Las amenazas a la Sierra de Bahoruco
El conuquismo, la quema de carbón y la captura de pichones atentan contra la riqueza de la flora y fauna, de una de las áreas de mayor biodiversidad del país
Santo Domingo. En 2003 la imagen satelital del poblado de Las Mercedes, que colinda con la Sierra de Bahoruco, mostraba una densa masa verde. La que se ve hoy, es un rompecabezas de cuadros marrones que evidencia el avance sostenido del hombre hacia los límites del área protegida.
"Los haitianos pasan por o se establecen en el PNSB (Parque Nacional Sierra de Bahoruco) y en su entorno, generalmente motivados por las fuentes de empleo que genera la agricultura migratoria de ciclo corto dirigida por dominicanos", dice el documento que aún se encuentra en la Internet en la página del Grupo Jaragua.
Según describe el plan, el proceso se da de la siguiente manera: "El dominicano cede al haitiano jornalero una porción de terreno boscosa por al menos 1 o 2 años que el primero se atribuye como propia, aunque generalmente se trata de terrenos del Estado, léase, del PN (Parque Nacional). El haitiano la tumba y la siembra de cultivos de subsistencia por ese período, bajo el compromiso de entregarla al ‘propietario' sembrada de pastos mejorados. Es un proceso de sabanización muy común en la Sierra, especialmente en el borde meridional del parque nacional".
En estos terrenos, básicamente, se siembran víveres como yautía, ñame, plátanos y auyama, y leguminosas como las habichuelas, según pudo comprobar DL durante una visita reciente.
"Cuando tú vas a la zona, tú lo que ves son haitianos, entonces mucha gente reduce el problema a que es la migración haitiana, pero esos haitianos no son más que mano de obra de dominicanos", advierte León.
Pero además de la siembra en pequeña escala, los ambientalistas han detectado una agricultura mucho más organizada, comercial y expansiva en la zona llamada Los Arroyos, donde predominan sembradíos de aguacate, supuestamente con fines de exportación.
"Eso es un negocio. Ellos (agricultores) tienen camioncitos, que llevan agroquímicos, que bajan las cosechas, que llevan los trabajadores...en fin, que no es un negocio ni chiquito ni escondido y, para colmo le están arreglando uno de los caminos, que antes era bosque del parque", expresa León.
Se estima que en Los Arroyos, donde no hay señales de delimitación del parque, la agricultura ha deforestado alrededor de 100 kilómetros cuadrados.
A diferencia de Las Mercedes, donde predominan los predios pequeños y se supone que hay muchos "propietarios", en Los Arroyos se les atribuye la tenencia de la tierra a dos medianos productores que residen en Pedernales.
Es a estos "grandes" que los ambientalistas entienden que se debe atacar primero, si las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente deciden intervenir la zona. A fin de dar el ejemplo a los más pequeños.
"Yo quisiera (que se atacara primero a los grandes) para mandar ese mensaje de que en verdad se está atando el problema, que no se está comenzando por esos infelices, sino que se está empezando por los grandes y después se extienda para acá (Las Mercedes)", dice León.
Los ambientalistas se oponen al método usado hasta ahora por Medio Ambiente para desalojar a los conuqueros de Las Mercedes, que ha consistido en tomar por "asalto" -con helicópteros incluidos- la zona y apresar a los haitianos, provocando divisiones familiares, quemando las casas y dejando impunes a los dominicanos que los patrocinan.
"Nosotros queremos que hagan algo, pero no lo que ellos han estado haciendo, porque es que ellos a veces reaccionan a los escándalos o a las crisis de prensa con una reacción violenta", dice León, y asegura que le teme al Servicio Nacional de Protección Ambiental (Senpa), órgano militar que generalmente encabeza los operativos.
Alega que esto no resuelve el problema porque los haitianos retornan y renuevan los sembradíos.
"Nosotros lo que estamos abogando es que no se haga una cosa que simplemente maltrate la gente, con los dominicanos lo que crea es una adversidad respecto a todo lo que es medio ambiente, bosque...seamos ONG o Medio Ambiente, a ellos no les importa. Entonces lo que vemos es que esa no es una vía constructiva de llegar hasta dónde queremos", sostiene León.
En Las Mercedes, que tiene una "buena" conexión terrestre con Pedernales, la tenencia de la tierra no está clara. A ciencia cierta se desconocen quiénes son los ocupantes, y si quedan personas de las que estaban antes de la creación del parque.
León explica que para clarificar la situación acordaron con la Agencia de Cooperación Española financiar un estudio de tenencia de la tierra, "no de tenencia formal, si no uno, ir a ahí y preguntar de quién es esto, dónde terminan sus predios...y eso con GPS se hace un levantamiento en par de días".
