Todos los aspectos de la vida de Trump están bajo investigación

Trump descarta las investigaciones como “cacerías de bruja” políticamente motivadas Ningún de EEUU ha estado bajo tanta presión debido a una investigación desde Bill Clinton

Las investigaciones ahora abarcan la Casa Blanca, campaña, transición, juramentación, fundación y negocios del presidente Donald Trump. Para él, lo político, personal y muy íntimo están bajo examen profundo.

Con menos de dos años en la presidencia, sus socios comerciales, asesores políticos y familiares están siendo investigados, junto con las prácticas de su difunto padre. El sábado renunció el secretario del Interior, Ryan Zinke, el cuarto miembro del gabinete que se va por problemas éticos: sus medidas laborales son objeto de unas 17 investigaciones, según el recuento de una organización que vigila los actos del gobierno.

Todo esto ha sucedido bajo el primer fiscal especial en investigar a un presidente en 20 años, que ha arrojado acusaciones y duros acuerdos de culpabilidad de subordinados mientras se mantiene en suspenso si el presidente _el “Individuo 1” en la jerga legal del fiscal Robert Mueller_ terminará él mismo siendo acusado.

La envergadura de la investigación ha moldeado la presidencia de Trump y ha sido un constante distractor de su agenda política. Hasta ahora, gran parte ha sido lanzado por fiscales federales y supervisores gubernamentales que evitan el partidismo. La intensidad sin duda aumentará el proximo año cuando los demócratas tomen el control de la Cámara de Representantes y el poder de citación que conlleva.

Aunque Trump descarta las investigaciones como “cacerías de bruja” políticamente motivadas, su muy activa cuenta de Twitter con frecuencia exhibe lo desgastado que está por el examen. También ha dicho que ve durante horas la cobertura televisada los días importantes de las investigaciones.

“Debilita la energía, distrae la atención y simplemente no se puede dirigir porque los opositores están alzados contra uno”, dijo Cal Jillson, un politólogo e historiador de la Universidad Metodista del Sur. “Debilita a los amigos y envalentona a tus enemigos”.

Casi a medio camino de su periodo, Trump tiene problemas para cumplir las promesas centrales de su campaña. Podría terminar el año sin que el Congreso con control republicano le apruebe los 5.000 millones de dólares que quiere para el muro fronterizo. Y tiene pocas prioridades legislativas previstas para 2019.

Incluso de tenerlas, es poco probable que la nueva mayoría demócrata de la Cámara de Representantes tenga el incentivo para ayudar a que un presidente debilitado por las pesquisas logre victorias al acercarse su propia campaña de reelección.

Desde que Bill Clinton se sintió acosado por una “vasta conspiración de la derecha”, como lo calificó Hillary Clinton, posiblemente ningún presidente ha estado bajo tanta presión debido a una investigación.

Esta situación se ha producido mientras el partido de Trump controla el Congreso y el Departamento de Justicia dirige al menos tres investigaciones delictivas independientes. Éstas son la investigación de Mueller sobre la posible colusión, obstrucción de la justicia u otro delito por contactos entre la campaña de Trump y Rusia; el caso de financiación de la campaña en Nueva York que involucra pago de sobornos a supuestas amantes de Trump; y ahora un caso en Nueva York, del cual tuvo la primicia el periódico The Wall Street Journal la semana pasada, que examina las finanzas y operaciones de la comisión a cargo de la ceremonia de juramentación de Trump y si ésta recibió fondos del extranjero, que son ilegales.

Tras estos temas hay una variedad de demandas o pesquisas de fiscales generales estatales y otras partes vinculadas principalmente con los negocios de Trump.

En el mejor de lo casos, las investigaciones eclipsan lo que se considera buenas noticias económicas. En el peor, las pesquisas ponen en riesgo a su presidencia, sus familiares y a sus intereses empresariales.