La pandemia cornea en España a los festejos taurinos y apuntilla a ganaderos
Guillermo Azábal
Cuéllar (España), 30 jul (EFE).- Si hay un mantra que se sabe de memoria cualquier habitante de la localidad española de Cuéllar (centro) es que allí 'el año natural empieza a contar después de toros'. Un enorme cartel rojo a la entrada del pueblo avisa al forastero: 'Bienvenido a Cuéllar, los encierros más antiguos de España'. Sin embargo, a falta de un mes para que se celebren sus fiestas patronales, no hay ni rastro del festejo popular taurino.
La pandemia, por segundo año consecutivo, volvió a cercenar este verano estos encierros con 800 años de antigüedad, que previamente solo se suspendieron durante dos años de la Guerra Civil española.
Los encierros de Cuéllar fueron nombrados de interés turístico internacional en 2018 y desde entonces, franceses, portugueses y británicos se convertían cada final de agosto en embajadores de un evento con tal influencia que, como explica Manuel Blanco -presidente de la Asociación Encierros de este pueblo español-, 'como te salgan mal, te juegas mucho a nivel electoral'.
El pueblo quintuplicaba su población el primer día de encierros, posibilitando que muchos de sus hosteleros recaudaran hasta el 30 % de sus ingresos anuales durante la semana de festejos taurinos. “Se van a dejar de recibir más de dos millones de euros entre 2020 y 2021”, detalló a EFE el alcalde de Cuéllar, Carlos Fraile.
Bares, alojamientos, gasolineras o comercios verán cómo adelgaza el interior de sus cajas registradoras, al igual que los empresarios de ganado bravo, quienes sufren la cancelación de festejos populares taurinos y la implacable disminución del número de corridas de toros.
EL TORO BRAVO, EN CAÍDA LIBRE
Los últimos datos aportados por la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET) se remontan a 2017, cuando se celebraron 19.882 festejos taurinos de toda índole en España, con un impacto económico nacional de 4.500 millones de euros o, lo que es lo mismo, un 0,36 % del PIB.
Hasta el momento, no existen estadísticas sobre el número de festejos para el año 2021. En lo que a las corridas de toros respecta, el coronavirus sigue hundiendo un espectáculo que venía en caída libre desde 2007. Entonces, en España, se lidiaron 953 corridas; en 2020 fueron 54.
GANADEROS EN BANCARROTA
En la finca Los Cerros, a 30 minutos de Cuéllar, el ganadero Emilio de Frutos trabaja con el sol de cara como si de una temporada más se tratara. Pero la realidad del negocio de vacas y toros sementales que gestiona es tan preocupante que no puede abstraerse del todo. “Estamos en una situación casi crítica; he pasado de encargarme de los festejos taurinos de veinticinco a pueblos a, con suerte, llegar a siete”, explicó De Frutos a EFE.
“Tenemos ganado de lidia barato y festejos cancelados, solo nos queda el matadero”, concluyó Ricardo Muñoz, propietario de la ganadería Marqués de Quintanar y Los Derramaderos. Una posición a la que se suma el ganadero Pedro Caminero: “Nos han dado la puntilla, estoy pensando en criar vacas mansas”.
Los ganaderos están recurriendo a dejar el futuro de sus animales de lidia en manos de la industria cárnica para poder recuperar parte de su inversión. Quinientos euros por un toro que, según los expertos, cuesta 5.000 euros criar.
El torero Javier Herrero, natural de Cuéllar, hizo hincapié en “el desamparo” que sienten los matadores que no son estrellas del toreo: “Se han reducido tanto los aforos de las plazas que no sale rentable si no eres conocido”. Como consecuencia, se ha pasado de vender los seis toros que se lidiaban en una corrida por 20.000 euros a que no llegue, en ocasiones, a los 6.000.
En otras regiones españolas como la Comunidad Valenciana (este), líder en la celebración de festejos populares taurinos, el impacto económico de los ‘bous al carrer’ (toros en la calle) fue de 116 millones de euros en 2019, de acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad de Valencia y la Federación de Peñas de Bous al Carrer.
Pero el panorama ha cambiado y ahora los ganaderos valencianos también muestran gran inquietud. Es el caso de Fernando Machancoses, criador de ganado bravo para que actúe en diversos festejos (ganadería de corro). Machancoses dijo a EFE vía telefónica que “el número de actuaciones que tenía en una semana floja de verano es lo de todo un año ahora”.
Los ganaderos critican también la falta de ayudas por parte del Gobierno de España ”para no perder votantes”. A pesar de las pérdidas económicas, el mayor temor del sector es que, con estos dos años de parón, se merme la afición en las nuevas generaciones, quienes sintonizan con el toro de lidia, sobre todo, gracias a los festejos populares de sus localidades de origen. EFE
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