Una escuela en construcción desde 2014 convertida en pensión y habitada por inmigrantes

La obra la comenzó la OISOE en Cancino 1 en el año 2014

Los inquilinos pagan hasta 1,500 pesos a un hombre identificado como Félix (Kevin Rivas)

 Al menos ocho familias viven en las aulas y un furgón de una escuela en construcción desde el año 2014, en Cancino 1, Santo Domingo Este, donde le pagan renta a un hombre por identificar. La obra era edificada por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (Oisoe), y el ingeniero contratista era Dionicio Ortega de Jesús.

Los inmigrantes haitianos, que apenas logran articular algunas palabras en español, solo saben que el hombre que los ubicó en la estructura se llama Félix y es quien supuestamente está encargado de cuidarla.

La renta que pagan es de 1,000 pesos por cada mes, los días 30. Uno de ellos dijo que también pagó un depósito de 1,000 pesos cuando se mudó, hace dos meses.

Los inquilinos se encargan de colocar hojas oxidadas de zinc para cubrir las ventanas, y usan madera vieja para armar las puertas, o colocan cortinas. 

Abajo viven tres familias. Al segundo piso se accede por una rampa, donde eventualmente se deben colocar los escalones, con trozos de madera clavados al concreto para poder fijar la pisada. Allí arriba viven otras cuatro familias. 

En el patio trasero hay un furgón, también alquilado a una mujer que se identificó como María Jean, y sus dos hijos pequeños. Improvisó dentro cuartos divididos por cortinas, una sala y una cocina. 

Estas personas viven en extrema pobreza, cocinan en fogones, hasta en el segundo piso, y no tienen baños. En la amplitud de los cuartos que serían aulas de clases, esparcen sus escasas pertenencias. 

Por el tiempo que lleva abandonada la obra, el techo tiene filtraciones en algunas partes. Las aulas desocupadas están llenas de basura y heces fecales. 

Se las han ingeniado para llevar corriente con unos alambres y el agua con una tubería de PVC. La que vive en el furgón tiene hasta un tinaco.

La futura escuela está a pocos metros de la avenida Charles de Gaulle, en la calle Antonio Guzmán, que es realmente un camino de tierra y piedras, por el que corren corrientes de aguas residuales. Toda el área está cubierta por la maleza y yerba entre las que se pierde un hombre. 

Cerca de una docena de hombres y mujeres de la comunidad entró al proyecto y conversó con los que allí viven. Al ver lo que sucedía, demandaron que las autoridades saquen a los invasores y reanuden la construcción de la escuela, necesaria para mitigar el déficit de aulas en la víspera del año escolar. 

También piden la construcción de la calle Antonio Guzmán, ya que, por su mal estado, la zona es invivible. 

Periodista y escritor. Egresado de la UASD, con una trayectoria en prensa televisiva y varios medios impresos.