Haitianos parecen resueltos a lograr estabilidad política

El jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Haití, Celso Amorim (i). (EFE/Orlando Barría)

PUERTO PRÍNCIPE. El entusiasmo reinaba ayer en las calles de Puerto Príncipe, donde los haitianos se mostraban resueltos a que se respete su voto del domingo y a que esta elección represente el fin de una larga crisis política que ha frenado la reconstrucción del país.

“Podemos hacerlo. Sí, nosotros, el pueblo haitiano, puede ser ordenado y votar normalmente, en calma”, dice exultante Luckner Mérilien, mientras se instala, como cada mañana, con sus artesanías frente a uno de los grandes hoteles de la capital.

El fastidioso trabajo de conteo de las papeletas de votación, centralizado en Puerto Príncipe, demorará varios días. El Consejo Electoral Provisorio (CEP) prevé así publicar los resultados del escrutinio presidencial recién el 3 de noviembre. La segunda vuelta está prevista para el 27 de diciembre.

Curiosamente, en las conversaciones no se menciona ninguno de los nombres de los candidatos a la presidencia: la población habla en código.

Pero una frase resuena: “Yo no comí bananas”.

Es la forma en la que los opositores al presidente Michel Martelly manifiestan su rechazo a la candidatura de su protegido, Jovenel Moise, especializado en la producción de esta fruta.

A la inversa, los defensores del gobierno manifiestan su amor incondicional por la banana.

Pero esta ligereza de tono es solo aparente. Todos los que votaron el domingo -5,8 millones de haitianos estaban convocados- están de acuerdo en un punto: es necesario que los resultados anunciados sean el reflejo fiel de los votos que depositaron en las urnas.

El jefe de la misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), Celso Amorim, dijo este lunes durante una conferencia de prensa que la participación en los comicios del domingo llegó a “alrededor del 30%”, es decir más que en las elecciones presidenciales de 2010 y 2011.

El CEP “no tiene opción: votamos, deben respetarnos”, afirma Dieujuste Thélusma, que sufragó en la comuna de Pétionville, en la zona alta de Puerto Príncipe.

Compromiso ciudadano

Esta afirmación ciudadana es una novedad en este país caribeño, el más pobre de América, donde las elecciones anteriores se ganaron en las calles y no en las urnas.

“En las elecciones presidenciales de 1990, 2006 y 2010 fueron los manifestantes los que dictaron los resultados”, explicó Laennec Hurbon, sociólogo haitiano y director de investigación en el Centro de Investigación Científica (CNRS) de París.

“En 2010, las autoridades cambiaron los resultados para satisfacer a quienes habían tomado las calles”, agregó.

Hace cinco años, los primeros resultados publicados por el CEP excluyeron a Michel Martelly de la segunda vuelta electoral. Bajo la presión de los manifestantes -el país estuvo paralizado por tres días de revueltas- pero también de la comunidad internacional, el cantante pop y novato político pasó al balotaje y fue finalmente elegido presidente en mayo de 2011.

Analizando las elecciones del domingo, Laennec Hurbon se muestra satisfecho de ver que “la población aprendió la importante lección democrática: quiere que su voto cuente de veras”.

La votación no se vio perturbada el domingo por actos de violencia o fraudes masivos, pero todos saben en Haití que la etapa decisiva para la estabilización política del país será el anuncio de los resultados.

“La gran batalla es ahí. Si hay intentos de manipulación del escrutinio entonces sin duda habrá violencia en todo el país”, estimó Hurbon.

Tres candidatos parecen despegarse entre los 54 aspirantes: el oficialista Jovenel Moise; Jude Célestin -descartado de la segunda vuelta en 2010 para dejarle lugar al actual presidente-, de la Liga Alternativa por el Progreso y la Emancipación Haitiana (Lapeh); y Moise Jean-Charles, feroz opositor del actual gobierno.

Solo dos candidatos podrán pasar a la segunda vuelta.

Aunque los ciudadanos parecen dispuestos a aceptar el resultado del proceso democrático para designar a sus dirigentes, aún falta saber si los distintos partidos y candidatos harán lo mismo para respetar su compromiso con la estabilización política del país.

“Veremos si la gente acepta perder”, concluyó el sociólogo.

Tras la asunción en 2011 de Martelly, la profunda crisis entre el gobierno y la oposición impidió la realización de elecciones locales y legislativas.

La jornada del domingo permitió votar además a diputados, senadores y alcaldes.

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