Los sandinistas y sus realidades antagónicas frente al COVID-19 en Nicaragua

Managua, 30 mar (EFE).- En Nicaragua, los sandinistas viven dos realidades frente al coronavirus. La familia presidencial cumple a pie juntillas las recomendaciones de la OMS. Sus seguidores, en cambio, obedecen las órdenes del Gobierno que promueve actividades públicas, visitas casa a casa y aglomeraciones.

Mientras al presidente del país, el exguerillero Daniel Ortega, de 74 años, no se le ve desde el pasado 12 de marzo en que participó, desde su residencia, en una teleconferencia con sus homólogos centroamericanos, su Gobierno sigue sin suspender las clases y auspiciando actividades culturales, deportivas, religiosas, tradicionales y de entretenimiento.

Sus nietos, sin embargo, una veintena y que estudian en el exclusivo colegio Alemán Nicaragüense, dejaron de asistir a clases debido a que fueron suspendidas temporalmente porque es privado.

AUSENCIA Y SILENCIO DE ORTEGA

Ante la ausencia de Ortega, que no participa en actos públicos desde el 21 de febrero pasado cuando lo hizo en uno con el Ejército, ha sido su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, la que ha llevado la voz en medio de la emergencia sanitaria.

Pero Murillo, que en junio cumple 69 años, no ha dado la cara en público y sus mensajes los dirige a través de llamadas por teléfono que hace a los medios oficiales.

Ortega y Murillo tampoco encabezaron una marcha organizada por el Ejecutivo el pasado 13 de marzo y denominada 'Amor en tiempos del COVID-19', en la que miles de simpatizantes sandinistas y trabajadores marcharon por Managua, pero sin la presencia de los convocantes y homenajeados, ni de sus hijos, que sí habían participado en marchas anteriores.

El gobernante, contrario a otras ocasiones, tampoco se ha solidarizado en público con su aliado y par venezolano, Nicolás Maduro, quien la semana pasada fue acusado por Estados Unidos por los delitos de narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo.

'Dale chance (oportunidad) a la calma', escribió recién en un tuit Juan Carlos Ortega Murillo, uno de los ocho hijos de la pareja presidencial, ante las críticas.

EL PRESIDENTE FANTASMA

La ausencia de Ortega en medio de la pandemia del COVID-19, que en Nicaragua registra oficialmente cuatro casos, con un fallecido, y 15 sospechosos, ha sido motivo de encarnizada disputa en las redes sociales, en la que sus seguidores incluso han tenido que recurrir a fotos de años anteriores con el mandatario visitando hospitales.

En una de esas fotos, como si fueran actuales, Ortega aparece acompañado del fallecido cardenal Miguel Obando y Bravo, y en otra con el ministro de Transporte, Óscar Mojica, vestido de militar cuando era el número dos del Ejército.

'Daniel Ortega es, al menos en el mundo occidental, el único presidente que no ha dado la cara durante la pandemia del COVID-19. No ha hecho una llamada, no ha aparecido en cámara, ni siquiera sus funcionarios han dicho el 'comandante' nos dijo. Es un presidente fantasma', escribió en un tuit la periodista Yubelka Mendoza, del diario La Prensa.

La disidente sandinista Suyen Barahona criticó a Ortega por no aparecer en público 'mientras enfrentamos una pandemia' y, por el contrario, según sus detractores, la pareja presidencial promueve con sus discursos una aparente normalidad que pone en riesgo la salud de la sociedad.

Este fin de semana, entre otros, el Gobierno promovió variopintas actividades entre festivales de barismo y gastronomía, y romerías religiosas aunque no gozaron del aval de la Iglesia católica.

Además, continuaron los juegos de béisbol de la Primera División, al igual que la Liga Primera, máximo nivel del fútbol nicaragüense, aunque, a diferencia del béisbol, los equipos juegan a puertas cerradas.

NO ESCUCHAR VOZ DEL DEMONIO

La Conferencia Episcopal de Nicaragua, que no dio su aval a la peregrinación anual al Santuario Nacional dedicado a Jesús del Rescate en la comunidad de Popoyuapa, departamento de Rivas (sur) por el COVID-19, pidió a sus fieles no escuchar 'la voz del demonio que tienta como tentó a Jesús'.

El Gobierno apoya esa romería en la que los fieles, en carreta halada por bueyes, y a pie, se dirigen al Santuario Nacional.

Sus detractores, incluyendo especialistas, critican a Ortega no porque no haya pronunciado una palabra sobre el tema, sino por la actitud de negación a la crisis, minimizar la enfermedad y exponer a los nicaragüenses a un contagio máximo, sobre todo a sus seguidores que obedecen sus órdenes.

Los opositores, por su lado y en las medidas de sus posibilidades, han optado 'ser como Ortega', es decir quedarse en casa como se lee en un mensaje con ironía que se ha popularizado en las redes sociales en Nicaragua pero que igual sirve como ejemplo a seguir para enfrentar el coronavirus. EFE

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