Izquierda española dividida: ¿seguirá el camino de Grecia?

La fragmentación de la izquierda se ve reflejada en familias en las que los padres se mantienen fieles a los socialistas y los hijos grandes se van con Podemos.

El líder del Partido Socialista de España Pedro Sánchez aplaude a sus partidarios durante un acto en Zaragoza el 19 de junio del 2016. (AP/Alvaro Barrientos)

MADRID. España vive una batalla política sin precedentes por el control del voto de izquierda.

Luego de encabezar seis gobiernos y de ser la fuerza hegemónica de la izquierda por casi cuatro décadas, el Partido Socialista corre peligro de ser desplazado por una nueva alianza dominada por la agrupación de ultraizquierda Podemos en las elecciones del 26 de junio.

Es un escenario similar al que vivió Grecia en el 2012, cuando el partido Syriza superó al histórico partido socialista Pasok. La agrupación de extrema izquierda asumió el gobierno el año pasado en Grecia. Pero no se espera que suceda lo mismo en España, donde la coalición Unidos Podemos está muy por debajo del Partido Popular del presidente del gobierno conservador Mariano Rajoy en las encuestas.

Un electorado enfurecido por las altas tasas de desempleo, impopulares medidas de austeridad y escándalos de corrupción ya estremeció el sistema dominado por dos partidos en diciembre, en que surgieron otras dos agrupaciones de peso, Podemos en la izquierda y Ciudadanos, de centro-derecha.

Ese voto dividido dio paso a seis meses de negociaciones infructuosas para formar un gobierno y es posible que se repita ese mismo escenario, de acuerdo con las encuestas. Las consultas de opinión indican asimismo que los socialistas podrían recibir menos votos que Unidos Podemos, coalición encabezada por Pablo Iglesias, un profesor de ciencias políticas que irrumpió en la escena política hace solo dos años. Fue uno de los fundadores de Podemos, que el mes pasado se alió con Izquierda Unida, un partido de izquierda mucho más pequeño.

La base de Podemos la constituyen votantes jóvenes y viejos simpatizantes socialistas que se sintieron traicionados cuando el exprimer ministro socialista José Luis Rodríguez Zapatero hizo un viro en el 2010 y el 2011, redujo el gasto social e hizo que resultase más fácil despedir gente en un esfuerzo por impedir un agravamiento de la crisis económica.

La fragmentación de la izquierda se ve reflejada en familias en las que los padres se mantienen fieles a los socialistas y los hijos grandes se van con Podemos.

Carlota Aguirre, coordinadora de cursos universitarios de 26 años, dice que se crió en el seno de una familia socialista, pero que ella apoya a Unidos Podemos. Afirma que los socialistas parecen haber perdido el rumbo, viven de la historia y no aportan soluciones a los problemas de la era moderna.

Cuando mucha gente era desalojada al no poder pagar sus hipotecas, pensó que las organizaciones de extrema izquierda se empeñaban más que los socialistas en tratar de evitar que perdiesen sus propiedades.

“No han sabido hacer frente a la nueva época, de los cambios políticos y económicos que ha sufrido España”, dice Aguirre. “Yo creo que los socialistas viven en el pasado y no son tan socialistas como su nombre indica”.

Su padre Jorge Aguirre, de 57 años, que vota por los socialistas desde que tenía 19 años, dice que ese partido se ha moderado con el correr de los años, y que él mismo ha vivido ese proceso mientras formaba una familia y trataba de progresar en una empresa energética, en la que es hoy gerente de la división de gas natural.

El padre teme terminar siendo uno de los ejecutivos de clase media y media-alta a los que Unidos Podemos les aumentaría los impuestos para restablecer algunos programas sociales eliminados por los gobiernos de Rodríguez Zapatero y de Rajoy en el marco de planes de austeridad.

“Me preocupa fundamentalmente el que confunden quienes son los ricos”, afirmó Aguirre padre. “Estamos mejor que otros”, admitió, agregando que eso es producto de su esfuerzo y que le “dan miedo más impuestos”.

Si Unidos Podemos termina segundo y relega a los socialistas al tercer lugar, sería un golpe durísimo para un partido cuyos exprimeros ministros Felipe González y Rodríguez Zapatero contribuyeron a dar forma a la España moderna y democrática surgida en 1978, tres años después de la muerte del dictador Francisco Franco.

“Sería un terremoto político porque la fuerza hegemónica de la izquierda cedería su liderazgo a un partido emergente, una coalición de fuerzas de izquierda”, expresó Antonio Barroso, analista de la organización consultora de riesgos políticos Teneo Intelligence, con sede en Londres.

El Partido Popular, conservador, ganó las elecciones del 20 de diciembre, en las que obtuvo 123 de las 350 bancas del parlamento, pero no logró suficiente apoyo como para formar un gobierno. Los socialistas quedaron segundos con 90 bancas --el peor resultado de su historia-- y no lograron el apoyo de Podemos con miras a la formación de un gobierno. Fue así que se convocó a nuevas elecciones.

Las encuestas del último mes y numerosos expertos pronostican que los comicios del domingo no resolverán el impasse. Se espera que el Partido Popular sea nuevamente el más votado, pero quien termine segundo puede resultar clave en caso de que Rajoy no consiga apoyo suficiente para formar un gobierno de coalición o un gobierno minoritario, como ocurrió la última vez. Ello abriría las puertas para que se encomiende a la segunda fuerza política la formación de un gobierno.

En muchos sentidos, la división de la izquierda es algo evitable. Tanto los socialistas como Podemos admiten que tienen tantos puntos en común que deberían sellar una alianza para evitar que el Partido Popular se mantenga en el gobierno, pero no logran ponerse de acuerdo en la mesa de negociaciones.

Después de las elecciones de diciembre el nuevo líder socialista Pedro Sánchez convenció a Ciudadanos de que formasen una coalición de gobierno, pero Iglesias se opuso, de modo que parece poco probable que Iglesias convenza a los socialistas de que se alíen con Unidos Podemos luego de que esa agrupación se negó a apoyarlos.

La situación actual “no es buena para los socialistas”, según Federico Santi, analista español de la consultora de riesgos políticos Eurasia Group.

“Cuesta ser optimista, no solo en torno al futuro inmediato, sino también a mediano plazo”, señaló.

Algunos analistas, no obstante, creen que si las dos organizaciones de izquierda no se pueden poner de acuerdo entre ellas, queda una sola solución: una alianza entre el Partido Popular y los socialistas. Nunca se dio una coalición de ese tipo en España y Sánchez la descartó este año. Pero ya ha habido casos similares en Europa.

“Es demasiado pronto como para dar por muerto al Partido Socialista”, expresó Barroso.

Por ALAN CLENDENNING