Hombres encapuchados irrumpen con disparos en una comunidad indígena de Perú

Lima, 26 nov (EFE).- Un grupo de más de diez hombres armados y encapuchados, presuntamente ligados al narcotráfico, causó pánico al ingresar y realizar disparos en una comunidad indígena de la Amazonía peruana cuyo territorio ha sido invadido para instalar plantaciones de hoja de coca, materia prima de la cocaína.

La acción atemorizó a los habitantes de la comunidad Flor de Ucayali, una de las poblaciones nativas de la Amazonía peruana amenazadas por narcotraficantes, que en el último año han matado a al menos siete indígenas.

'La situación es de muy alto riesgo', reportó en redes sociales el abogado Álvaro Másquez, del Instituto de Defensa Legal (IDL), que brinda ayuda legal a la comunidad de Flor de Ucayali, habitada por unos 400 miembros de la etnia amazónica shipibo-konibo.

Durante su incursión en la aldea nativa, parte de este grupo de encapuchados armados se dedicó a merodear por la casa del presidente de la comunidad.

Toda la población, incluidos mujeres y niños, se refugió en el local comunal atemorizada, y pasó la noche apiñada a lo largo del salón y con las luces apagadas para no llamar la atención.

Al mismo tiempo, la comunidad nativa organizó dos guardias para vigilar los principales accesos al centro poblado durante toda la noche.

Desde hace dos años la comunidad de Flor de Ucayali ha presentado denuncias por deforestación y narcotráfico dentro de las 21.000 hectáreas de bosque amazónico que tiene tituladas a su nombre, pero estas fueron archivadas por la Fiscalía.

Son varias las ocasiones en que las autoridades de Flor de Ucayali han impedido el ingreso de nuevos invasores, recriminándoles por su presencia o decomisándoles sus herramientas de trabajo.

Sin embargo, la presión que los invasores ejercen sobre ellos es cada vez mayor y la situación de amenaza se hace también aún más grave.

Entre el año pasado y el actual han sido asesinados cuatro indígenas, entre ellos cuatro de la etnia cacataibo y tres asháninkas.

Los crímenes se han concentrado en la mitad central del territorio peruano, en el enclave amazónico que componen las regiones de Junín, Pasco, Huánuco y Ucayali. EFE

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