Sermón de las Siete Palabras: sed de respuesta solidaria y valiente para Haití
Iglesia critica las ambiciones de la clase política
“Tengo sed”, la quinta palabra de Jesucristo crucificado, fue exclamada este Viernes Santos por el diácono de la parroquia San José de Calasanz, Ángel Canó Sención, como un reflejo de las necesidades básicas no resueltas que padece la población.
Dijo que la sed de justicia y de paz es una de las más elementales, en momentos en que muchos en el país, también en Haití, padecen las consecuencias de las ambiciones de la clase política.
En la frase, que le provoca a identificar de qué están sedientos los humanos, encuentra sorpresas en las interioridades de algunos que se llenan de ambiciones, expresó.
Señaló el “germen” de la corrupción económica que permea en el entorno social y político. “Queda expuesta, en una presencia cada vez más aguda de grupos, que los especialistas económicos llaman élites extractivas, una minoría política y económica que, sin crear riquezas, se dedican a la articulación de métodos y técnicas para captar y extraer recursos públicos que deberían destinarse al desarrollo de políticas y programas sociales”.
Esas “élites extractivas”, dijo, tienen presencia en el mundo de las finanzas, de la economía, de la política, la justicia y los medios de comunicación y, con su “ávida ambición de poder”, aparecen las ansias por la fama, el afán de lucro, el protagonismo y el dinero, que diluyen la dignidad de la persona que se deja cautivar por estas, reflexionó el diácono.
Para el religioso, el mundo vive momentos de mucho dolor, que sería consecuencia de ambiciones que conducen a grandes tensiones mundiales y que reconfiguran la geopolítica en función de quienes se consideran las grandes potencias mundiales o de grupos radicales que impulsan división y odio entre pueblos y comunidades.
“Vemos la situación de nuestro hermano pueblo de Haití, sometido al desgarre social y político que generan las ambiciones incentivadas. Son tiempos que demandan una respuesta solidaria y valiente, que respete la libertad y soberanía de nuestros países, que procure explicitar auténticamente y con firmeza los reales propósitos y agendas globales, regionales y como país”, demandó Canó Sención.
Un pueblo sediento
En el caso dominicano, entiende que el pueblo está hoy sediento de un sistema que responda a los principios de un Estado social y democrático de derecho, que tenga como fundamento la dignidad de las personas.
“Esta sed se concretiza en la urgente necesidad de promover estructuras más justas y equitativas; de compromisos con el bien común, de promoción de los valores humanos, la defensa de la vida y la familia, en las que el accionar social y político esté sometido a valores éticos y morales que realcen un verdadero compromiso y vocación de servicio a los demás”.
El católico considera que el pueblo también tiene sed de un sistema educativo eficiente que promueva el desarrollo de la persona a través del conocimiento y la formación; de un sistema de salud y seguridad social inclusivo, que responda a las necesidades de todos sin discriminación, que no descuide ni margine a envejecientes.
Necesita, además una clase empresarial comprometida con los fundamentos del bien común y de buenas prácticas empresariales y de comercio, que no imponga condiciones de mercado que vulneren el bienestar común de las personas.
El diácono advierte una legítima sed de una clase política que se sienta cautivada más por los ideales de justicia que por el poder, que asuma procesos de transformación que apunten a la consolidación de una sociedad más justa y equitativa. Sed de políticas medioambientales comprometidas con acciones concretas de protección del entorno en interés de prevenir, mitigar, corregir y compensar los impactos ambientales en los limitados ecosistemas.
“¡Tenemos sed de hombres y mujeres solidarios, que ejerzan una ciudadanía responsable, comprometidos con una convivencia pacífica y solidaria, que miren a los demás como hermanos, hijos de un mismo padre!”, exclamó.
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