Miami Beach celebra su centenario ante el reto del cambio climático

Es el destino dorado para 3,5 millones de turistas cada año

Imagen del letrero luminoso que marca una de las entradas a la ciudad de Miami Beach que celebra su centenario . EFE

MIAMI. Miami Beach celebra el centenario de su fundación con un gran despliegue musical y ambiente festivo en sus playas y calles, consolidada como gran destino turístico y mientras se prepara para el cambio climático como principal desafío para el futuro.

Miles de personas se volcaron la pasada semana en la noche del aniversario de Miami Beach con un concierto que reunió a cantantes como Barry Gibb, integrante de The Bee Gees, el tenor italiano Andrea Bocelli, la estrella latina Gloria Estefany el popular cubano de Miami Jon Secada.

Todos ellos desplegaron sobre el escenario su talento para conmemorar la historia de una ciudad que va más allá de sus palmeras junto al mar, sus luces de neón en la noche o sus incansables turistas en busca de ocio, mientras las instituciones de esta urbe adoptan ya medidas para afrontar la lenta e inexorable subida del nivel del mar.



Preparación para cambio climático

Destino dorado cada año para 3,5 millones de turistas nacionales o extranjeros, la ciudad vivió en su cumpleaños todo tipo de celebraciones exóticas como bodas multitudinarias, ceremonias de nacionalidad para inmigrantes, espectáculos de astronomía y, por supuesto, música.

Pero al margen de los festejos, el gobierno local incorporó una cumbre ambiental que analizó el desafío del cambio climático y los efectos que este fenómeno puede acarrear para sus cerca de 90.000 habitantes, que se duplican diariamente con turistas y trabajadores.

Desde 1870, el aumento del nivel del mar en la costa suroriental de Florida ha sido de 30 centímetros, mientras que el promedio mundial fue 20 centímetros, según el último informe de la organización World Resources Institute (WRI).

Tal incremento hace del condado de Miami-Dade, compuesto por 35 ciudades, el de mayor personas habitando a tan sólo 122 centímetros del nivel del mar que cualquier otro estado en el país, exceptuando Luisiana, según WRI.

El alcalde Philipe Levine ha llegado a la convicción de que Miami Beach "es considerada ahora el laboratorio viviente para adaptarse al crecimiento de los mares", y la ciudad avanza en planes de mejoras del sistema de drenaje de agua de lluvia y alcantarillado, instalación de bombas para el desagüe y la elevación de muros de contención.

Pero el coste de esta adaptación, valorado inicialmente en 400 millones de dólares, sobrepasa la capacidad financiera de la ciudad, por lo que será necesario el apoyo y los recursos federales, según ha reconocido el propio alcalde.

Portavoces vecinales como Valerie Navarrete expresaron también a Efe su preocupación por los daños que las mareas altas provocan en ocasiones en garajes, vehículos y propiedades.

Navarrete, como muchos otros de los afectados que viven en pleno enclave turístico, a pocas cuadras del famoso bulevar comercial Lincoln Road, en la popular South Beach, sabe que las inundaciones no obedecen sólo a las tormentas, sino que la nueva amenaza es la marea alta por el incremento del nivel del mar.

De manglar a urbe

Para muchos resulta todavía "milagroso" que un pantano en las costas del Atlántico plagado de mosquitos y cocodrilos se haya convertido en esta ciudad cosmopolita.

La historia de esta isla, ahora conectada por varios puentes, ha estado determinada por el agua, que ocupa el 62 % de su territorio de 48 kilómetros cuadrados separados del resto de Miami-Dade por la Bahía Vizcaíno.

Fueron muchos los años y las fortunas gastadas en el dragado y relleno de este terreno poroso y enmarañado, en el que ya habían fracasado hace dos siglos plantíos de cocos y aguacate.

Y aunque el 26 de marzo de 1915 Miami Beach se convirtió en ciudad, era apenas en el papel, pues lo único que existía eran tres hoteles, pocas mansiones, entre ellas la del empresario de bienes raíces de Indiana Carl Fisher, y un campo de golf de 18 hoyos.

La transformación de manglar a ciudad comenzó realmente durante la década de 1920 impulsada por el millonario Fisher, "el padre de Miami Beach" y algunos banqueros de Miami,

Pero Fisher no logró vender ni regalar terrenos de la despoblada Miami Beach, ni que los periódicos del noreste del país por lo menos la diferenciaran de Miami.


El genio de Hannagan

Tuvo que llegar de Nueva York el genio publicitario Steve Hannagan, que puso a bellas jovencitas en traje de baño a vender este lujoso destino tropical, y aprovechó a un millonario que murió jugando polo para empezar a enviar despachos noticiosos fechados en "Miami Beach".

Hannagan puso en el mapa a Miami Beach y desde entonces esta glamurosa ciudad, famosa también por el estilo "art déco" que impregna su distrito histórico, fue moldeando poco a poco su propia personalidad marcada por la diversidad.

Puerto de entrada en América para inmigrantes, exiliados y multimillonarios de todas las partes del mundo, Miami Beach se ha convertido en un mosaico sociológico en el que sobresale una comunidad cubana que desde la revolución trajo poco a poco de la isla caribeña su acento, sus comidas, su café y sus tradicionales "mojitos".

En las últimas décadas, miles de colombianos, venezolanos, brasileños y centroamericanos han encontrado también en Miami Beach trabajo y residencia, en distintas versiones de lo que se ha dado en llamar "el sueño americano".

Miami Beach y en general la franja costera de la región ha tenido durante décadas el influjo de capitales de millonarios de Latinoamérica, ya sea empresarios, políticos, narcotraficantes y también de exiliados que huyen de sus países, en la década reciente, de venezolanos.

Últimamente, tras superar la crisis de vivienda (2007-2009), los latinoamericanos encabezan también la compra de inmuebles en el sur de Florida, especialmente venezolanos, argentinos y brasileños, seguidos de colombianos y mexicanos.

Este potencial desarrollo del sector de la construcción, sin embargo, enfrenta de nuevo la incógnita ambiental de una ciudad que ahora mismo analiza levantar 20 centímetros una de sus principales avenidas, West Avenue, para evitar los estragos de las inundaciones.

Un reto aún más complejo en un estado en el que su gobernador, el conservador Rick Scott, que mantiene una posición escéptica sobre el fenómeno del cambio climático, es cuestionado por denuncias de empleados y exempleados suyos que aseguran, tiene prohibido el uso oficial de las palabras "cambio climático".