Dos cadenas perpetuas para un dominicano acusado de matar militar

Tony González mató a Carl Cunningham Junior de siete balazos en casa de su exnovia

NUEVA YORK._ Un juez del Tribunal Superior de Warwick en Providence condenó a dos cadenas perpetuas consecutivas al dominicano Tony González, convicto por el asesinato del militar norteamericano del ejército de Estados Unidos, Carl Cunningham Junior, a quien mató en el 2012 supuestamente porque la exnovia de González lo dejó para sostener una nueva relación con la víctima.

Durante un juicio en febrero, González fue declarado culpable por asesinato en primer grado y sentenciado recientemente a dos condenas consecutivas, además de otros 15 años por asalto agravado en primer grado y 10 más de libertad suspendida.

Los fiscales dijeron que González, después que su novia decidió abandonarlo y comenzó a salir con el militar, se apareció a la casa de la mujer con la intención de enfrentarse al nuevo novio.

En lugar de hacer una reclamación verbal, González le disparó a Cunningham Junior.

Los padres de la víctima se mostraron satisfechos con la condenada y calificaron de "cobarde" a González y criticaron que el convicto no les diera la cara ni siquiera para disculparse por el asesinato.

El emotivo juicio duró dos semanas.

Lynette Cunnigham, madre del militar asesinado gritó a todo pulmón en el tribunal improperios contra González, entre los que estaban la palabra "cobarde".

Dijo que el condenado no tuvo el valor de voltear la cara y mirar de frente a los padres y otros parientes de la víctima.

"Ni siquiera tuvo la cortesía de decir lo siento", añadió la madre del militar malogrado.

La autopsia reveló que el soldado fue baleado siete veces y un experto testificó en el juicio que los casquillos encontrados en la escena del crimen eran de una pistola calibre 9mm, la misma que los investigadores dijeron que pertenecía a González.

Sin embargo, el arma homicida no pudo ser recuperada ni presentada como parte de las evidencias en la corte.

El abogado defensor del dominicano pidió al juez la anulación del juicio, alegando manipulación de pruebas y que los testigos de la fiscalía no eran creíbles.

Al desestimar la moción, el juez fue implacable y envió a González detrás de los barrotes por el resto de sus días.