Marina Silva y la ocasión de ser profeta en su tierra
"No soy hija de un político tradicional ni de un empresario", resaltó Silva
RÍO BRANCO, BRASIL. "Es difícil ser profeta en tu tierra", dice Marina Silva al explicar su derrota electoral de 2010 en su estado natal de Acre, pero el próximo domingo tiene todo a favor para ganar en esa pequeña región de la Amazonía brasileña, una cuestión de orgullo para la candidata ecologista a la Presidencia.
Situado en el extremo noroccidental de Brasil, este estado fronterizo con Bolivia y Perú tiene poco más de 500.000 votantes, que representan menos del 1 % de los 142.822.046 electores del país, por lo que ganar en su terruño es, para Silva, un asunto más personal.
A pesar de ser su cuna política, Marina Silva perdió en Acre en 2010, cuando disputó la Presidencia por el Partido Verde (PV), pero ahora, con las riendas del Partido Socialista Brasileño (PSB) en sus manos, lidera con amplia ventaja las encuestas de intención de voto en el estado.
En el mapa nacional, los sondeos le atribuyen grandes posibilidades de disputar una segunda vuelta frente a la aspirante a la reelección, Dilma Rousseff, favorita en las encuestas.
En los pasados comicios, Silva obtuvo en Acre el 23,55 % de los votos, por detrás del entonces candidato socialdemócrata José Serra (52,12 %) y de la presidenta Dilma Rousseff (23,92 %), mientras que en todo el país sumó el 19,33 %, que la dejó en tercer lugar.
Ahora, en su segundo intento por gobernar el país, la situación en su tierra es diferente y las últimas encuestas dicen que domina esta pobre región con cerca del 50 % de la intención de voto, lo que indica que todavía puede ser profeta en su tierra aunque, a nivel nacional, Rousseff aparece como favorita para ser reelegida.
"Votaré a Marina porque es la mejor candidata. Porque muestra dedicación y tiene afinidad con nuestro estado", dijo a Efe Clemilda Souza, una empleada de la Iglesia Mesiánica de Río Branco, capital de Acre, quien todavía agradece que la exministra de Medio Ambiente acudiera al velorio de su difunta hermana.
También votará en Silva el taxista José de Nascimento, quien dice que conoció al padre de la candidata hace 18 años, y considera que tanto él como su hija "son buena gente".
"La esperanza está puesta en Marina. Nuestro estado es pequeño y si gana puede que mire hacia aquí", argumenta sereno, mientras indica dónde está el convento en que la exsenadora llegó a prepararse para monja cuando era joven, aunque luego cambió la religión católica por la evangélica.
En una reciente una entrevista con el noticiario de más audiencia de Brasil, la candidata del PSB atribuyó el mal resultado de 2010 en su tierra natal al hecho de no pertenecer a la "oligarquía" de esta región tropical.
"No soy hija de un político tradicional ni de un empresario", resaltó Silva, nacida hace 56 años en el seno de una familia humilde de la aldea amazónica de Breu Velho, una zona rural productora de caucho donde contrajo cinco veces malaria.
Para el catedrático Nilson Euclides, de la Universidad Federal de Acre, las elecciones de 2010 fueron en "un contexto diferente" al actual, en el que Silva no se presentaba "como una candidata real capaz de hacer oposición" al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), en el que la ecologista comenzó su vida política.
"En 2010 había una polarización entre el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el PT y Marina era una tercera vía. Tuvo poco espacio para crecer y el PSDB estaba muy estructurado. Además, Marina había salido recientemente del PT y costó digerirlo...", comentó Euclides.
Lejos del análisis político, Paulo, de 28 años y que trabaja en un hotel, resume en pocas palabras el mal resultado de la ambientalista evangélica en los comicios de 2010: "Acre no creía en ella".
Ahora, sin embargo, el joven dice que votará por la aspirante del PSB para acabar con "el monopolio" del PT del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, que desde hace casi 16 años gobierna esta pequeña región amazónica.
A diferencia de las pasadas elecciones, Euclides cree que, de cara a los comicios del domingo, Marina Silva aparece como una "candidata viable", fortalecida por la conmoción generada tras la muerte en un accidente aéreo del hasta entonces aspirante socialista, Eduardo Campos.
"Ahora, el elector de aquí está orgulloso de poder tener una acreana como presidenta", señaló el académico.
En el mapa nacional, los sondeos le atribuyen grandes posibilidades de disputar una segunda vuelta frente a la aspirante a la reelección, Dilma Rousseff, favorita en las encuestas.
En los pasados comicios, Silva obtuvo en Acre el 23,55 % de los votos, por detrás del entonces candidato socialdemócrata José Serra (52,12 %) y de la presidenta Dilma Rousseff (23,92 %), mientras que en todo el país sumó el 19,33 %, que la dejó en tercer lugar.
Ahora, en su segundo intento por gobernar el país, la situación en su tierra es diferente y las últimas encuestas dicen que domina esta pobre región con cerca del 50 % de la intención de voto, lo que indica que todavía puede ser profeta en su tierra aunque, a nivel nacional, Rousseff aparece como favorita para ser reelegida.
"Votaré a Marina porque es la mejor candidata. Porque muestra dedicación y tiene afinidad con nuestro estado", dijo a Efe Clemilda Souza, una empleada de la Iglesia Mesiánica de Río Branco, capital de Acre, quien todavía agradece que la exministra de Medio Ambiente acudiera al velorio de su difunta hermana.
También votará en Silva el taxista José de Nascimento, quien dice que conoció al padre de la candidata hace 18 años, y considera que tanto él como su hija "son buena gente".
"La esperanza está puesta en Marina. Nuestro estado es pequeño y si gana puede que mire hacia aquí", argumenta sereno, mientras indica dónde está el convento en que la exsenadora llegó a prepararse para monja cuando era joven, aunque luego cambió la religión católica por la evangélica.
En una reciente una entrevista con el noticiario de más audiencia de Brasil, la candidata del PSB atribuyó el mal resultado de 2010 en su tierra natal al hecho de no pertenecer a la "oligarquía" de esta región tropical.
"No soy hija de un político tradicional ni de un empresario", resaltó Silva, nacida hace 56 años en el seno de una familia humilde de la aldea amazónica de Breu Velho, una zona rural productora de caucho donde contrajo cinco veces malaria.
Para el catedrático Nilson Euclides, de la Universidad Federal de Acre, las elecciones de 2010 fueron en "un contexto diferente" al actual, en el que Silva no se presentaba "como una candidata real capaz de hacer oposición" al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), en el que la ecologista comenzó su vida política.
"En 2010 había una polarización entre el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el PT y Marina era una tercera vía. Tuvo poco espacio para crecer y el PSDB estaba muy estructurado. Además, Marina había salido recientemente del PT y costó digerirlo...", comentó Euclides.
Lejos del análisis político, Paulo, de 28 años y que trabaja en un hotel, resume en pocas palabras el mal resultado de la ambientalista evangélica en los comicios de 2010: "Acre no creía en ella".
Ahora, sin embargo, el joven dice que votará por la aspirante del PSB para acabar con "el monopolio" del PT del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, que desde hace casi 16 años gobierna esta pequeña región amazónica.
A diferencia de las pasadas elecciones, Euclides cree que, de cara a los comicios del domingo, Marina Silva aparece como una "candidata viable", fortalecida por la conmoción generada tras la muerte en un accidente aéreo del hasta entonces aspirante socialista, Eduardo Campos.
"Ahora, el elector de aquí está orgulloso de poder tener una acreana como presidenta", señaló el académico.
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