Enseñándoles a comer y olvidar a la gente

Los manatíes del Acuario deben aprender a sobrevivir en libertad

Liberar un animal en cautiverio a la vida silvestre no es tarea fácil, ya que en el aislamiento de su hábitat adoptan costumbres antinaturales y no aprenden otras que les ayudan a sobrevivir en su ambiente natural.

Juana, Pepe y Lupita, han pasado mucho tiempo en cautiverio, desde que eran crías. Pepe y Juana tienen ocho años y Lupita va para tres, con prácticamente nula experiencia para buscar alimento, agua dulce y evitar depredadores o peligros en un ambiente que puede ser hostil.

Lupita es, tal vez, la que mejor esté preparada para enfrentar la libertad, es la más joven y la que llegó al acuario en mejores condiciones, ya comía sólidos por si sola.

Juana llegó con pocas semanas de vida, aún dependía de la leche de su madre y además estaba muy mal herida. Hoy, sus cicatrices en el lomo son un triste recuerdo del daño causado por el cuchillo de un pescador en Bayahíbe, y a pesar de las pocas probabilidades logró sobrevivir, gracias al cuidado de los veterinarios.

De los tres, se puede decir que tienen personalidades diferentes: Lupita es tranquila, Juana es esquiva y arisca, Pepe es curioso y le encanta las personas. Se le ve sacar la cabeza del agua buscando contacto con el que le pase por el lado. Este comportamiento de Pepe es el más complicado para los especialistas, ya que deben trabajar con más intensidad su afinidad con los humanos, en libertad esto lo pudiera ponerlo en riesgo.

Mantenerlos juntos es un reto para el personal del acuario. Hay poco espacio y los animales siguen creciendo. En un estanque está Pepe solo. Sexualmente maduro no dejaba en paz a Juana, que hasta dejaba de comer por el acoso. Lupita, la más pequeña fue llevada la pecera de exhibición donde ahora comparte espacio con Juana, y aunque Pepe tiene menos espacio, el pleito se lleva en paz.

Aunque cuentan por ahí, que hace poco quiso aparearse con un buzo que trabajaba en la pileta con él, y que tuvo que salir rápidamente del agua.

Con la situación aparente estable, el Acuario inició hace unas semanas un obligatorio cambio de dieta. Antes se les estregaba la comida en la superficie, que incluía frutas y verduras, tratando de mantener una dieta balanceada. Sin embargo, en vistas a ser liberados, deben aprender a comer lo que comen los manatíes en libertad.

Los manatíes basan gran parte de su dieta en yerbas marinas, de thalasia y syringodium, por lo tanto deben dejar de comer alimentos terrestres y aprender a buscar el alimento.

Para esto, han inventado unas plataformas con tubos, donde la comida es amarrada con fibras de yagua, e ir introduciendo las yerbas marinas mientras ya han eliminado las frutas y paulatinamente irán reduciendo las verduras, hasta lograr una dieta 100% natural. Además, las estructuras se hunden hasta el fondo para acostumbrar al animal a buscar abajo y no en la superficie, como lo han hecho en el cautiverio.

Armazón de tubos donde se amarra el alimento. Por (Marvin del Cid)
Unos ladrillos sirven de lastre para que la estructura con el alimento se hunda. Por (Marvin del Cid)

Entre los 3 consumen cerca de 300 libras de alimento diarias. Personal del acuario prepara hasta seis tandas diarias de alimento desde las seis de la mañana, hasta las ocho de la noche. Esto implica la búsqueda semanal de yerbas marinas, para mantenerlas refrigeradas junto a las verduras.

Paralelamente a esto, se está evitando, lo más posible el contacto con humanos, para tratar de romper el vínculo en su preparación a la vida silvestre.

A Pepe se le ha puesto una barrera alrededor del estanque, y cuando hay que trabajar con él, se evita el contacto físico lo más posible y se le ignora cuando el animal busca la interacción. En la pecera de Juana y Lupita se han cubierto los vidrios, para que no puedan ver la gente que transita frente a ellas.

Los manatíes en libertad, necesitan beber agua dulce para hidratarse, lo cual implica enseñar a los tres del acuario a encontrarla de forma natural. El primer paso es evitar que el agua llegue desde un tubo desde arriba, sino sumergir una manguera y que el agua brote desde el fondo.

El camino es largo y difícil, pero con cada paso se abre aún más la posibilidad a que Juana, Pepe y Lupita alcancen la libertad y logren sobrevivir.

Guatemalteco con estudios en Ciencias de la Comunicación y amplia experiencia en el campo visual y multimedia. Ha trabajado para varios medios de comunicación en Guatemala y República Dominicana, y sus fotografías han aparecido en importantes publicaciones en diferentes partes del mundo.

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