Nadie vela por la salud mental de los policías y militares
Ni el Ministerio de Defensa ni la Policía Nacional realizan evaluaciones sicológicas periódicas a sus agentes
Por la naturaleza de su labor, los policías y militares se enfrentan frecuentemente a situaciones de violencia que pueden afectar la salud mental de cualquier individuo. Sin embargo, según testimonios de los propios agentes, el seguimiento a su estado emocional dentro de estos organismos es escaso o inexistente.
Aunque es un requisito que los aspirantes a la Policía o a la milicia pasen una serie de pruebas que incluyen evaluaciones sicológicas, una vez ingresados y sin importar el “servicio” que les toque prestar, los agentes quedan a su suerte, cargando no solo con las experiencias de su jornada laboral, sino también con los problemas personales que puedan tener.
“Nunca volví a un sicólogo”, comenta un expolicía que duró 22 años en la institución y asegura que solo fue evaluado al ingresar, ya que en la organización no se realizan pruebas periódicas. Prefiere no ser identificado por su nombre, por lo que en esta historia será citado como el agente Pérez.
Otra versión similar la ofrece un policía activo, quien afirma que, en ocasiones, un superior puede notar algún cambio en el estado de ánimo del agente y sugerirle que acuda a evaluarse, pero no existe una política de seguimiento regular.
En el caso de los militares, la situación no es muy diferente: “Estar expuesto a hechos violentos de manera continua sí afecta emocionalmente, pero no te dan seguimiento”, comenta un militar con más de 19 años de servicio.
“El que desee ir al sicólogo de la milicia puede hacerlo, ya que hay suficientes, pero no hay un seguimiento que indique ‘es necesario que usted vaya’”, añade.
Como los anteriores, este militar prefiere no ser identificado. Aclara que sí se realizan pruebas sicológicas al ingresar a la institución o cuando el militar pasa de portar un arma larga a una corta. En algunas ocasiones, la prueba también se lleva a cabo cuando se va a ascender de rango, pero no se vincula con el tipo de labor que desempeñen.
Las pruebas
De acuerdo con el Reglamento de Aplicación de la Ley Orgánica de la Policía Nacional (590-16), los mecanismos de selección e incorporación a esta organización incluyen someter a los aspirantes a un concurso de méritos mediante la evaluación de aptitudes, experiencia, competencias básicas, relaciones interpersonales y condiciones de personalidad.
“La evaluación podrá estar integrada por exámenes y evaluaciones de carácter médico, toxicológico, psicológico, poligráfico y socioeconómico”, establece el reglamento.
Sin embargo, el agente Pérez afirma que, en el pasado, las pruebas no eran tan rigurosas y cualquiera con una persona que intercediera por él podía ser contratado sin aprobarlas. Él cree que ahora los controles son más estrictos, ya que recientemente acompañó a una persona a las evaluaciones para ingresar a la Policía Nacional y fue rechazada por presentar síntomas de depresión y ansiedad.
Durante su tiempo activo, Pérez también vio compañeros afectados por la violencia cotidiana. A él mismo le tocó atender casos graves, como el de un hombre que mató a su pareja, mucho menor que él y luego se suicidó.
Sin embargo, dice que lo que más lo afectaba no eran esos eventos, sino los problemas económicos. “A veces cobraba mi sueldo y llegaba a mi casa con depresión, porque tenía que pagarle al prestamista. La mujer me esperaba porque había cobrado, pero yo sabía que eso no alcanzaba para pagar la casa. Eso sí me daba depresión”, relata.
El agente Pérez no compartía su situación con sus superiores porque, según él, ellos ya lo sabían. “Los superiores también te quitan dinero del sueldo”, afirma.
Los bajos salarios en la Policía, que actualmente comienzan en alrededor de 30,000 pesos mensuales para el rango de cabo, han sido objeto de constantes críticas. En algún momento, el salario policial fue conocido como “sueldo cebolla”, porque “lo ves y te da ganas de llorar”, como comentó un agente en 2015.
A nivel personal, Pérez nunca consideró buscar ayuda sicológica, aunque sabía que la Policía contaba con un hospital donde se podían hacer evaluaciones.
No existen datos oficiales sobre cuántos agentes están afectados por problemas sicológicos graves. Las solicitudes de información enviadas al Ministerio de Defensa y a la Policía Nacional sobre este tema no han sido respondidas, a pesar de haber transcurrido más de dos semanas.
Las pocas informaciones disponibles provienen de los comentarios de los propios agentes y de algunas manifestaciones extremas que se conocen a través de los medios de comunicación, las cuales sugieren la presencia de trastornos mentales.
Uno de los casos más recientes es el del policía Christopher Fuse, quien disparó contra un grupo de personas en San Francisco de Macorís y luego se suicidó. Los videos del incidente muestran cómo el agente se altera tras una partida de dominó en un colmado. Saca un arma, la empuña frente a sus compañeros y luego sale a la calle. Dispara contra un grupo de hombres que estaban reunidos bajo un árbol al otro lado de la vía. El último disparo lo dirige a su cabeza, muriendo en el acto. Poco después, uno de los cuatro que hirió falleció.
Días antes, el 15 de agosto, fue arrestada Ana Josefa Castillo Cuello, médica y miembro del Ejército, acusada de asesinar a su hija de seis años, a quien decapitó con un cuchillo. Tras este estremecedor suceso, ocurrido en Santo Domingo Este, surgieron testimonios de conocidos que aseguraban que la mujer enfrentaba problemas sicológicos.
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