Hipólito: “Lo que ocurre en Valle Nuevo ilustra cuando el Estado se ausenta y reaparece de forma represiva”

En carta al presidente sugiere priorizar el diálogo para lograr una solución satisfactoria al conflicto en el Parque Nacional

La resolución 14-2016 de Medio Ambiente dispone la prohibición de actividades agropecuarias en Valle Nuevo. (Diario Libre/Archivo/Marvin del Cid)

SANTO DOMINGO. El expresidente Hipólito Mejía pidió al presidente Danilo Medina priorizar el diálogo para logra una solución satisfactoria al conflicto del Parque de Valle Nuevo y considera que esta debe estar ligada a la incorporación de las comunidades involucradas a los planes de desarrollo del parque.

En una carta enviada este domingo al presidente de la República, fechada 30 de diciembre de 2016, Mejía le expresa: “La experiencia me lleva a plantear que el desafío en Valle Nuevo consiste en armonizar el uso productivo de los recursos naturales con la preservación. El camino para la consecución de este objetivo debe ser el diálogo entre todas las partes”.

“Lo que ocurre en Valle Nuevo es un caso que ilustra muy bien lo que sucede cuando el Estado se ausenta de forma irresponsable y luego reaparece de forma represiva. La experiencia dominicana nos ha demostrado que, como resultado de esa conducta, se obtienen frecuentemente resultados contrarios al objetivo que se persigue”, dijo.

Manifestó que el diálogo debe derivar en compromisos a fin de articular programas específicos de recuperación natural, reforestación, prevención y control de incendios, así como el control biológico de plagas y enfermedades.

“Por supuesto, lo de Valle Nuevo, en Constanza, no es realmente algo nuevo. Allí hay una historia, construida por seres humanos de carne y hueso. Allí hay casas, donde viven familias que sienten que ese es su espacio de vida. Allí hay cultivos casi listos para ser cosechados. Allí hay animales de crianza, que representan la alcancía de las familias campesinas. En ese lugar, además de árboles, ríos y montañas, hay sueños y proyectos humanos que merecen ser tomados en cuenta”, afirma el exmandatario.

Resalta que esos sueños y proyectos tropiezan con la Resolución número 14-2016 del Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales. Esa Resolución dispone la prohibición de las actividades agropecuarias, los asentamientos humanos y el control de la infraestructura y el agua, otorgando un plazo de 120 días para su aplicación.

“¿Significa esto que, vencido ese plazo, el Ministerio de Medio Ambiente destruirá los cultivos sembrados que se cosecharían después de esa fecha? ¿Serán eliminados los animales de crianza de los agricultores? ¿Podrán los niños de las comunidades de El Castillo y Río Grande continuar asistiendo a las escuelas ubicadas en esos poblados? ¿Serán derribadas las iglesias que existen en esas comunidades? Y, lo más importante, ¿a dónde irán a vivir, a partir de esa fecha, las personas que allí residen?”, cuestionó Mejía.

A continuación el texto íntegro de la misiva de Mejía a Medina enviado por su equipo de prensa:

Santo Domingo, R.D.

30 de diciembre, 2016

Excmo. Señor

Lic. Danilo Medina Sánchez

Presidente de la República Dominicana

Su despacho.-

Honorable Señor Presidente:

Reciba mi saludo en ocasión de comentarle algunas reflexiones sobre un tema de trascendencia nacional cuyo derrotero preocupa a mucha gente en nuestro país. En mi caso particular se manifiesta en una pregunta que, de manera recurrente, pasa por mi mente llenándome de una profunda preocupación.

¿Qué pasará en el 2017 en Valle Nuevo?

Por supuesto, lo de Valle Nuevo, en Constanza, no es realmente algo nuevo. Allí hay una historia, construida por seres humanos de carne y hueso. Allí hay casas, donde viven familias que sienten que ese es su espacio de vida. Allí hay cultivos casi listos para ser cosechados. Allí hay animales de crianza, que representan la alcancía de las familias campesinas. En ese lugar, además de árboles, ríos y montañas, hay sueños y proyectos humanos que merecen ser tomados en cuenta.

Esos sueños y proyectos tropiezan con la Resolución número 14-2016 del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Esa Resolución dispone la prohibición de las actividades agropecuarias, los asentamientos humanos y el control de la infraestructura y el agua, otorgando un plazo de 120 días para su aplicación. Es decir, que a partir de ese plazo, en Valle Nuevo existirá un estado de excepción.

¿Significa esto que, vencido ese plazo, el Ministerio de Medio Ambiente destruirá los cultivos sembrados que se cosecharían después de esa fecha? ¿Serán eliminados los animales de crianza de los agricultores? ¿Podrán los niños de las comunidades de El Castillo y Río Grande continuar asistiendo a las escuelas ubicadas en esos poblados? ¿Serán derribadas las iglesias que existen en esas comunidades? Y, lo más importante, ¿a dónde irán a vivir, a partir de esa fecha, las personas que allí residen?

Para entender ese drama, permítame repasar el contexto de la realidad de Valle Nuevo.

El Parque Valle Nuevo, ubicado en terrenos de las provincias Azua, Monseñor Nouel, San José de Ocoa y La Vega, con sus 910 km2, tiene una función ecológica de vital importancia. En efecto, sus elevaciones vierten agua en tres cuencas hidrográficas: la del Nizao, Yaque del Sur y Yuna, lo cual lo sitúa como un espacio natural de un valor estratégico vital.

