Davos, el fortín alpino de los poderosos para marcar senda económica mundial

Jefes de Estado y de Gobierno, y grandes empresarios se concentran en la ciudad a fin de enero

GINEBRA, Suiza.- El Foro de Davos es la cita alpina de los poderosos del mundo que el Foro Económico Mundial (WEF) organiza anualmente para marcar la senda de la economía mundial y servir de gigantesca red de contactos durante cinco días a las élites políticas y financieras.

Davos es una localidad de 12,000 habitantes en el este de Suiza que vive de los deportes de invierno y de las actividades de montaña y que cada año, a finales del mes de enero, concentra al mayor número de jefes de Estado y de Gobierno y grandes empresarios por kilómetro cuadrado del mundo.

La reunión nació en 1971, a iniciativa de Klaus Schwab, un profesor de política empresarial de la Universidad de Ginebra, que logró reunir en el recién inaugurado Centro de Congresos de Davos a medio millar de ejecutivos de Europa occidental con el objetivo de introducir en el viejo continente las prácticas empresariales de EEUU.

En pocos años, Schwab consiguió que ese simposio fuera cita obligada para los empresarios europeos en el llamado Foro Administrativo de Europa, que pasó a llamarse Foro Económico Mundial en 1987, con el objetivo de incluir también en las reuniones a los responsables de las decisiones políticas.

Este giro fue decisivo y exitoso, y Schwab logró que Davos se convirtiera también a partir de la década de 1980 en marco de resolución de conflictos internacionales.

En 1988, Grecia y Turquía, entonces al borde de un conflicto, firmaron la "Declaración de Davos" y cuatro años después Davos fue el lugar donde comparecieron por primera vez de manera conjunta fuera de Sudáfrica el entonces presidente Frederik Willem de Klerk y el líder opositor Nelson Mandela.

En 1994, el ministro israelí de Externos, Shimon Peres, y el presidente de la OLP, Yaser Arafat, alcanzaron un acuerdo preliminar sobre Gaza y Jericó.

Pero con la llegada del nuevo siglo, Davos adoptó un giro más económico y financiero, tratando inicialmente de buscar propuestas para el denominado "nuevo capitalismo" y readaptándose después, a raíz de la crisis que estalló de 2007, en "lugar de terapia" -en palabras de Schwab- para desorientados políticos, empresarios y economistas.

El WEF, con estatus de observador en el Consejo Económico y Social de la ONU, es un club "solo para ricos", ya que la participación en Davos para una empresa tiene un coste anual básico de 50.000 francos suizos (unos 40.300 euros al cambio actual).

Para los denominados "asociados industriales y estratégicos", es decir los VIP entre los VIP que participan activamente en la elaboración de la agenda, la cifra oscila entre los 250.000 y 500.000 francos (entre 200.000 y 403.000 euros) anuales.

El WEF está formado por tres órganos: el Patronato de la Fundación, que establece la dirección a largo plazo, el Consejo Empresarial Internacional, que es el órgano consultivo, y el Consejo de Administración, que es responsable de la supervisión y la gestión de las actividades y recursos del Foro.

Desde su sede central en Cologny, una de las zonas residenciales más lujosas de Europa a las afueras de Ginebra, el Foro prepara esta "cumbre de Davos", que tiene una duración de cinco días y que reúne habitualmente a medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y a más de 2.500 líderes empresariales, financieros, económicos y sociales, entre estos últimos académicos, dirigentes de ONG, sindicalistas, líderes religiosos, artistas y representantes de los medios de comunicación.

El WEF establece diversos niveles de participación a los asistentes al Foro de Davos, claramente distintivos por colores en las acreditaciones que concede, y limita el acceso de la prensa a los debates, favoreciendo a los medios que pagan la cuota de miembros.

El público tiene restringido el acceso, por razones de seguridad según los organizadores, aunque parte de la agenda de Davos se puede seguir en vivo a través de internet.

Aunque inicialmente la seguridad no fue la razón principal de reunirse en Davos, la dimensión adquirida por el Foro consolidó esta localidad como lugar de reunión, porque es sencillo convertirla en un fortín.

Esta es, en parte, una de las razones que ha desanimado al movimiento antiglobalización y antisistema a manifestarse en grandes números contra lo que consideran una cita que perpetúa las grandes desigualdades del sistema económico actual en favor del gran capital y en perjuicio de los ciudadanos.

En 2012, el movimiento "Ocupemos el WEF" solo logró concentrar a un puñado de jóvenes, que desafiaron temperaturas de hasta 10 bajo cero en tiendas de c8ampaña que tuvieron que instalar en la zona habilitada para ellos por la policía: el aparcamiento de autobuses que lleva a las pistas de esquí de Davos.