La pesca consume la vida marina de Montecristi

Diario Libre examina varios tipos de captura para verificar su impacto en el ecosistema de esta provincia que comprende la tercera población pesquera más grande de la República Dominicana

Por Mariela Mejía/Marvin del Cid

MONTECRISTI. Lugar del Morro, de manglares, arqueología submarina, arrecifes de coral, aves migratorias... de pesca indiscriminada e ilegal. Un territorio con gran potencial ecoturístico, donde el mismo Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (Codopesca) reconoce que los infractores están mejor equipados que el personal supervisor, y con frecuencia se les escapan.

Montecristi es una provincia costera del noroeste de República Dominicana con más de 109 mil habitantes. Por la diversidad de su ecosistema, tiene protegido el 20 % de su área total. No obstante, comprende la tercera población pesquera más grande del país, la mayoría artesanal a pequeña escala, que emplea entre 14 y 17 tipos de artes de pesca. El último conteo recogió 502 pescadores, de los que el 72 % solo había estudiado hasta el nivel primario.

En exploraciones hechas por el Ministerio de Medio Ambiente se observó que más del 60 % de los ejemplares de peces existentes en aguas marinas de la provincia son juveniles. Los mismos pescadores testimonian la reducción de las poblaciones y el tamaño de las especies por la pesca sin control -incluso dentro de territorio de Parque Nacional-, cuyo destino también es Haití.

Diario Libre examina la situación para verificar su impacto en el ecosistema marino.

Los chinchorros que recogen todo

Es mediodía de un viernes. Ocho pescadores –dominicanos y haitianos- tratan de huir en su bote al confundir al equipo no identificado de prensa con supervisores del Ministerio de Medio Ambiente. Se percatan del error, y llegan a la orilla de una playa en la ensenada de Estero Balsa, un área protegida dentro del Parque Nacional Montecristi. Se dividen en dos grupos de cuatro y empiezan a halar con fuerza unas largas cuerdas. La meta es sacar del mar un viejo chinchorro.

Luego de 30 minutos de halar y halar bajo una temperatura que se siente de 40 grados Celsius, llega el chinchorro a la orilla. Es una gran red que trae consigo plantas marinas, basura y peces de todo tamaño y tipo, que saltan desesperados y salpican agua de mar. Hay peces globo, cojinúas, sardinas, mojarras... y una raya águila (chucho). Recogen los mejores para llevarlos a la pescadería; liberan al agua los muertos y otros que luchan por sobrevivir.

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Al preguntarle a un pescador si vale la pena este trabajo, responde: “No deja (dinero), pero el pobre tiene que hacerlo”. Pero lo cierto es que –explica- si la pesca fue buena, luego de que devuelven el 10 % de las ventas al patrono, en un día se puede ganar hasta RD$3 mil, dependiendo de cuántos quintales se reúnan.

Pescar con chinchorro de arrastre en las desembocaduras de cursos de agua, estuarios, bahías, praderas marinas y zonas arrecifales está prohibido en la República Dominicana por la Ley 307-04 que crea a Codopesca. Y es que estas redes, así como recogen ejemplares adecuados, también extraen juveniles y macroalgas sin ningún tipo de selectividad, generando una reducción significativa de las poblaciones capturadas. Hay quienes las usan con una apertura de malla muy pequeña que hace más difícil que algo se escape.

Jeannette Mateo, directora de la Dirección de Recursos Pesqueros de Codopesca, explica que Montecristi es una de las zonas con mayores conflictos en el uso de chinchorros, pues en ocasiones la pesca es practicada por haitianos que huyen hacia aguas de su país o la hacen junto con dominicanos que los contratan.

“Se trabaja en la persecución del delito pesquero con el apoyo de nuestra estación de servicio y administración pesquera de Montecristi y con el apoyo de la Armada, pero a decir verdad, los infractores están mejor equipados que nuestro personal, por lo que con frecuencia huyen”, dice Mateo.

En las últimas semanas, cuando los pescadores vienen a la playa de Estero Balsa, lo hacen con cuidado. Dicen que la zona está “caliente” por la muerte de peces en una laguna costera que el Ministerio de Medio Ambiente investiga si su causa fue por envenenamiento de las aguas, un modo de pesca prohibido por la Ley 307-04. En este lugar se respiraba un hedor por los peces descompuestos.

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El compresor eterno

La Ley 307-04 también prohibe el uso de compresores para la pesca de buceo, pero en Montecristi es una práctica común y Mateo asegura que eliminarla sigue siendo un reto.

Con llegar una tarde al malecón de San Fernando se puede ver a los buzos montando los compresores en camionetas, con la pesca del día. Prefieren este tipo de aparato porque, a diferencia de los tanques de oxígeno, que tienen una reserva limitada, los compresores permiten bucear por el tiempo que sea necesario sin tener que volver a la superficie a buscar más aire.

