El drama mundial de los “buzos” de la basura
CAMBOYA. Sour Phaphan, de 32 años, se dedica a recolectar basura en la periferia de Phnom Penh recorriendo veinticinco kilómetros durante once horas cada jornada por un euro al día.
Divorciada de su marido, que era drogadicto, Phaphan es la única que genera ingresos para mantener a su familia, integrada por su madre y sus tres hijos, de 12, 4 y 2 años.
“Si trabajo un día, puedo comprar comida para un día”, explica la mujer, quien precisa que sus ingresos oscilan entre los dos euros de una jornada sin lluvia a menos de un euro de una jornada lluviosa.
Phaphan se cubre de la cabeza a los pies, con un sombrero, un pañuelo, una camiseta, una falda y unos guantes para protegerse de la lluvia, además de evitar que la gente la reconozca y la moleste por la calle.
Acompañada por su hijo mayor, que la ayuda en este trabajo, sale todos los días a la calle con un carrito que le facilita un intermediario para recoger de la basura botellas de plástico, papel y metales, que vende al mismo intermediario.
La familia, que no recibe ninguna ayuda social, reside en una infravivienda sin agua corriente -emplea agua de lluvia-, aunque tiene electricidad.
Ésta es una de las 105 familias de recolectores de basura que reciben el apoyo de Manos Unidas y de su socio local CSARO para facilitarles el acceso a formación con el objetivo de que puedan llevar a cabo actividades generadoras de ingresos.
El director de CSARO, Heng Yon Kora, destaca que su labor consiste en ofrecer a estas familias información para evitar problemas de salud derivados del contacto con la basura, además de interceder ante los intermediarios para lograr mejores precios para los materiales que recogen.
También tratan de proteger la salud de estas comunidades mediante la realización de chequeos médicos periódicos, además de promover la escolarización regular de los menores de edad.
Ambas ONG respaldan asimismo la acción de una cooperativa integrada por 83 mujeres, que acceden a la preparación necesaria para confeccionar artesanías con papel de revistas, a la vez que forman grupos de autoayuda y de ahorro.
La presidenta de la Cooperativa de Desarrollo de las Mujeres Sen Sok, Vong Saven, detalla que los maridos, que son conductores de los populares transportes colectivos conocidos como tuc-tuc u obreros de la construcción, están contentos con la actividad de sus esposas, porque pueden costear la comida de la familia, los niños pueden ir al colegio y hay menos violencia.
El proyecto incluye asimismo la actividad de una planta de elaboración y venta de abono orgánico, con capacidad para almacenar unas 20 toneladas de compost, en la que trabajan diez mujeres.
Todas estas acciones cuentan con una dotación anual de 114.000 euros, de los cuales 89.000 corresponden a Manos Unidas y el resto a CSARO, según la responsable de la ONG española en el Sudeste Asiático, Patricia Garrido.
En el año 2001, el Gobierno desalojó a los recogedores de basura del centro de Phnom Penh para “limpiar la imagen de la ciudad” y evitar una distorsión en el escenario de progreso que quiere proyectar al exterior.
Actualmente, los recolectores de basura ya no pueden recoger desechos en el centro de la capital, sino que tienen que hacerlo en la periferia de la ciudad.