Un año de resistencia a Trump

Donald Trump (EFe)

WASHINGTON- El sombrero rosa que llenó las calles de EE.UU. hace un año en la “Marcha de las Mujeres” es hoy el símbolo de un movimiento de resistencia social al presidente Donald Trump que promete batalla en las próximas elecciones legislativas.

Aquel momento histórico mutó enseguida en un movimiento que, como aquella marcha, congrega a mujeres y hombres alarmados por las políticas de Trump contra los inmigrantes, los derechos.

reproductivos, el medioambiente o la cobertura sanitaria.

En los primeros meses de Trump en la Casa Blanca, casi cada fin de semana había una manifestación por alguno de esos temas, una movilización social que el país no vivía desde las protestas contra la Guerra de Vietnam de los años sesenta y setenta, ni siquiera en la convulsa era de George W. Bush.

Uno de los momentos más impresionantes fue la inmediata y masiva respuesta al veto migratorio contra varios países de mayoría musulmana: miles de manifestantes y abogados inundaron los aeropuertos en medio del caos que provocó la medida.

“La gente se organizó en todas partes, fue algo increíble. Eso me demostró que la ‘Marcha de las Mujeres’ tenía la oportunidad de construir la resistencia en este país”, recuerda Linda Sarsour, una de las tesoreras de la protesta.

La movilización siguió con toda su fuerza en los días y meses siguientes: contra la confirmación de Jeff Sessions como fiscal general, contra la construcción de un oleoducto en Dakota del Norte, contra las políticas antimusulmanes o contra los intentos de derogar la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama.

El país también supo lo que es vivir un día sin inmigrantes y otro sin mujeres, dos jornadas de huelga para visualizar la gran contribución social de los dos colectivos más atacados retórica y políticamente por Trump.

Los estadounidenses perfeccionaron el arte de la pancarta y el grito comunitario en marchas multitudinarias por la ciencia y la justicia social o contra la falta de control sobre las armas y la ambigüedad de Trump hacia los grupos supremacistas.

El 12 de agosto, la resistencia salió a la calle en Charlottesville (Virginia) en rechazo a las marchas de grupos neonazis llegados a esa progresista ciudad universitaria para protestar por la retirada de una estatua en honor al bando confederado de la guerra civil (1861-1865), formado por los estados secesionistas favorables a la esclavitud y perdedor de la contienda.

La jornada terminó en tragedia: un joven blanco neonazi arrolló con su automóvil a los manifestantes antifascistas, matando a una chica e hiriendo a 20 personas.

Una frase de la víctima, Heather Heyer, se convirtió en uno de los lemas de la resistencia a Trump: “si no estás indignado, no estás prestando atención”.

Los últimos doce meses no han dado tregua al enfado social: el curso comenzó con Trump poniendo fin al programa (DACA, acción diferida para los llegados en la infancia) que protege de la deportación a unos 800.000 jóvenes indocumentados.

Para estos “soñadores”, como se les conoce, la esperanza es que un juez federal ha bloqueado temporalmente la medida, como también ocurrió con las varias versiones del veto migratorio.

Los demócratas pusieron como condición el dar una solución permanente a esos jóvenes en las negociaciones del presupuesto federal, pero los republicanos no cedieron y por eso Trump cumplió ayer un año en la Presidencia con un cierre parcial de la Administración.

Algunos analistas atribuyen también el gran despegue de la campaña contra el acoso y el abuso sexual “Me too” (”Yo también”), fundada hace 10 años, al clima de movilización social en el Estados Unidos de Trump, un presidente acusado por varias mujeres de conducta inapropiada y que afirmó que con las mujeres “puedes hacer cualquier cosa”, como “agarrarlas por el coño”.

Para 2018, tras las grandes protestas conmemorativas de este fin de semana, el objetivo del movimiento capitaneado por la “Marcha de las Mujeres” es movilizar el voto demócrata en las elecciones legislativas de noviembre.

Esos comicios, considerados un referendo sobre la Presidencia Trump, pondrán a prueba la capacidad de la resistencia para llevar a los ciudadanos de la calle a las urnas. (Cristina García Casado)

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