Este parque, al igual que la mayoría de las áreas que forman parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de nuestro país, se encuentra sometido a diversas presiones, ocasionadas principalmente, por la existencia de comunidades ubicadas dentro de su área núcleo y en las áreas periféricas.

En Valle Nuevo, según el censo del 2005, habitan aproximadamente trece mil novecientas personas. Se estima que la mayoría de las comunidades y propietarios ya estaban en ese lugar antes de su declaratoria como Parque Nacional, en el año 1996.

Luego del Decreto que le da su estatus actual (233-96), se han tomado acciones importantes para el manejo integral de este Parque, tales como la Evaluación Ecológica, presentada por la Fundación Moscoso Puello, en el año 2002, y otras iniciativas encaminadas por las fundaciones Propagas, José Delio Guzmán, Pronatura, SOH Conservación y The Nature Conservancy, entre otras, así como el Plan de Manejo realizado por el Ministerio de Medio Ambiente en 2010; y el Plan Operativo Anual (POA) para la ejecución del Plan de Manejo. Estas iniciativas, en su conjunto, persiguen poner en marcha estrategias e indicadores para dar cumplimiento a los objetivos de manejo y solucionar los problemas identificados, para garantizar la sostenibilidad.

Sin embargo, a pesar de la existencia de planes de manejo, sus recomendaciones no se han implementado de forma eficaz. Más aún, los actores clave no han sido capaces de establecer un sistema integrado que asegure una relación armónica entre el ecosistema y las actividades económicas.

En efecto, la falta de una gestión óptima del parque, por parte de las entidades con mandato legal, ha generado un uso inapropiado del área, provocando una degradación ambiental progresiva de la misma.

Una respuesta a esta deficiencia gerencial debería ser la formulación de un nuevo plan estratégico que incorpore a las familias involucradas al desarrollo sustentable del área, al tiempo que garantice la conservación, tal y como establecen las estrategias más modernas sobre manejo de espacios naturales protegidos.

En este sentido, estoy firmemente convencido de que un manejo sustentable del Parque de Valle Nuevo puede significar un factor dinamizador de nuevas formas de desarrollo en las comunidades del entorno del parque. Esto supone un equilibrio estable entre el desarrollo de las actividades productivas de Valle Nuevo y aquellas propias de la conservación.

Como Usted bien sabe, en nuestro país existen varias experiencias novedosas, alentadoras y exitosas en el manejo de áreas naturales donde hay conflicto de uso. Tal es el caso de la comunidad de Los Martínez, ubicada en la cuenca media del Río Ocoa. Allí, desde los años 80 se ha estado aplicando una metodología apropiada, con procesos productivos sustentables y la protección adecuada de los ecosistemas.

Similar experiencia se ha tenido en el Plan Sierra, implementado en la comunidad La Celestina, de San José de Las Matas, el cual se inició en 1979 bajo el liderazgo de monseñor Roque Adames. Allí, a través de planificaciones estratégicas bien ejecutadas, se ha logrado la integración de estas áreas y de las comunidades hacia un desarrollo sostenible, asegurando la protección del medioambiente y el desarrollo de actividades productivas sustentables.

Vale destacar, igualmente, la exitosa experiencia de la fundación Sur Futuro, dirigida por la señora Melba Segura de Grullón, que promueve diversos proyectos de desarrollo en la región Suroeste del país, los cuales presentan un saldo ecológico favorable en una de las zonas más vulnerables de nuestra geografía.

Estas consideraciones preliminares nos llevan hacia una pregunta inevitable: ¿Qué hacer, entonces, en Valle Nuevo?

Lo que ocurre en Valle Nuevo es un caso que ilustra muy bien lo que sucede cuando el Estado se ausenta de forma irresponsable y luego reaparece de forma represiva. La experiencia dominicana nos ha demostrado que, como resultado de esa conducta, se obtienen frecuentemente resultados contrarios al objetivo que se persigue.

En cambio, tal y como lo plantea la ciencia, la gobernanza de los recursos naturales, debe contar con la participación de todos los actores, es decir, autoridades, productores, investigadores, ONG´s y la comunidades, cada quien cumpliendo con su rol.

Tengo la certeza de que cualquier solución satisfactoria al conflicto del Parque de Valle Nuevo debe estar ligada a la incorporación de las comunidades involucradas a los planes de desarrollo del parque.

La experiencia me lleva a plantear que el desafío en Valle Nuevo consiste en armonizar el uso productivo de los recursos naturales con la preservación. El camino para la consecución de este objetivo debe ser el diálogo entre todas las partes.

Este diálogo debe derivar en compromisos a fin de articular programas específicos de recuperación natural, reforestación, prevención y control de incendios, así como el control biológico de plagas y enfermedades. Este esfuerzo debe complementarse con el establecimiento de programas de educación para agricultura en zonas frágiles, que sirva de experiencia y como modelo para ser aplicado en zonas similares del país.

Educar a las comunidades en nuevas prácticas sostenibles de uso de los recursos naturales es la vía más idónea y duradera que se puede tener para garantizar la conservación y manejo económico de nuestros recursos naturales.

Señor Presidente, hagamos que el año nuevo sea una buena noticia en Valle Nuevo; pongamos a la gente a trabajar juntos, en armonía con la naturaleza y en beneficio de todos.

Al agradecer la amable atención que presta a estas líneas, reciba en este fin de año mis mejores deseos de salud, paz y felicidad para Usted y su distinguida familia, y que el Todopoderoso le acompañe siempre para tomar soluciones justas y armoniosas en beneficio del pueblo dominicano.

Muy atentamente,

Hipólito Mejía