El brujo de La Ureña utilizaba ataúdes y palomas en sus ritos

A la consulta del brujo acudían yipetas con placas de diputados

Estas cajas de muerto las utilizaba en sus ritos de brujería.

SANTO DOMINGO ESTE. La Policía desmanteló ayer el “altar” de un haitiano que practicaba la brujería utilizando palomas, cajas de muerto, cabezas de chivo y efigies humanas en el sector La Ureña.

Alberto Santos, un vecino de la calle Eva, donde está ubicado el “consultorio de Muá”, dijo que este hombre era visitado por muchas personas de todo tipo.

Aseguró que el referido lugar era visitado por “gente en yipetones con placas de diputado, gobernadores y de otras dependencias del gobierno”.

Santos señaló que también visitaban el “consultorio de Muá”, mujeres en busca de trabajos para conquistar hombres.

El supuesto brujo utilizaba palomas en sus ritos, cabezas de animales, restos y despojos humanos, huevos, máscaras alusivas a Satanás, monedas, paños rojos, pósters grandes de Papá Candelo, Anaísa, y otros “santos” de la hechicería.

Cobraba RD$500 por consulta, “y le daba el manazo para hacerle un trabajo” a ilusos que acudían en busca de mejorar su situación económica.

Mariana Rosario contó que un ayudante del brujo le contó que cuando una mujer acudía a su consulta, éste la “utilizaba”, satisfaciendo sus apetitos sexuales.

En tanto, residentes del sector se sienten atemorizados por los utensilios que permanecen tirados a la orilla de la casa que funcionaba como consultorio del brujo, y llamaron a la Policía para que se los lleven.

Más de una docena de palomas, tres cajas de muertos, cabezas de animales disecadas, entre otros desechos, infunden temor entre los lugareños.

En el sector

Este hombre amenazaba con “echarle una brujería” a quien denunciara su presencia. Por más de dos años operó a sus anchas, a pesar de que era visitado diariamente por patrullas policiales, cuyos ocupantes se desmontaban, entraban a la casa donde operaba, y 15 minutos después salían sonrientes. Llegaba todos los días a las nueve de la mañana, se retiraba bien entrada la noche, especialmente los martes y viernes, días en que acudían más “pacientes” en búsqueda de salud, algunos, otros de prosperidad, o por encontrar o reconciliarse con un amor o por saber su futuro.