Este tiempo que el buzo pasa bajo el agua le permite hacer una pesca indiscriminada. Así se verificó durante más de dos horas de inmersión de un equipo de Diario Libre en los arrecifes de Montecristi, que comprenden la cobertura más alta de corales vivos del país y son una barrera protectora para la ecorregión del Caribe.

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En la superficie había cinco botes, cada uno con un compresor. A 40 metros de profundidad se observaron cuatro buzos recolectando pulpos, cangrejos, lambí y peces, principalmente loro.

La pesca de buceo con compresor también puede perjudicar la salud. “Sandy”, quien la practicaba, sufrió una embolia en 1999 luego de una inmersión. “Estamos en 2015 y todavía siento malestares, dolores”, dice. Padece de dolor de cabeza y pérdida de la audición. Él conoce más de cinco personas que han fallecido y otras han quedado discapacitadas por esta causa. Sin embargo, sabe de otros 20 que siguen dedicados a esta práctica ilegal.

Los pececitos para la pecera

La región noroeste alberga peces ornamentales muy valorados para exportación, con un costo de entre RD$20 y RD$25 la unidad. Se atrapan de forma manual, con pequeñas redes y trampas. La extracción indiscriminada afecta el equilibrio de los arrecifes de coral y el buceo con compresor es uno de sus modos de pesca.

Una buena parte de su pesquería se hace en aguas que pertenecen a Parque Nacional, por eso, en el Ministerio de Medio Ambiente se plantea una normativa legal solo para peces ornamentales.

En el estudio “Coastal fisheries of Latin America and the Caribbean”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que fue en la década de los 80 que se inició la exportación de peces ornamentales en el país. Codopesca reporta que ha sido en los últimos años cuando se ha registrado un interés creciente entre pequeños empresarios, viéndose en la necesidad de congelar el número de licencias.

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Entre 2012-2013, el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD) registraba seis exportadores. Uno de ellos es Acuario y Pescadería El Furgón, una empresa que comparte propiedad con la oficina de Codopesca en Montecristi. De US$2,897,065.29 exportados en esos años, este negocio comercializó el 90 %.

A nivel general, de 2010 a junio de 2015, las exportaciones de 277,392 kilogramos de peces de este tipo totalizaron US$3.8 millones. Los destinos fueron Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Holanda, Alemania, España, Canadá, Inglaterra, Puerto Rico y Hong Kong.

Lambí en veda pero capturado

Del 1 de julio al 31 de octubre es el periodo de veda de captura y comercialización del lambí, pero un 18 de septiembre se ofertaba recién pescado en un restaurante del atracadero de Estero Balsa.

La dependienta del local ofrecía la libra a RD$125. “Te lo puedes comer con sal, con vinagre, ají, cebolla, picadito...”, explicó. Esto a pesar de que Codopesca exhorta “a los propietarios y administradores de supermercados, hoteles, restaurantes, pescaderías y a los pescadores, abstenerse de pescar, almacenar, adquirir o comercializar este producto durante el período de veda”.

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A pocos metros del restaurante había caracoles apilados. Eran despojos de la reciente pesca de lambí. El decreto 499-09 destaca que es necesario proteger esta especie, en sus diferentes etapas de desarrollo y durante la época de reproducción, para garantizar su conservación y uso sostenible durante todo el año. La realidad es otra.

Cangrejos a la lata

Se da cuenta de que hay gente en la zona y sale huyendo. Era un hombre que colocaba trampas para cangrejos, hechas con latas recicladas y colocadas en la boca de las cangrejeras. En varias fincas de Quebró, próximas al río Yaque del Norte, se aplica este método rudimentario que usa como cebo melaza. Se han contado 40 y hasta 150 trampas en un terreno. La gente asegura que el mecanismo lo trajeron personas procedentes de Barahona.

“Le ponen melaza dentro (a la lata) y la ponen en la puerta de la boca de la cueva, entonces, cuando el cangrejo entra se cierra. Lamentablemente esto está acabando con todos los cangrejos”, se queja Robinson Jiménez, quien indica que la venta de la libra ronda los RD$220.

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Jiménez se crió en Montecristi y es representante de la organización ecológica Reef Check. Por su experiencia como conservacionista, estima que hace cinco años la población de cangrejos era mayor. “Teníamos cangrejos por todas partes y ahora mismo ya han llegado a un punto casi de extinción”, afirma.

Cruce desde Haití

En los arrecifes de coral del norte de Haití la vida marina está muy afectada y reducida. Por la cercanía de Montecristi a territorio haitiano, pescadores cruzan en botes a aguas dominicanas. Utilizan los métodos de apnea y cordel para atrapar a sus presas. El equipo de Diario Libre se encontró con dos de ellos en alta mar, quienes habían recorrido 60 kilómetros desde Caracol, en Haití.

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