El “potrero” del Tetero, la historia de nunca acabar
SAN JUAN DE LA MAGUANA. Desde hace más de diez años se ha denunciado la presencia ilegal de ganado en el Valle del Tetero, Parque Nacional José del Carmen Ramírez, uno de los destinos en la zona más frecuentados por turistas desde hace varias décadas.
En repetidas ocasiones se ha intentado sacar permanentemente a los animales del valle, y fue así como durante la gestión de Moya Pons (2002-2004), se decidió matar al ganado, con la eliminación de más de 40 animales, entre ellos vacas, caballos y mulos.
Poco tiempo después hubo un gran incendio en el valle y sus alrededores que todos atribuyen a una represalia de los propietarios de los animales. Aún se pueden ver los tocones de los que fueron grandes pinos, reemplazados hoy por árboles jóvenes.
En 2013 Diario Libre hizo una denuncia acerca del deterioro en el valle y hace una semana algunos medios se hicieron eco del mismo problema, reportado en las redes sociales por turistas que visitan el parque.
Para llegar al Valle del Tetero hay que recorrer 18 kilómetros. Desde el pueblo de La Ciénaga a 1000 metros sobre el nivel del mar. Entrando por el parque José Armando Bermúdez. Son numerosos los riachuelos y manantiales de donde se puede beber directamente agua potable y de sabor agradable, fiel ejemplo de la pureza de la naturaleza en esta parte de la Cordillera Central.
Primero se llega a Los Tablones, por un camino casi llano de 4 kilómetros de largo. A partir de ahí, se sube de los 1278 metros al descanso de La Cotorra, a 1,278 metros de altura en 3.8 kilómetros de recorrido. La siguiente parada se encuentra en La Laguna, a 2.8 kilómetros y 1,720 metros. El clima cambia drásticamente en este tramo, donde las nubes se ven de frente y la neblina hace presencia repentina.
Uno de los tramos más difíciles es el de La Cotorra a El Cruce. En 500 metros de largo se sube más de 200 metros de altura hasta alcanzar poco más de 1,980 metros. Es aquí donde se divide el camino, uno hacia el Pico Duarte y el otro hacia el Valle del Tetero.
Para una persona sin condiciones físicas adecuadas se hace obligatorio subir en un mulo, de lo contrario, es casi seguro que fracasará en el intento.
Del Cruce al Valle del Tetero hay 8 kilómetros en una larga pendiente que baja hasta los 1,500 metros, altura engañosa, porque se pudo experimentar en este viaje temperaturas cercanas a los cero grados centígrados, por la noche.
En el valle se puede acampar, visitar el balneario de La Ballena y la Piedra Indígena, observar aves o simplemente disfrutar de la montaña y la naturaleza.
Un equipo de Diario Libre recorrió estos 18 kilómetros para documentar la magnitud del problema y conocer las opiniones de las partes.
Tetero Valley, Dominican Republic
Los guarda parques del Valle del Tetero
Son cuatro, repartidos en parejas que cumplen turnos de ocho días y devengan un sueldo de RD$5,200 al mes. Carecen de botas, uniformes y medio de transporte (mulo o caballo).
Están conscientes del problema de la presencia de las vacas en el parque, pero necesitan el apoyo de sus superiores para aplicar la ley, sienten miedo de perder la vida en represalia por expulsar a esos animales.
Uno de los más viejos, con 20 años prestando servicio en el parque, recuerda el gran fuego achacado a represalias por la matanza de animales emprendida por las autoridades. Cuenta que desde un helicóptero dispararon a los animales.
Mientras son entrevistados, aprovechan la oportunidad para pedirle al ministro de Medio Ambiente que les envíe uniformes y botas, pero principalmente un par de mulos para subir al valle la comida de la semana y, en caso de emergencia, movilizarse con mayor facilidad, además de poder patrullar la zona.
El más joven de los guarda parques, con dos años de servicio, cuenta que hace poco tuvo una fiebre alta y no pudo salir del valle por falta de un mulo que lo llevara al pueblo.
Los dueños de las vacas
Don Criterio y su hijo poseen vacas en el valle desde hace décadas. Aseguran que no “prendieron candela a la loma” cuando la matanza de 2002, a pesar de que perdió cinco animales en el operativo, sino que, por el contrario, son cuidadosos del bosque porque ahí es donde tiene sus animales.
Aseguran que las vacas llegan solas al valle y las buscan cuando las necesitan. Además comenta que las autoridades nunca se han comunicado directamente con ellos para que se lleven a los animales o llegar a un acuerdo.
Se cree que hay más de 200 vacas diseminadas en la zona, propiedad de aproximadamente 20 campesinos, pero no se sabe con exactitud, aunque su presencia es permanente.
Caminando por el valle y con la ayuda de un drone se pudo contar más de 40, pero muchas se dispersan entre el bosque y las montañas.
Don Criterio asegura que está consiente de que deben sacar el ganado, pero necesitan una alternativa. Además, dice que en caso de incendio colaboran con el Ministerio para combatirlo, si es necesario.
La mayoría de propietarios pertenecen a la comunidad de El Tetero en Padre de las Casas, al sur del valle, fuera del límite del parque.
El Turismo
Conversamos con el reconocido montañista Iván Gómez, quien preside la Fundación Desde el Medio y además posee el centro de visitantes Edwin Gómez, en la comunidad de La Ciénaga, donde se presta el servicio de tours guiados al Pico Duarte y el Valle del Tetero.
Gómez asegura que en muchas oportunidades ha solicitado al Ministerio de Medio Ambiente buscar una solución al problema de las vacas en el valle, porque se está violando la Ley General 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, pero hasta ahora los esfuerzos han sido en vano.
En parte, el Ministerio de Medio Ambiente tiene miedo de sacar las vacas y que los campesinos tomen de nuevo represalias contra el parque, aseguró, y su percepción fue confirmada en declaraciones esta semana por el mismo viceministro de Áreas Protegidas, Daneris Santana, y publicado en algunos medios.
Para el turismo representa un problema, porque las vacas están sueltas y ha habido incidentes en la zona de acampar, principalmente donde las vacas saben que hay comida, por lo que de día y de noche deambulan entre las tiendas y representan un peligro en especial para los niños.
Y para el medio ambiente también son un problema, porque contaminan con excrementos los ríos que pasan por el valle, erosionan la tierra, y devoran los brotes y retoños de las plantas del parque, concluyó Gómez.
El turismo genera recursos para la sostenibilidad del parque, además, ingresos directos para los habitantes de los pueblos cercanos al demandar comida, mulos y guías que los acompañen a los puntos de interés.
Estos mulos, al llegar al valle, permanecen en la zona y pastan junto a las vacas, aunque de forma más controlada, porque son regularmente amarrados a estacas. Pero, al igual que las vacas, defecan en los caminos frecuentados por los turistas y erosionan las vías de acceso.
Un residente de La Ciénaga comenta que muchos vecinos llevan también a pastar a sus mulos de carga al valle y que, por lo tanto, es necesario que la ley se aplique a todos.