Querían un cambio en 2016, ahora son desertores de Trump

Zach Berly posa para una foto en su casa en Fuquay-Varina, Carolina del Norte, el viernes 25 de septiembre de 2020. Berly decidió retirar su apoyo a Donald Trump cuando vio cómo gestionaba la pandemia de coronavirus. Ahora, Berly, que acaba de graduarse en la universidad, tiene conversaciones secretas con amigos sobre votar a Joe Biden. (AP Foto/Gerry Broome)

Shawna Jensen tuvo su momento de la verdad en marzo. Estaba sentada junto a la chimenea en su casa en el suburbio de Fort Worth, Texas. Tenía el laptop abierto para una videollamada con cinco amigas.

“Hola chicas, tengo que deciros algo”, dijo. Las mujeres, todas madres republicanas y blancas, le devolvieron la mirada.

“No voy a votar a Trump este año. Mi corazón no me dejará hacerlo. No puedo votar a alguien que es tan malo con otras personas”, dijo a sus amigas.

Jensen es una de las antiguas partidarias de Donald Trump que votarán al demócrata Joe Biden este año, chocando con familiares, amigos y, en muchos casos, su afiliación política desde hace años.

Dicen que les ha causado angustia, tanto en sus relaciones personales como ante su identidad personal. Querían cambio y una ruptura, hasta que descubrieron cómo era vivir bajo el gobierno de Trump.

La campaña de reelección de Trump se basa casi exclusivamente en la intensidad del apoyo de los que le votaron hace cuatro años. A diferencia de otros presidentes modernos, ha hecho poco por buscar nuevos apoyos, y no hay indicios de que los haya conseguido. De modo que no puede permitirse perder a muchos votantes como Jensen.

No está claro cuántos hay como ella -personas blancas de clase media, partidarias de la libertad de armas y en contra del aborto, republicanos convencidos y tradicionales- ni cómo afectarán al resultado de los comicios. Desde luego, podrían ser apenas unos pocos votantes, pero es una señal de alarma para la campaña de Trump.

En una carrera ajustada -especialmente en los estados en disputa- podrían marcar la diferencia.

En dos docenas de entrevistas con votantes en tres estados en disputa y Texas, varias personas hablaron de por qué no volverán a votar a Trump y cómo se sienten al dejar atrás una lealtad política que formaba parte de su identidad personal.

“Todo lo que pensaba que sabía ya no existe”, dijo Zach Berly, de 22 años y residente en Carolina del Norte. En la secundaria y la universidad participaba en clubes republicanos, y en 2016 votó con entusiasmo a Trump en sus primeras elecciones a la presidencia, algo que no repetirá en noviembre. “Tiene que haber otra solución. Ya ni siquiera sé qué soy”.

La base de los Estados Unidos de Trump son votantes blancos de 45 años o más. Ese grupo sigue prestándole un firme apoyo, especialmente en zonas rurales. Según un estudio del Pew Research Center, las elecciones de 2018 mostraron un declive en el apoyo a los republicanos en suburbios, y si eso se mantiene en 2020 supone un espaldarazo para Biden.

Desde luego, Jensen no es un caso corriente. La tasa de aprobación de Trump entre los republicanos era del 86% en una encuesta reciente de Associated Press. Muchos siguen férreamente en su bando por los mismos motivos por los que ella se ha alejado: están de acuerdo con su política migratoria y su posición sobre el aborto, y aprecian su agresividad.

Pero tampoco está sola, y sigue siendo una republicana registrada. En todo el país, otras personas que votaron a Trump llegaron a las mismas conclusiones que ella: no es el hombre que creían.

La gente que cambiará su voto en 2016 señala diferentes momentos en los que se decidió. Para algunos, fue cuando Trump dio sus discurso de investidura. Para otros fue cómo se refirió a algunas naciones como “países de mierda” y cómo respondió al escándalo de Ucrania. Otros se alejaron este verano en medio de las protestas contra el racismo en todo el país y de una pandemia que ha matado a más de 200.000 estadounidenses.

No hay un patrón claro entre las dos docenas de desertores de Trump entrevistados. Son hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Algunos son evangélicos que se oponen con firmeza al aborto.

Dee Stoudemire es una administrativa legal retirada de 64 años. Vive en Jacksonville, Florida, y ha sido republicana toda su vida. Para ella, fue Siria. Cuando Trump decidió retirarse del país en contra de las recomendaciones de sus asesores militares, dejó de apoyarle. “Eso fue la batiseñal para mí, no está escuchando a sus mandos militares. Cuando tienes un líder que no quiere escuchar y no escucha a sus mandos militares en asuntos internacionales, tienes un problema”.

Stoudemire señaló que la mayoría de sus amigos son republicanos. “No hablamos mucho de las elecciones. Porque nuestra amistad es demasiado importante. Saben cómo me siento. Lo que otros piensen de mí no es asunto mío”.

Casi todos los que hablaron con AP dijeron que habían tenido reparos a la hora de votar a Trump en 2016, pero lo hicieron de todos modos porque era una persona ajena a la política y dispuesto a transformar Washington.

“Estaba súper orgullosa ese día cuando salí de votar”, dijo Jensen, que votó a Trump en las primarias y en las elecciones generales de 2016. “De verdad pensaba que iba a secar el pantano, acabar con los políticos de carrera, un gobierno pequeño, ser un líder. Queríamos que todo cambiara”.

Su primera sospecha de que el mandatario no compartía sus valores fue cuando propuso a Betsy DeVos como secretaria de educación. A Jensen, que es bibliotecaria en una escuela secundaria, le pareció que DeVos no estaba cualificada para el puesto.

Pero hubo otras señales de aviso, como la costumbre de Trump de menospreciar a la gente. “Crecí con valores cristianos tradicionales, me molestaba cómo se burlaba de la gente”, dijo.

Durante el primer mandato de Trump, la opinión de Jensen en muchos temas empezó a cambiar. Empezó a leer medios noticiosos diferentes, buscar nuevas clases de libros. Veía MSNBC además de Fox News, y leyó obras de ficción sobre el viaje de inmigrantes mexicanos a Estados Unidos.

Finalmente decidió que Trump no había hecho su trabajo cuando más importaba, cuando llegó la pandemia. “No hizo nada para ayudarnos”, dijo.

Cuatro años después de votar a Trump, Jensen se sumó a un grupo de Facebook llamado “Expartidarios de Trump” y compartió tablas sobre prejuicios en los medios.

“Creo que soy más receptiva a los puntos de vista de otras personas. Creo que soy más abierta de mente. Creo que tenía una senda estrecha antes, que yo pensaba que estaba bien. Ahora estoy más abierta a los puntos de vista de otras personas”, dijo.

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