El Ozama, las lluvias y un impetuoso noviembre
La intranquilidad se apodera de sus vecinos desde que el día se torna gris
“Debajo del puente, en el río hay un mundo de gente, abajo, en el río, en el puente”.
La canción del cantautor español Pedro Guerra, describe la cotidianidad de cualquiera de los barrios de la zona norte de la capital y de algunos sectores de la margen occidental de la provincia Santo Domingo.
Los que habitan las barriadas que bordean el Ozama conviven junto al peligro, ante la incesante posibilidad de la crecida del río. Algunos viven en la ribera y otros en la misma “rivera”, pocos centímetros separan sus casuchas del lecho.
La intranquilidad se apodera de ellos desde que el día se torna gris. Vivir junto al caudaloso Ozama podría calificarse como un deporte extremo, aunque quizás ninguna federación deportiva lo haya imaginado.
Ver la cara del general Méndez en un programa matutino, le recuerda a doña Juanita, residente de Gualey, que la cosa no anda bien, así que antes de salir de su casa pone en marcha su “plan de contingencia”: subir la cama en blocks, colocar los electrodomésticos en bolsas plásticas, comprar algunas velas, bajar el interruptor eléctrico... acciones que ella y sus nietos desarrollan de forma automática cuando el día pinta lluvia.
Al igual que muchos de sus vecinos, Juanita anhela salir de la barriada, mudarse a un lugar seco, donde pueda observar la belleza que otros ven en la lluvia, pero la situación se torna cuesta arriba con un salario que apenas le alcanza para comer a ella y A sus dos nietos huérfanos.
Ese micro universo que se observa debajo del puente de La 17 (el Francisco del Rosario Sánchez) es un paisaje excelente para las fotos y los videos de los políticos que buscan pescar en “río revuelto”, y venderse como buenachones, pero nunca para el diseño de políticas públicas efectivas que promuevan la movilidad social y permitan reubicar a esas familias en zonas vivibles.
Con la celeridad con la que marcha el reloj y con la inclemencia de un clima impetuoso, ha vuelto un noviembre cargado de lluvia, mes que en los últimos años ha agarrado a las autoridades dominicanas asando batatas... ojalá que los infortunios del pasado reciente hayan servido para adoptar políticas preventivas.
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