El pino criollo está bajo amenaza

Actualmente se encuentra en la lista roja de especies en peligro de la IUCN

Pinos criollos en Sierra de Bahoruco (Foto: Marvin del Cid)

El pino criollo (Pinus occidentalis swartz) es pino endémico de la isla de La Española. También se le conoce como pino de cuaba.

Es la especie de conífera predominante en los bosques de la República Dominicana, en especial la Coordillera Central y Sierra de Bahoruco. En elevaciones medias (850 a 2,100 metros sobre el nivel del mar -msnm-) se puede encontrar mezclado con bosque latifoliado y en alturas superiores a esta, se puede hallar como bosque puro, hasta la altura máxima de la isla, 3,087 msnm en el Pico Duarte.

En algunas zonas se puede encontrar a 120 msnm.

Es un árbol mediano que puede alcanzar los 30 metros de altura con una corona abierta y sus hojas en forma de aguja son de un color verde oscuro de entre 11 y 20 centímetros de largo. Su tronco puede alcanzar los dos metros de diámetro.

Los conos son de 5-8 centímetros de largo y de color marrón. Maduran en aproximadamente 18 meses y se abren para liberar las semillas, que son de 4-5 milímetros (mm) de largo, con unos 15 mm de ala.

Las semillas del pino son componentes primarios de la dieta de muchas aves, principalmente de Loxia megaplaga (Pico cruzado).

La relación simbiótica con el hongo extomycorrhizal fungi, le permite crecer en suelo ácido e infértil, además de soportar temperaturas entre los 30 a -20 °C.

El Pinus occidentalis fue descrito por Olof Swartz y publicado en Nova Genera et Species Plantarum seu Prodromus 103. 1788

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Flor y semilla en crecimiento en un pico criollo de Sierra de Bahoruco Por (Foto: Yolanda León)
Conos maduros Por (Foto: Yolanda León)
Bosque puro de pinos en Valle Nuevo Por (Foto: Marvin del Cid)

Esta especie de árbol es explotada bajo concesiones del Gobierno Dominicano. Es de mucha importancia en la vida económica del país, pues de ella se construyen muebles y casas, y su resina se usa para la fabricación de desinfectante.

Su función más importante en los ecosistemas se basa su distribución en cuencas hidrográficas de donde se desprenden los principales cuerpos de agua dulce de la isla.

En el estudio publicado en 2014 por la universidad INTEC bajo el título “CARACTERIZACIÓN DE LA MORFOLOGÍA DE LA SEMILLA DE PINUS OCCIDENTALIS SWARTZ” se plantea la preocupación por conservar la especie.

“También existe la preocupación por conservar la especie. Phartyal et al. (2002) plantean que ´existe una creciente preocupación en todo el mundo acerca de la explotación incontrolada y el agotamiento de los recursos naturales de la tierra, que afectan especialmente a la biodiversidad de las plantas de los bosques tropicales´. Esta preocupación no solo está vigente, sino que la situación se ha agravado en muchos países, y en la República Dominicana, particularmente, tenemos serios problemas de deforestación, especialmente para la producción de carbón. Phartyal et al. (2002) también indican que en las regiones tropicales y subtropicales, ecosistemas complejos y ricos en especies se están destruyendo o alterando rápidamente debido a la alta tasa de deforestación”, publicaron.

Un campesino hace leña de pino en El Tetero para cocinar. Por (Foto: Marvin del Cid)
Dos guardaparques posan para una foto en El Tetero, frente a una casa hecha con madera de pino criollo. Por (Foto: Marvin del Cid)
Dos mujeres cuidan pequeños pinos en un vivero gubernamental en Guayajayuco, Dajabón. Por (Foto: Marvin del Cid)
Dos vacas pastan en el Valle de El Tetero. Por (Foto: Marvin del Cid)

Según este estudio en República Dominicana el 25,52% de la tierra está cubierta de bosques y de esto el 6.1% es bosque de coníferas, con grado alto de plantas endémicas, las cuales representan alrededor del 36% de las especies.

Además resaltan la pérdida de bosques tropicales del país en más de 20,000 hectáreas al año, y les preocupan cifra de 60,000 hectáreas al año en zonas afectadas por incendios y extracción de madera.

“La fragmentación de los ecosistemas afecta a la flora y la diversidad de fauna, por lo que resulta importante realizar estudios de los ecosistemas forestales de la República Dominicana. En este caso, las masas forestales de Pinus occidentalis, para profundizar nuestra comprensión de la diversidad y también para establecer la conservación y las normas de gestión. (Horn et al. 2001)”.

Según cálculos del geógrafo físico José Ramón Martinez Battle, solo en Valle Nuevo se perdieron más de 20 kilómetros de cobertura boscosa entre 2000 y 2014, sin tomar en cuenta las zonas con cobertura con densidad inferior al 50%.

En el parque nacional Sierra de Bahoruco se suma la tala de pinos para la producción ilegal de carbón vegetal, actividad realizada por haitianos, en muchos casos en complicidad con dominicanos.

En enero de este año autorizó la eliminación, en cinco municipios del país, de centenares de pinos enfermos atacados por el insecto Ips calligraphus.

A raíz de este problema el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales contrató a principios de abril a un experto alemán en erradicación de plagas forestales en países tropicales con el fin de desarrollar un plan de acción para eliminar al insecto que afecta al pino criollo.

Fuegos forestales, plagas, deforestación y malos manejos han hecho que al pino criollo se le catalogue en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) con base en estimaciones de las tasas de explotación dadas por Farrow y Zanoni (1991), a pesar de una disminución de al menos el 50% en las últimos tres generaciones (100 años) la cual es muy plausible. Dado que esta disminución se mantiene y el área de ocupación basada en las localidades de recolección integral de especímenes de herbario (69 colecciones, 41 localidades) y un ancho de rejilla de 2 kilómetros (adecuada para una población muy mermada) está muy por debajo del umbral de los 500 km², esta especie cumple los criterios para su inclusión como especie en peligro.

Consecuencias del fuego de 2014 en Valle Nuevo. Por (Foto: Marvin del Cid)
Plan de reforestación en Guayajayuco, Dajabón. Por (Foto: Marvin del Cid)
Abajo, bosques dominicanos, al fondo Haití. Por (Foto: Marvin del Cid)
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La más grandes poblaciones del pino se encuentran en áreas protegidas y parques nacionales, donde el avance de la agricultura, ganadería y extracción de madera ha traspasado las fronteras de los mismos, a lo que se suman la alteración de los regímenes de fuegos naturales, la prolongada sequía, cambio climático y las plagas, para llevar a la posible desaparición del Pinus occidentalis y en consecuencia el agua dulce de la isla y toda la biodiversidad que depende de estos ecosistemas.