Menores extranjeros no acompañados que estudian y trabajan en España
Imanol Jiménez
Málaga (España), 29 may (EFE).- Mohamed Maysoury y Outhman Beda cruzaron de distinta manera desde Marruecos a España cuando tenían 14 y 16 años como menores extranjeros no acompañados y, aunque llegaron a dormir al principio en las calles, con el tiempo han logrado cursar estudios y actualmente disponen de trabajos en su país de acogida.
Beda llegó a la localidad de Fuengirola (sur) hace una década en los bajos de un autobús que salió desde Tánger (Marruecos), poco después lo detuvieron y acabó en un centro de internamiento, donde aprendió el idioma y estudió primero de Bachillerato, hasta al salir de ese lugar con 21 años.
Consiguió acabar Bachillerato y superó la prueba de acceso a la universidad. Hoy cursa el segundo año de Educación Social en la ciudad de Jaén (sur) y, aunque confiesa que fue 'duro adaptarse a un entorno nuevo', destaca la ayuda de la asociación Málaga Acoge, primero para formarse y después encontrar empleo, precisamente como técnico de integración social.
EL CAMINO A LA INDEPENDENCIA
'Quiero trabajar con personas que están pasando por un camino que yo pasé en su momento y hacer una intervención con una experiencia vivida; hay que intentar entender bien a la persona', asegura Beda a Efe, que cree que hay que conocer de dónde procede la persona porque no todas necesitan lo mismo.
Ahora, con 26 años, compagina sus estudios con el trabajo en Granada (sur) en la organización no gubernamental Inserta Andalucía, dedicada a apoyar a niños desprotegidos, trabaja junto a educadores y menores y elabora la programación de actividades libres.
'Me preguntan cómo vine y te escuchan cuando les dices 'yo he estado también en tu situación, en un centro'. No se preguntan qué hace este tío, que no sabe de dónde vengo ni lo que he vivido', explica sobre el trato con los chicos.
Mohamed Maysoury, por su parte, recuerda a Efe cómo se escapó de su casa en Alhucemas (Marruecos) en 2016 cuanto tenía 14 años y cruzó a Melilla, ciudad española en el norte de África, a través de uno de los accesos fronterizos para mercancías, donde durmió tres noches en las calles hasta que la Policía lo encontró y lo llevó a un centro de menores.
Allí pasó cuatro años, aprendió español e inglés y estudió cursos de formación profesional de carpintería y hostelería; al poco de cumplir los 19 marchó a Málaga (sur) para 'buscarse la vida' sin tener contactos de nadie y pasó varios días en la calle hasta que contactó con la Asociación Marroquí.
Esta ONG, que procura integrar a los migrantes, le ofreció un piso compartido con otros menores extranjeros no acompañados y Málaga Acoge le facilitó un trabajo de prácticas, que ahora compagina con las enseñanzas de Secundaria con intención de concluir esos estudios.
MÁLAGA ACOGE, UN PUNTO DE PARTIDA
La Coordinadora del Área de Jóvenes de la Asociación Málaga Acoge, Genoveva Pérez, explica a Efe cómo es el proceso de trabajo con estos chicos, que vienen sin conexiones ni recursos para poder vivir de forma independiente.
Esta organización se ocupa de jóvenes una vez cumplen la mayoría de edad y les apoyan para formarse, encontrar vivienda y empleo.
Una de las labores más importantes, según Pérez, es la información y les enseñan gestiones de interés como obtener la tarjeta sanitaria, cocinar o crear una cuenta bancaria, así como hacerse un currículum o la manera de afrontar una entrevista de trabajo.
'Una vez están emancipados, mantenemos una fase de seguimiento en la que ellos solicitan ayudas puntuales', comenta.
Los datos oficiales registraban en España en 2019 unos 12.300 menores extranjeros no acompañados, conocidos como 'menas', la mayoría varones y procedentes de Marruecos, aunque algunas organizaciones aseguran que pueden ser más.
Estos menores corren el riesgo de caer en situaciones de vulnerabilidad cuando llegan al país y de quedar en la irregularidad administrativa si cuando cumplen 18 años, la mayoría de edad, carecen de permisos como los de residencia o trabajo para poder seguir en España. EFE
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