Aunque la especialista reconoce que la situación de Las Mercedes es "terrible", entiende que se trata de ser estratégicos y que la gente perciba que hay justicia. "O sea, cuando tú vas donde los chiquitos y haces ese aguaje, ellos sienten que no hay justicia cuando hay otros señores, y no les pasa nada", entiende León.
A finales del año pasado, luego de un desalojo, la iglesia católica de Pedernales organizó una reunión en donde trataron el problema, especialmente sobre las violaciones a los derechos humanos. Allí estuvieron supuestos propietarios de terrenos y "víctimas" del desalojo. Como resultado enviaron una carta al Ministerio de Medio Ambiente, quejándose de la situación.
Carboneros
Al otro lado de la sierra, las pequeñas chimeneas de humo delatan una vieja práctica, que amenaza también a la flora y la fauna. Se trata de la "industria" del carbón, y cuyos principales nichos aparecen en las zonas de El Aguacate y Puerto Escondido.
Igual como ocurre con el conuquismo, la quema de carbón está encabezada por dominicanos que se auxilian de mano de obra haitiana. Es un negocio organizado, y casi "permanente", donde los dueños inclusive marcan los sacos, dependiendo a la zona de destino.
León refiere que en 2010 denunciaron el problema. "Dimos nombres, lo presentamos a la Procuraduría Ambiental (de Barahona), pero es lo mismo, porque tú ves el haitiano llenando el camión, pero éste es de un dominicano", dice León, y enfatiza que el problema continúa.
De vez en cuando, brigadas del Servicio Nacional de Protección Ambiental (Senpa) realizan operativos de desmantelamientos de hornos, les tumban las casas, y hasta llegan a apresar a algunos, pero los carboneros retornan. Se estima que después de la crecida del Lago Enriquillo, muchos habitantes de estos pueblos -que perdieron sus predios agrícolas- se están dedicando a la quema de carbón.
"Con los del carbón hay que ir a los dominicanos. Hay que ir con los grandes, con los dueños de los camiones, que todo el mundo sabe quiénes son", insiste la ambientalista.
Pero al reconocer que muchos de los que queman carbón lo hacen a modo de subsistencia, entiende que el Estado debe establecer políticas que les permitan integrarse a otra actividad productiva.
El problema desde la óptica de un funcionario
Manuel Serrano, viceministro de recursos naturales y forestales, dice que es "ordinario" que haya penetración a la sierra.
Reconoce que hay una presión "permanente" de los productores de carbón de la zona.
"Nosotros los atacamos, cada cierto tiempo les tumbamos las viviendas, pero ellos vuelven otra vez y queman", dice el funcionario.
¿Por qué no los agarran?
"Nosotros los agarramos y se les pone multa, y se les sanciona y vuelven a la actividad porque el conuquismo es una consecuencia de la pobreza rural, no es una cosa que tiene que ver con descuido de las autoridades", responde Serrano.
"Pichoneros"
Pero en la Sierra de Bahoruco no solo los bosques están amenazados directamente por la mano del hombre. Los animales también, principalmente las aves, que son atacadas por unos individuos que se dedican a robarse los pichones de los nidos, a los que llaman "pichoneros". Esto provoca una merma en las poblaciones porque reduce las posibilidades del reemplazo generacional natural que debe darse en estas especies.
Para cuando se hizo el Plan de Manejo en el 2005, en el parque y su entorno existían 178 especies de animales. Se contabilizaron 12 de mamíferos, 24 de reptiles, seis de anfibios y 112 de aves.
"En general, el grado de amenaza es alto en la mayoría de los grupos", enfatizaron los autores del plan de manejo.
"Entre los reptiles, los más amenazados son las iguanas y las jicoteas. Pero, sin duda, el grupo más sensible es el de las aves. Hay unas 14 especies bajo algún tipo de amenaza, vulnerabilidad, o peligro. Las que merecen mayor atención por su restringida distribución, lo amenazado de su hábitat y por la merma de sus poblaciones son: cotorra, perico, chirrí de la Sierra de Bahoruco, zorzal de Bicknells, paloma ceniza, perdiz coquito blanco, golondrina verde, cigüita aliblanca, cao, papagayo dominicano, cúa, pico cruzado, diablotín y zorzal de la selle", señala el documento.
Jorge Brocca, director ejecutivo de la Sociedad Ornitológica de la Hispaniola, que estudia a las aves, especifica que los llamados "pichoneros", atacan principalmente a las cotorras y pericos.
Indica que en la zona norte del parque, donde desde hace dos años implementan proyectos con apoyo internacional, la captura de pichones se ha reducido considerablemente. Esto, porque han integrado a la comunidad, y la han educado sobre la importancia de la sierra.
"Tenemos un mecanismo de control y vigilancia, el proyecto ha pagado dos guardaparques, ha donado dos motores, y un centro de capacitación, y se le educa a la comunidad sobre la importancia de la sierra de Bahoruco", expresa Brocca.
