El penoso presente de los poderosos presos de “Lava Jato” en Brasil

“A todos les lleva un tiempo adaptarse y hasta pueden sufrir cierta depresión. Si requieren tratamiento psicológico, se lo damos para que tomen conciencia”, dice jefe Penitenciaría

En el Complejo Médico Penal de la sureña ciudad de Curitiba, exministros, exdiputados, empresarios y exdirectivos de Petrobras consumen su tiempo en celdas de doce metros cuadrados compartidas entre tres. (AFP)

CURITIBA, Brasil. Los otrora poderosos presos de la “Operación Lava Jato” en Brasil ofrecen un crudo retrato de la desolación que acarrea la pérdida de la libertad.

Recluidos en el Complejo Médico Penal de la sureña ciudad de Curitiba, exministros, exdiputados, empresarios y exdirectivos de Petrobras consumen su tiempo en celdas de doce metros cuadrados compartidas entre tres.

Obligados a largos períodos de silencio y sin derecho a visitas íntimas, las dos horas diarias de sol y un televisor de 20 pulgadas suavizan el descarnado presente de hombres como José Dirceu, exjefe de gabinete de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), o Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de Diputados y cerebro de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2016.

Una norma que favorece a los que tienen estudios superiores completos los protege de compartir su estadía con delincuentes comunes, una ventaja que no tendrá el empresario Eike Batista, quien llegó a poseer una fortuna de 30.000 millones de dólares, encarcelado este lunes con la cabeza rapada a un penal corriente de Rio de Janeiro.

El presente de esa élite que montó un submundo de sobornos y fraudes para financiar campañas o para enriquecerse contrasta con las facilidades de las que gozaban o el lujo que los rodeaba antes de su captura. Y el impacto es feroz.

“A todos les lleva un tiempo adaptarse y hasta pueden sufrir cierta depresión. Si requieren tratamiento psicológico, se lo damos para que tomen conciencia del momento que viven: están presos y ya no importa la condición social que tenían afuera”, dijo a la AFP Luiz Moura, jefe del Departamento Penitenciario de Paraná (Depen), cuya capital es Curitiba.

“Son internos y como tales son tratados”, añadió.

Trabajar en prisión

Los trabajos remunerados, cuando están disponibles, forman parte de la rehabilitación.

Dirceu, un abogado que llegó a ser mencionado como posible sucesor de Lula, llegó al Complejo Médico Penal de Curitiba luego de ser condenado por recibir ilegalmente 3,12 millones de dólares, que destinó en parte a comprar una avioneta Cessna, según la acusación.

Dueño de una biografía cinematográfica, que incluye un exilio en Cuba donde recibió entrenamiento militar, es uno de los ocho presos de “Lava Jato” en el lugar. Purga 20 años y 10 meses en la galería 6, de reclusos “especiales” con diploma, donde lleva libros a otros presidiarios a cambio de 45 reales mensuales (14,3 dólares), sin contar la retención del 25% que le hace el Estado para reinvertir en el sistema.

“No es un trabajo de bibliotecario porque no tiene habilitación para eso. Es solamente un distribuidor de libros, los entrega en las celdas, los trae de vuelta, los ordena en los estantes y hace la limpieza y la conservación de los libros. Luego pasa un informe a los profesores”, señaló Moura.

Los presos en Paraná pueden, además, reducir cuatro días de condena por libro leído -uno por mes como máximo- gracias a un programa que les exige dar un examen ante los profesores del penal. Si la evaluación es negativa, no se computa el perdón.

Pocas opciones

Aún en prisión preventiva, Cunha, un político ultraconservador comparado frecuentemente con Frank Underwood, el personaje manipulador de la serie “House of Cards”, no tiene empleo.

“Hay un número reducido de trabajos y priorizo a los que ya están condenados (...). Cuando los demás van a trabajar y él no tiene nada que hacer, lee su expediente”, explicó Moura.

Los exdiputados André Vargas (del ezquierdista PT, condenado a 14 años y cuatro meses) y Joao Argolo (Solidariedade, 11 años y 11 meses), así como el extesorero del PT, Joao Vaccari Neto (más de 30 años) se ocupan de limpiar el pabellón que los “Lava Jato” comparten con expolicías y profesionales.

Llegaron a ser 22, además de los que están alojados en la Policía Federal -actualmente son ocho-, entre ellos el exministro de Hacienda Antonio Palocci y Marcelo Odebrecht, expresidente de la constructora que lleva su apellido.

Antes de confesar sus ilícitos a cambio de una reducción de sus 19 años y cuatro meses de cárcel, Odebrecht pasó por el complejo: “Era extremadamente disciplinado. Estableció una rutina de ejercicios y la cumplía. Cuando todos tomaban sol o conversaban, él corría”, recordó Moura. EFE/Damian Wroclavsky