Expresidente de Odebrecht a prisión domiciliaria, en clima familiar tenso

Las condiciones de detención Marcelo Odebrecht en Curitiba no han sido las peores: con derecho a microondas, heladera y televisión, las puertas de su celda siempre están abiertas.

El expresidente de la constructura Odebrecht, Marcelo Odebrecht. (Archivo/Agencias)

RÍO DE JANEIRO. El magnate Marcelo Odebrecht, implicado en el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil, pasará el martes a prisión domiciliaria, a tiempo para la Navidad, aunque en su familia el clima no está para fiestas.

Después de pasar dos años y medio en una cárcel de Curitiba (sur), el exempresario, de 49 años, cumplirá el resto de su sentencia de 10 años por corrupción y lavado de dinero en una lujosa mansión de Sao Paulo. Un confort oscurecido por tensiones familiares.

Apodado “el príncipe”, Marcelo Odebrecht dirigió la mayor constructora de América Latina, responsable de obras en todo el mundo, desde el estadio del equipo de baloncesto Miami Heat hasta usinas hidroeléctricas en Angola.

Este hombre de figura delgada, aspecto discreto y mirada penetrante, detrás de un par de anteojos ovalados, llegó a ser uno de los hombres más influyentes de Brasil. Su empresa llegó a convertirse en el símbolo de una nación pujante. Y su caída llegó junto a una grave crisis económica y política en el gigantesco país.

El derrumbe se inició el 19 de junio de 2015, cuando Marcelo Odebrecht fue detenido, acusado de pagar sobornos a decenas de líderes políticos en Brasil -luego se reveló que el procedimiento envolvía tres continentes- para obtener contratos.

El arresto se llevó a cabo en el marco de la Operación Lava Jato (’lavadero de autos’), que un año antes había empezado a destapar una inmensa red de corrupción urdida entre políticos y empresarios para obtener contratos en la estatal Petrobras.

Cuando la investigación reveló que Odebrecht gestionaba los millonarios sobornos a través de un departamento creado exclusivamente para ese fin, la caída del “príncipe” amenazó con arrastrar a toda la empresa.

De la celda al condominio

Las condiciones de detención Marcelo Odebrecht en Curitiba no han sido las peores: con derecho a microondas, heladera y televisión, las puertas de su celda siempre están abiertas. Allí, según reportes, desarrolló cierto fanatismo por el fitness.

Pero, desde luego, la prisión en casa será mucho más amena.

Según la prensa brasileña, Odebrecht viajará a Sao Paulo con escolta policial en su jet privado. Una vez en la megalópolis, se reencontrará con su esposa Isabela y sus tres hijas en una lujosa mansión del barrio Morumbi.

Un portavoz del caso Lava Jato confirmó que pasará los próximos dos años y medio recluido en su casa y con tobillera electrónica.

Le seguirán otros cinco años de pena, la primera mitad con salidas diurnas autorizadas y los últimos dos años y medio con la obligación de permanecer en su hogar sólo durante los fines de semana.

Comparada con su actual celda de 12 m2, la nueva prisión será una jaula de oro: ubicada en uno de los barrios privados más ricos de la ciudad, la vivienda tiene una superficie de 3.000 m2. Y una gigantesca piscina, según los periódicos.

Reyerta familiar

Gran parte del conglomerado familiar fue alcanzado por los tentáculos de Lava Jato, aunque Marcelo Odebrecht es señalado como el mayor responsable de los niveles de corrupción alcanzados por la empresa desde que asumió su comando en 2008.

Cuando el cerco de las investigaciones comenzó a cerrarse sobre la compañía, el CEO se resistió inicialmente a un acuerdo de delación premiada, relatan los medios.

Sin embargo, su padre Emilio tomó cartas en el asunto y asumió las negociaciones con la Fiscalía, según el periódico O Globo. Esto derivó en un acuerdo de confesión masiva en el que 77 ejecutivos de la empresa -incluido el detenido Marcelo- revelaron a las autoridades lo que sabían.

La empresa se comprometió a pagar una multa de 2.600 millones de dólares a los gobiernos de Brasil, Estados Unidos y Suiza.

A cambio, la firma logró sobrevivir y la justicia redujo de 19 a 10 los años de prisión para Marcelo Odebrecht y concedió un tratamiento especial para su padre.

La confesión, vista como una rendición, causó una grieta en la familia, según varios medios brasileños.

O Globo asegura que Emilio fue apenas dos veces a visitarlo a prisión, mientras Folha afirma que Marcelo también se distanció de su hermana, su madre y varias figuras de relevancia en la empresa. Tres de sus tíos habrían tomado partido por el patriarca Emilio y apenas uno lo habría respaldado a él.

“Había dos grupos en la empresa”, confió un miembro de Odebrecht al sitio de noticias UOL. “El lado de Emilio ganó”, aseguró esta fuente.

Odebrecht S.A. emprendió un proceso de renovación y anunció que a partir de ahora, el cargo de CEO no será ocupado por miembros de la familia.

Emilio, de 72 años, anunció esta semana que dejará en abril su puesto de presidente del Consejo de Administración.

Daniel Vargas, profesor de derecho de la Fundación Getulio Vargas, considera que el grupo Odebrecht está “haciendo grandes esfuerzos” para acabar con prácticas antiguas.

Pero la supervivencia de la empresa, apunta, depende de que todo el sector de la construcción tome conciencia y cambie de actitud.

“Si no, ¿cómo puede Odebrecht seguir siendo competitiva sin participar en la corrupción?”, se pregunta Vargas.

por Sebastian Smith

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