Bebe Vio, la virtuosa del florete de oro: 'Esta medalla pesa y es por todos'
Carmen Grau Vila
Chiba, 28 ago (EFE).- El ruido de floretes se interpone al crujir metálico de dos sillas de ruedas, la esgrimista italiana Bebe Vio mantiene el equilibrio sin piernas, sin manos, y con el torso y un espadín protésico vence a su rival por la corona de Tokio.
Parecería digno de una película, aunque ya los es. Más conocida como Bebe y de 24 años, la italiana Beatrice Vio es una de las deportistas ejemplo de superhéroe real en el documental 'Rising Phoenix' sobre la historia de los Juegos Paralímpicos.
Es real, tan real que esta es su segunda medalla en unos Juegos Paralímpicos, tras el oro de Río ante su conocida rival, la china Jinjing Zhou.
'Dicen que la mejor es la primera, pero yo me siento muy feliz con esta segunda, con todas', afirma emocionada su madre a Efe.
Ancladas al suelo, ambas paratletas se batieron en duelo paralímpico este sábado, por segunda vez en una final, y si en Brasil la italiana acabó imponiéndose en contra de lo esperado y a pesar del latigazo que recibió en la nuca, en Tokio volvió al podio por 15-9.
'No lo hago solo por mí, quiero ver felices a todos. Este oro pesa porque es un esfuerzo de equipo', dijo con la medalla colgada.
LA ACTITUD COMO MEJOR ARMA
Las sillas de ruedas desfilan con esgrimistas de la categoría B, paratletas con una discapacidad que les afecta tanto a las piernas como al tronco o al brazo que utilizan para competir.
En el caso de Bebe es todo, pero ella llega por su propio pie, con unas prótesis de deportivas blancas y previo al combate, anima entusiasmada al resto de esgrimistas.
Incluso a sus rivales, a quienes aplaude con sus prótesis en los brazos cuando son anunciadas ante unas gradas demasiado vacías por la pandemia y sin público disfrutando del mejor espectáculo deportivo.
En un rincón, unos discretos portadores de la bandera italiana son su madre y familia, que en silencio la acompañan.
Bebe es un torbellino sobre la plataforma, anda y baila sobre sus piernas ortopédicas y vigila cómo los voluntarios japoneses anclan la silla.
Cuando toma posesión de la 'butaca' de ruedas, se transforma por completo, su tronco se yergue hasta fundirse en el trono. Le desenganchan las piernas, le enganchan el arma y se coloca la careta.
Durante los combates celebra cada tocado, que se traduce en un punto más, con un alarido que uno pensaría es dolor. No, casi no la han tocado en esta jornada donde se enfrentó a nueve rivales.
Gran virtuosa del florete, lo entrecruza y acomete o se contorsiona hacia atrás para esquivar la estocada sin dar margen en los duelos.
Una tras otra van cayendo, primero cinco contrincantes, luego la georgina Khetsuriani en cuartos de final y después la rusa Vaileva en semifinales.
La china Zhou tampoco se escapa, aunque en pleno combate, el florete de Bebe se afloja y acude al rescate su entrenador a 'operarla'.
'Brava', la animan desde las gradas.
AMOR DESDE NIÑA
Con cinco años y todos sus miembros empezó esgrima, porque se enamoró, dice.
'No pasa nada si nadie cree en mi, pero si yo no creo es un problema' o 'me encanta el aroma del esgrima', cuenta en el documental.
No tiene miedo, está repleta de autoconfianza y motivación. Sus frases podrían decorar camisetas, aunque su imagen ya ha vestido revistas, es campaña de Nike, escritora, voz de Disney en 'Los increíbles 2' y promotora del deporte para personas con discapacidad.
Su historia personal y la esgrima la han encumbrado en Italia, derribando barreras deportivas y estereotipos femeninos cuando las niñas italianas ven en ella un ejemplo para quererse como una es.
Aboga por las vacunas, puesto que una virulenta meningitis cambió su vida a los once años y le amputaron las piernas y los brazos a la altura de los codos para salvarla.
Antes de eso su sueño era ser olímpica, logró recuperarlo y ahora ambiciona convertirse en la presidenta del Comité Olímpico Italiano.
'Hacen falta tres dedos y muñecas para el esgrima, tú no los tienes', le dijeron cuando intentó retomar su querido deporte, pero volvió a enamorarse del florete en silla de ruedas, convirtiéndose en campeona.
Entrena ocho o diez horas cinco días de la semana, con 15 años portó la antorcha paralímpica en Londres y debutó en Río directa al oro.
'Cuando lucho he de sacarme las prótesis y no puedo agarrarme a la silla. Por eso entreno mis abdominales para mantenerme en forma y moverme rápido', explica de una técnica que la lleva a contorsionarse sobrevolando la silla.
¿Qué pensaría si la viese el neurólogo alemán Ludwig Guttmann, padre fundador de los Juegos Paralímpicos y precursor de esta modalidad de esgrima? Se quedaría sin palabras. EFE
cgv/jag
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