Brasil: con agudización del COVID-19, crecen muertes en casa

Familiares y amigos del fallecido Eldon Cascais hablan con un empleado de SOS Funeral, vestido con un traje de protección, durante la pandemia del coronavirus en Manaos, Brasil, el 9 de mayo de 2020. Según la familia, Cascais tenía cáncer de pulmón y murió en su casa tras sufrir problemas para respirar, tos y fartiga durante una semana. (AP Foto/Felipe Dana)

MANAUS (AP) — Tras salir a hacer compras, el brasileño Eldon Cascais volvió a su casa y tiempo después comenzó a sentir malestar. Pasó una semana con mucho cansancio, falta de aire y tos, algunos de los síntomas de COVID-19. Cansado de sufrir por años de tratamiento contra el cáncer, decidió no buscar atención médica. La muerte lo sorprendió en un barrio humilde de Manaus.

“Dijo que se había estado sintiendo muy cansado”, relató a The Associated Press Nildon Conrado, hermano de Eldon y uno de los familiares que sospechan que su hermano se contagió del virus. “No buscó ayuda médica. Estaba aterrado por la posibilidad de morir en un hospital, cansado de sufrir”.

El servicio funerario atribuyó la causa de su muerte a un tumor en el pulmón y el cuerpo de Eldon fue enterrado sin haber sido testeado para coronavirus.

El COVID-19 trajo un nuevo drama a Brasil. Como en el caso de Cascais, cada vez más personas mueren en sus casas contagiadas o sospechosas de haber contraído el virus y, en otros casos, por falta de tratamiento contra otras enfermedades durante la pandemia. Entre el 26 de febrero, cuando el Ministerio de Salud brasileño reportó el primer contagio en el país, y el 16 de mayo, los fallecidos en domicilios aumentaron más de 23% respecto del mismo periodo del año anterior, según datos del registro civil. Ese porcentaje equivale a más de 10.076 personas.

El caso brasileño, uno de los polos mundiales de la enfermedad, es un fenómeno extendido en el mayor país de América Latina. En otras ciudades de la región, como Lima, en Perú, y Guayaquil, en Ecuador, muchas personas también están muriendo en sus casas, aunque no existen mediciones precisas sobre la dimensión del fenómeno.

Varios motivos explican el incremento de muertes en los hogares, según Frederico Fernandes, presidente de la Sociedad Paulista de Neumonología. Los brasileños tienen miedo de salir de casa y dejan de ir a las clínicas para atenderse por otras enfermedades que necesitarían asistencia. Los sistemas de salud están sobrecargados en varios estados, por lo cual algunas personas mueren en la fila de espera para recibir una cama. Y la tercera situación tiene que ver directamente con pacientes enfermos de COVID-19 que, a veces, presentan pocos síntomas y empeoran rápidamente y mueren en casa.

En 22 de los 27 estados se comprobó la tendencia en aumento de muertes de este tipo. Sólo cuatro tuvieron una reducción y en uno hubo la misma cantidad. Y en algunos de los estados donde el coronavirus ha sometido a los sistemas de salud a una gran presión, el porcentaje resultó sensiblemente mayor al promedio. Por caso en Manaus, Amazonas, la primera capital en sufrir un colapso del sistema de su salud y acudir a fosas comunes en cementerios en su capital, hubo un incremento de 159% en los fallecimientos domiciliarios entre el 26 de febrero y el 16 de mayo, según datos del Registro Civil.

“El aumento de las muertes domiciliarias es un termómetro del efecto de la pandemia en la salud colectiva”, dijo Fernandes. “Es un dato que debe ayudar a organizar la atención pre hospitalaria y la demanda por los servicios de emergencia”.

Brasil superó esta semana los 24.000 muertos por la enfermedad y es el segundo país con más contagios de coronavirus sólo detrás de Estados Unidos. El presidente Jair Bolsonaro enfrenta críticas de vastos sectores de la sociedad por la minimización del virus, al que ha calificado como una “gripecita”.

Durante la pandemia, el mandatario derechista violó varias veces las recomendaciones para evitar aglomeraciones y ha dicho que la culpa por los muertos debe caer sobre gobernadores y alcaldes, quienes toman medidas restrictivas en varios estados. “No soy sepulturero ni hago milagros”, dijo Bolsonaro cuando le pidieron un comentario por la cantidad de muertos.

La familia de Cascais se mostró dividida. Uno de ellos aceptó la posibilidad de que podría haber muerto de COVID-19, pero otros lo negaron pese a que tenía síntomas compatibles con la enfermedad. La situación se repite en otros puntos del país como la ciudad de Sao Paulo, donde las muertes en casa crecieron un 35% y de 2.754 fallecimientos sólo 40 fueron registrados como coronavirus entre el 26 de febrero y 16 de mayo, también según el Registro Civil.

De acuerdo con el director del Servicio de Atención Móvil de Urgencias (SAMU) paulista, Francis Fuji, se da un fenómeno curioso: muchos familiares ocultan a los médicos que dan los certificados de muerte que sus seres queridos tenían síntomas de coronavirus. “Muchos han mentido al ocultarnos los síntomas que podrían conducir al diagnóstico de coronavirus. Creen que en ese caso su ser querido va a ser tirado dentro de un saco plástico cerrado, y saben que nunca más va a verlo ni tendrá velorio”, explicó.

Cada vez que un brasileño muere en casa, los familiares deben dar aviso a la policía o al servicio médico para obtener un boletín de fallecimiento. Posteriormente, es necesario contactar al servicio funerario, público o privado, para la remoción del cuerpo.

En Río de Janeiro, donde autoridades municipales instauraron cuarentenas en algunos municipios para detener la velocidad de diseminación del virus, los fallecimientos domiciliares crecieron 48%, reportó el Registro Civil.

El problema de las muertes en domicilios crecerá y se extenderá a más estados del país a medida que los contagios por el virus continúen avanzando, cree Lourival Panhozzi, presidente de la Asociación Brasileña de Empresas y Directores del Sector Funerario. “Sucederá por el miedo con el que están las personas de ir a las unidades hospitalarias y contagiarse. También porque se están suspendiendo procedimientos, cirugías, internaciones y tratamientos. Y, principalmente por la propia saturación de la red hospitalaria: las personas no van a encontrar camas”, dijo Panhozzi. “Sólo no podemos precisar cuánto será ese aumento”.

Los fallecimientos en casa dejarán a los brasileños una marca emocional luego de la pandemia, un verdadero “drama”, cree Andréia Vicente, una historiadora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro especializada en antropología de la muerte.

En muchos casos, cuando se trata de pacientes muertos con sospecha de COVID-19, los cadáveres van directamente al cementerio para ser enterrados. La historiadora remarcó las consecuencias de la falta de velorios. “No cumplir con los ritos funerarios amplía el trauma. Los velorios suprimidos y el contacto completo con la experiencia de la muerte está generando un verdadero drama para los enlutados y muchas comunidades”.

————— La periodista de la AP Renata Brito reportó desde Manaus. Silva de Sousa reportó desde Río de Janeiro.

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