Vidas desfiguradas por ácido del diablo
Los casos no solo revelan problemas por asuntos pasionales, delincuentes también lo usan en atracos
El ataque con ácido del diablo contra la joven Yocairi Amarante Rodríguez ha conmocionado a gran parte de la sociedad dominicana y rememorado otros casos de mujeres y hombres que también han experimentado el infierno de ser agredidos con ese tipo de sustancia.
Durante años, los casos han sido recurrentes. Personas violentas, motivadas por asuntos pasionales o delictivos lanzan ese ácido contra sus víctimas, desfigurándoles no solo la apariencia física, sino también, ocasionándoles daños psicológicos y perjudicando las relaciones sociales de los agredidos.
A Andrés Martínez González las autoridades lo acusaron de haber utilizado ácido como arma para cometer atracos. En julio de este año fue enviado a prisión luego de que se le imputara haber atacado a motoristas en Santo Domingo Oeste.
Martínez González se hacía pasar por pasajero, se montaba en un motoconcho y al llegar a su destino, los sorprendía lanzándole la sustancia en los ojos para robar las motocicletas y huir en ellas. En total, 12 motoristas resultaron con lesiones graves, algunos de ellos perdieron la vista.
Mientras que la mañana del miércoles 20 de septiembre del año 2017, Mercedes Taveras Díaz, fue víctima de las agresiones con ácido del diablo, cuando se desplazaba en una pasola junto a su hija menor de edad en San Francisco de Macorís.
En enero del año pasado, un tribunal colegiado de esa ciudad impuso una garantía económica de cinco millones de pesos en efectivo contra Tomás Yoendri Brito Paula (El Gordo) y Eury Jeancarlos Negrón Rosario por haber materializado el hecho. Supuestamente habían sido mandados por una expareja de la víctima.
En 2014 Josefina Arias Guzmán también sufrió la desgracia de haber sido atacada con la sustancia tóxica. El 8 de marzo, mientras se encontraba visitando a sus padres en un barrio de Baní, provincia Peravia, un hombre identificado como Ismael Ariel Suazo, le echó el ácido en la cara y parte del cuerpo, ocasionándoles daños irreversibles.
Supuestamente Ariel Suazo cometió el crimen pagado por el comerciante José Melo Perdomo (Gastao), expareja de la víctima. Un año después de ocurrido este hecho, un tribunal del Baní condenó a 30 años de prisión al autor material, sin embargo, hasta a finales de 2018, las autoridades informaron que continuaban con la búsqueda de José Melo Perdomo.
Dos víctima más son María Isabel Tavárez y su prima Alba Lidia de Jesús. El 29 de enero del 2011 mientras transitaban por la calle Doña Chucha, del barrio 27 de Febrero, se les acercaron un hombre y una mujer en una motocicleta y les lanzaron la sustancia.
Por el caso, en mayo del 2011, fue enviada a Najayo, Davilenni Janoy Féliz Fabián o Deivi Jenny Féliz, señalada como la persona que ordenó este ataque, supuestamente porque María Isabel tenía una relación con su marido.
En 2011, el corrosivo líquido también afectó la vida de Esther Jiménez, quien fue atacada mientras trabajaba en una cafetería en Bonao. Jiménez tenía una relación con el dueño del negocio y se cree que una mujer celosa, habría mandado a un hombre para que le rociara la sustancia. Su caso quedó impune, ya que nadie ha sido sometido judicialmente.
Pero Jiménez ha intentado salir adelante y ser ejemplo de motivación para otras personas que pasan situaciones difíciles y a través de las redes sociales, comparte su historia.
Someten a la justicia presunto ladrón que rociaba ácido a motoconchistas
A la lista se suma otro crimen por asuntos pasionales ocurrido en el barrio San Carlos, Distrito Nacional, en agosto del 2009. En este caso Mayra Ortega Concepción interceptó a la víctima Jennifer Leyba Linares mientras esta se encontraba en un colmado y le lanzó el ácido provocándole daños permanentes en el cuerpo.
Ambas se dedicaban al trabajo sexual, y supuestamente Ortega Concepción cometió el hecho porque su contraria estaba en una relación íntima con el novio de esta. La atacante fue condenada a 30 años por el Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional en el 2012.
Estos son solo los detalles de algunos casos dramáticos, pero la lista es larga. En el Código Penal Dominicano actual, el Ministerio Público se auxilia de los mecanismos que les pone la ley a su alcance y tipifican estos casos de barbarie, violencia contra la mujer, intento de homicidio, entre otros delitos para lograr condenas más severas contra los agresores.
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