En “Tenet” el tiempo es protagonista
Para bien o para mal, “Tenet” es simplemente una película. No vencerá al virus y por sí sola no salvará a los cines
Llegué fresco a “Tenet”. No tenía una idea real de la historia, habían pasado unos cinco meses desde la última vez que estuve en un cine.
Es una larga pausa para alguien acostumbrado a ir al cine casi toda la semana.
La última película que vi en un cine, en marzo, fue la cinta de acción de Vin Diesel “Bloodshot”, así que se pueden imaginar cuánto deseaba un nuevo filme.
Es complicado, de alguna manera, analizar la experiencia, la sensación de estar de vuelta en un cine, y a la vez la sensación particular de “Tenet”. Para Christopher Nolan, cuyas películas construyen su arquitectura conceptual alrededor de la metafísica de las propias películas, es casi lo mismo.
Sus películas están diseñadas, desde un punto más molecular, para desatar poderes cinematográficos innatos y glorificar a la todopoderosa Gran Pantalla, una diosa que ha estado sola estos últimos meses.
Como la primera película importante estrenada en cines desde que comenzó la pandemia “Tenet” ha rondado en la mente de los cinéfilos ansiosos, adoptando el papel de salvadora. Nolan contra el COVID-19 es el drama de “Tenet” casi por igual que el drama de lo que ocurre en pantalla, e igual de convulso y desorientador.
Para ver “Tenet” para esta crítica fue necesario verla en un cine casi vacío, un lujo de distanciamiento social que no será posible para la mayoría, incluso con aforos reducidos. En su mejor momento ir al cine ha sido electrizante, incluso peligroso, quizá ahora es doblemente eso en este momento.
Para bien o para mal, “Tenet” es simplemente una película. No vencerá al virus y por sí sola no salvará a los cines. Ni siquiera te dejará atónito. Pero en buena parte de sus 150 minutos, el thriller de Nolan de espías y ciencia ficción alrededor del mundo te proporcionará un escape deslumbrante, con muchas imágenes singulares y rompecabezas intelectuales.
Y quizá lo más importante es que te dará un recordatorio agradable y duro de la capacidad de asombro, imaginación y, sí, grandilocuencia tediosa de las películas. Para la palíndroma “Tenet” esto va en ambos sentidos.
“Tenet” arranca en un auditorio lleno. Una sala de ópera en Kiev en la que el director levanta su batuta y comienza una ráfaga de disparos mientras un grupo de hombres enmascarados toman el escenario.
Fuera hay un escuadrón de agentes estadounidenses encubiertos. Llevan distintivos de la policía local en sus hombros y uno de ellos (John David Washington, conocido sólo como “el protagonista” en los créditos) logra rescatar a un hombre que está sentado en un palco cerrado. Lo saluda con una frase en clave “vivimos en un mundo en crepúsculo”.
Mientras trata de impedir que se detonen bombas en el teatro, ocurre algo raro. Al pelear con uno de los terroristas una bala parce volar hacia atrás dentro del arma. Después de ser capturado como rehén es torturado y se desvanece. Cuando despierta mucho tiempo después le dicen que ha sido dado de baja de la CIA y que fue enrolado en una organización oscura conocida como Tenet.
Su misión va más allá de las fronteras, le dice, se está creando una Guerra Fría. Él tratará de impedir la Guerra Mundial III y un apocalipsis peor que un holocausto nuclear.
Lleva un tiempo descubrir los detalles de esta guerra secreta — saber quién está en cuál bando, qué es lo que se están jugando — pero al igual que en la película anterior de Nolan, la gloriosamente sincronizada historia de supervivencia en la Segunda Guerra Mundial “Dunkirk”, la cual estaba dividida por elementos entre tierra, mar y aire, “Tenet” está repartida entre pasado, presente y futuro.
Un género embriagador que pone temas propios de James Bond a través de un colisionador, en buena medida es una película que acompaña a “Inception” (una película de atraco con un giro de ciencia ficción) e igual de cargada con explicaciones continuas.
El meollo es que hay un mineral raro que puede revertir la entropía de los objetos. Esto significa que se puede viajar en el tiempo, hay armas invertidas, persecuciones de autos que van a toda velocidad hacia atrás y la película de mayor presupuesto que se ha visto un poco como el video en reversa de la canción “Drop” de The Pharcyde dirigido por Spike Jonze. Esas armas son “el desperdicio de una guerra por venir”, dicen, el futuro está atacando el pasado.
El viaje del protagonista lo pone en contacto con un asesor británico llamado Neil (un Robert Pattinson deliciosamente astuto y especialmente galante; siempre quieres que hable más de lo que hace), un traficante de armas de Mumbai (Dimple Kapadia) y un oligarca ucraniano llamado Andrei Sator (Kenneth Branagh). Para llegar al aislado Sator, el protagonista encuentra un modo de entrar a través de su esposa Kat (Elizabeth Debicki, la actriz más delicada y conmovedora de la película), una marchante de arte que ha terminado por detestar a su esposo.
Como película “Tenet” hace ruido como un jumbo jet. Su auténtico tonelaje es lo que más impresiona. Hay camiones, barcos, turbinas gigantes, y helicópteros, masas de concreto y aviones 747. Es literalmente una película pesada.
Los escenarios que van de la costa de Amalfi a las “ciudades cerradas” de Rusia, le dan a “Tenet” un fondo tecnológico de destrucción ecológica. Si acaso, desearía que Nolan hubiese llevado su concepto del futuro contra el pasado más allá, en vez de situarlo tan firmemente en el mudo más familiar (en las películas) del tráfico ilegal de armas.
A “Tenet” le falta la maestría elegante de “Dunkirk” ('Dunkerque') o lo conmovedor de “Interstellar” ('Interestelar'), pero tiene una gran geometría oscura. Como instrumentos de abstracción, la mayoría de los protagonistas de Nolan están al borde del vacío. Washington fluye por la película con su carisma y su gracia sobrenatural pero la vida interior de su personaje queda inexplorada. El Cobb de Leonardo
DiCaprio en “Inception” ('El origen') no era tan diferente, pero la misión caía directamente en su subconsciente. Nolan, un cineasta visionario, puede estar a veces demasiado ocupado conjurando visiones como para construir un personaje.
El tiempo es el verdadero protagonista de Nolan, de cualquier manera. Su pérdida era la agonía de “Interstellar”. Un reloj que no se detiene, en tres planos temporales diferentes, medía a “Dunkirk”.
En “Tenet” se mueve en círculos: adelante y atrás como olas en el océano. Es una característica distintiva de las películas y se puede sentir a Nolan investigando y experimentando con él. Es fácil imaginar que “Tenet” nació en una sala de edición mientras se rebobinaba una toma y surgió la epifanía.
El tiempo se ha hecho extrañamente cada vez más elástico durante la pandemia (al igual que las fechas de estreno de las películas). Hoy, ayer, y mañana se juntan. Así que es un consuelo que incluso el reloj de Nolan siga sonando.
“Tenet”, un estreno de Warner Bros., tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de violencia y acción, algunas referencias sugestivas y lenguaje inapropiado. Duración: 151 minutos. Tres estrellas de cuatro.
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