Las municipales suspendidas por la COVID-19 amenazan a Macron

Luis Miguel Pascual

París, 27 jun (EFE).- Tres meses después de que se celebrara la primera vuelta de las municipales en Francia, la segunda, retrasada a causa de la pandemia de COVID-19, se celebrará mañana, domingo, con la previsión de una bofetada electoral para el partido del presidente, Emmanuel Macron.

Síntoma de la mejora de la situación sanitaria del país, esas elecciones podrán celebrarse, pero rodeadas de las medidas de precaución impuestas por la epidemia, por lo que, como sucedió en el primer turno del 15 de marzo pasado, la participación amenaza con ser históricamente baja.

Entonces, menos de la mitad del censo depositó su voto un día después de que el Gobierno diera, con el cierre de bares y restaurantes, el primer paso hacia un confinamiento total que se concretó dos días más tarde cuando, además, se retrasó la segunda vuelta prevista para el domingo siguiente.

Ahora, las elecciones se desarrollan en un clima más optimista, en plena desescalada pero con la amenaza de una segunda oleada y con un goteo incesante de muertos que se aproxima a los 30.000.

URNAS Y MASCARILLAS

Por eso, no han sido pocos los que han acusado de temerario a Macron por haberse empeñado en celebrar la cita con las urnas y mandar así un mensaje contradictorio a una población a quien el Ejecutivo no deja de recomendar una extrema prudencia.

Las mascarillas, el gel hidroalcohólico, la distancia entre electores y la higiene de las mesas electorales volverán a ser la norma en los 4.600 municipios en los que habrá segunda vuelta, allí donde ningún candidato logró más de la mitad de los votos en la primera.

Solo habrá elecciones en el 13 % de las ciudades, pero que agrupan a 16 millones de electores, el 38 % del total.

Todo apunta a que el presidente quiere dejar atrás unas municipales que le mostrarán un panorama sombrío, puesto que su partido se apresta a cerrar el ejercicio sin ninguna victoria simbólica.

Si se confirma lo que apuntan los sondeos, el macronismo aspira, como máximo, a mantener Le Havre, la ciudad en la que es candidato el primer ministro, Édouard Philippe, que además se juega allí su futuro político.

El jefe del Ejecutivo es favorito en su ciudad, pero ni siquiera su continuidad al frente del Gobierno está asegurada en caso de victoria, porque el presidente prepara un profundo cambio en el gabinete para dar un giro social y ecológico a su mandato.

CAMBIO DE GOBIERNO

El revés de las municipales puede ser el aldabonazo para lanzar esa nueva etapa con la que Macron buscaría conquistar al electorado con vistas a su reelección dentro de dos años y no es seguro que Philippe sea el rostro que mejor lo encarne.

Su partido no está en condiciones de ganar ninguna gran ciudad, lejos de las aspiraciones iniciales en las que soñaba con París, Lyon o, incluso, Marsella.

Tampoco el panorama es resplandeciente para el partido conservador Los Republicanos, primera fuerza municipal del país, que ve peligrar alguno de sus feudos, como Marsella, segunda ciudad del país y que dirige desde hace un cuarto de siglo, y no conquistar otros a los que aspiraba, como la capital.

París es la gran joya del Partido Socialista, aunque su regidora, la hispanofrancesa Anne Hidalgo, clara favorita para la reelección, apenas muestra el puño y la rosa de su partido, diluidos en una plataforma bautizada París en Común, donde agrupa a amplios sectores de la izquierda y ecologistas.

El triunfo en al capital sería un consuelo para los socialistas, que aunque mantendrán Nantes, Rennes o Brest, pueden perder Lille y, a nivel nacional, dejar de ser el primer partido de la izquierda moderada si, como predicen los sondeos, se ven superados por Los Verdes.

OLA ECOLOGISTA

En el punto de mira de estos están ciudades tan importantes como Marsella, Lille, Lyon o Montpellier, una buena plataforma para aspirar a liderar la reunificación de las fuerzas progresistas que toda la izquierda considera necesaria de cara a las presidenciales de 2022.

La extrema derecha, por su parte, también registrará una importante caída de votos con respecto a los últimos comicios electorales de 2014, pero la decepción puede quedar enmascarada si finalmente conquistan Perpiñán, que con sus 120.000 habitantes sería su mayor presa desde 1995. EFE

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