Hace dos meses que la Sociedad Ornitológica junto al Ministerio de Medio Ambiente comenzó una alianza público-privada, que según Brocca, ha aumentado la vigilancia en la zona y reducido las amenazas en un 72%.
Uno de los primeros pasos de la alianza -cuenta el especialista- es la donación de estufas, cilindros y gas licuado de petróleo que hizo la Fundación Propagas para los vigilantes de la zona norte del parque. Éstos antes quemaban restos de árboles secos para cocer los alimentos, pero ahora tendrán gas licuado, ya que Propagas se comprometió a llenar los cilindros gratuitamente cada cuatro meses.
Una carta al ministro
Varios ambientalistas locales y de organizaciones internacionales han planteado su preocupación a otras administraciones de Medio Ambiente, y a ésta en particular.
Una reciente, es la carta de Christopher C. Rimmer, director ejecutivo de Vermont Center for Ecostudies de los Estados Unidos (una ONG que tiene aproximadamente 20 años trabajando con proyectos de aves en la zona), en donde le expresa al ministro Bautista Rojas Gómez, su "gran preocupación por la destrucción que se está dando de los bosques nubosos latifoliados en la vertiente sur del Parque Nacional Sierra de Bahoruco".
"Entiendo que usted y otros funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente están enterados de esta situación, y le solicito que tome acciones decisivas para detener esta destrucción, ya que apenas queda tiempo para ello antes de que los últimos parches de bosque desaparezcan por completo. De darse, esto traerá consigo la pérdida trágica e irreversible de la biodiversidad y la variabilidad genética que guardan estos bosques, que albergan una riqueza que aún no ha sido bien documentada", dice Rimmer en la carta, fechada el pasado 13 de marzo y de la que DL tiene copia.
La misiva fue remitida luego de una visita que hizo Rimmer al país, y después de una reunión que sostuvo con representantes de organizaciones ambientalistas locales y funcionarios del Ministerio, donde se trató el tema de la Sierra de Bahoruco.
Aunque cada cierto denuncian el problema, los ambientalistas mantienen la estrategia de colaborar con el Ministerio para solucionar el problema, por eso han participado en reuniones que se han hecho sobre el tema. "Queremos agotar los canales correspondientes", dice Yolanda León.
"Nosotros queremos que hagan algo, pero no lo que ellos han estado haciendo, porque es que ellos a veces reaccionan a los escándalos o a las crisis de prensa con una reacción violenta".
Medio Ambiente: "se ha ganado bosque"
A pesar del cuadro presentado, el Ministerio de Medio asegura que en el parque ha habido recuperación de bosque.
Manuel Serrano, viceministro de recursos naturales y forestales, entregó mapas a DL en donde se muestra la evolución de la cobertura boscosa en esta área protegida.
"Lo que ellos te están presentando aquí (en estos mapas hechos por técnicos del Ministerio) no solamente es que es la realidad, aunque esto a uno le resulte chocante, la realidad es que ha habido recuperación de bosque, aunque esto no quiere decir que no haya problemas", dice Serrano.
Así, para 1996 -según los mapas- el parque tenía 929.50 kilómetros cuadrados de bosque y 164.98 kilómetros cuadrados de zona deforestada.
En 2003, la situación empeoró, reduciéndose la cobertura boscosa a 844.64 km2 y la zona devastada a 250.06 km2. Según el gráfico, la deforestación era avanzada en la parte sur del parque, en la norte (donde están los asentamientos humanos) y en el Hoyo de Pelempito.
El mapa de 2011, en cambio, refleja una mejoría, con una recuperación de área verde en Pelempito, aunque evidencia una mayor penetración al parque por la parte norte y sur. De acuerdo al mapa, para 2011, la cobertura de bosque era de 966.64 km2 y la deforestada 128.36 km2.
Para construir estos mapas, los técnicos de Medio Ambiente utilizan imágenes satelitales. Esas imágenes son procesadas y se va al campo para precisar la información. Las mediciones se hacen en promedio cada diez años, para dar tiempo a que los programas de reforestación prosperen.
El Parque Nacional Sierra de Bahoruco es vigilado por 28 guardaparques. Éstos son hombres, en su mayoría pobres, mal pagados y con casi ninguna logística, que se internan durante una semana corrida en la loma para vigilar y "tratar de detener" a las amenazas de la sierra. Pero con tantas precariedades, los ambientalistas entienden que es difícil mantener la autoridad ante personas con más recursos o pelearse con los campesinos.
Según la bióloga Yolanda León, dentro de dos semanas volverán a sostener una reunión con técnicos de Medio Ambiente, para seguir buscando una salida a la depredación, sobre todo, de la parte sur de la sierra.