximadamente 200 albergues de esa agencia diseminados por el país ha operado por encima su capacidad durante meses y ahora se están encargando de más de 7.600 niños.
Se han comenzado a acumular niños en las ya sobrepobladas estaciones de la Patrulla Fronteriza. Eventualmente, la Patrulla comenzó a enviarlos por avión a Arizona, donde estableció un centro de procesamiento masivo en la ciudad fronteriza de Nogales, al que también tuvieron acceso reporteros el miércoles. De ahí, los niños son enviados a albergues privados o alojamientos temporales en barracas o bases militares en California, Texas y Oklahoma.
Pero los niños albergados en Fort Brown permanecen bajo la custodia de una agencia mal equipada para ocuparse de ellos. El miércoles, decenas de muchachos fueron separados de decenas de muchachas. Las madres con niños pequeños estaban en otra celda.
En un patio afuera de la estación los rostros eran un poco más felices. Niños pequeños dibujaban bajo una tienda de campaña del ejército.
Una decena de niñas de quizá 5 o 6 años estaban sentadas bajo otra tienda de campaña afuera de un remolque con duchas, todas ellas con el cabello mojado y brillante. Mujeres con guantes azules peinaban a cada niña. Sobre las mesas había pilas de pantalones de mezclilla limpios, camisetas y artículos de tocador.
Más al fondo del patio, algunas muchachas pateaban un balón de fútbol y jugaban con trabajadores de la Agencia Federal de Atención de Emergencias lanzando un balón de fútbol americano.
En Nogales, Arizona, muchachas jugaban fútbol y dos agentes fronterizos les gritaron cuando el balón pasó sobre la cerca, alejándose de la pequeña área de recreación cubierta por una tienda de campaña blanca. Otras que jugaban baloncesto animaban a sus compañeras de diversión.
Pero en el interior, los aproximadamente mil niños albergados en una bodega limpia de 11.150 metros cuadrados (120.000 pies cuadrados) estaban en silencio.
En un área para niños, prácticamente nadie estaba poniendo atención a un televisor de alta definición que transmitía un juego de la Copa Mundial.
Un grupo pequeño de muchachos jugaba fútbol en esa zona cercada, pero la mayoría estaban acostados sobre pequeñas colchonetas y se cubrían con mantas delgadas que parecían de papel aluminio.
Cercas de 4,5 metros de altura con alambre de púas en la parte superior separa a los niños por edad y género.
Los niños son alimentados tres veces al día y se turnan para usar en grupos los 200 asientos del área de comedor.
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