Con el DR-CAFTA “hay tiempo para hacer algunos ajustes”
Campos De Moya: “Nos oponíamos a esas negociaciones”
Santo Domingo. El balance general sobre los 10 años de vigencia del DR-Cafta tiende a inclinarse hacia los números rojos para los industriales y agroindustriales dominicanos. Y sus ánimos tal vez puedan ser descriptos por la siguiente expresión: “Te lo dije”.
Campos De Moya, presidente de la Asociación de Industria de la República Dominicana (AIRD), contó que cuando esas negociaciones fueron empujadas, primero por el Gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004) y luego terminadas por el de Leonel Fernández (2004-2008), él representaba a un sector que se le oponía.
Desde el Central Romana, una poderosa corporación azucarera del Este, en ese entonces Moya observaba que el sector azucarero dominicano no necesitaba del Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos (DR-Cafta)
En el caso del azúcar “había una cuota determinada por una legislación americana, que ellos no estaban contemplando modificar en ningún sentido”, recordó. Cuando evaluaron la situación del Cafta, que “a medio camino” se convirtió en el DR-Cafta, al incluirse a República Dominicana, “nosotros nos opusimos al mismo”, contó.
Un importante productor de cerdo, entonces legislador, que desde la presidencia del Senado empujaba el acuerdo comercial durante los siguientes 10 años “ha sido muy afectado económicamente por las importaciones de los ‘trimmings’ de cerdo que vienen hacia el país” desde Estados Unidos, relató. Ese productor es el exsenador Andrés Bautista, dijo. “Si le preguntan hoy, yo estoy seguro que dirá que no está de acuerdo”, comentó el presidente del AIRD.
Al participar en Diálogo Libre, el jueves pasado, acompañado de Circe Almánzar, vicepresidente ejecutiva del AIRD, Campos de Moya también mencionó los casos de la leche y lácteos en general, “que están en todos los periódicos, y se están quejando por las importaciones”.
“Nosotros abrimos todas nuestras bandas para que pudieran entrar todos los productos”, tanto desde Estados Unidos como de Centroamérica, afirmó.
Y pone un ejemplo sobre las dificultades de la industria nacional para competir: “Un cartón de leche que viene desde un país centroamericano entra aquí bajo un sistema preferencial. Sin embargo, una planta de leche importa cartones para envasar su leche y quieren que paguen impuestos sobre esos cartones”.
Ese es el tipo de medida que consideró que se tiene que corregir como parte de un pacto fiscal, “para hacer nuestras plantas competitivas” con relación a las extranjeras.
Entre 2005 y 2013, la tasa de crecimiento promedio anual de las exportaciones dominicanas hacia Estados Unidos fue negativa, -0.9%. Pero esa tasa, para todos los países del DR-Cafta a los Estados Unidos fue de 8.3%. Excluyendo las importaciones de combustibles, el superávit comercial de República Dominicana con Estados Unidos de US$704 millones en 2005 se convirtió en un déficit de US$987 millones en 2013, revela un reciente informe del Ministerio de Economía.
Almánzar observó que el DR-Cafta “es una decisión tomada” y que “es complejo salirse de eso”. Pero alertó sobre el reto que se aproxima: “Ahora viene una desgravación de los productos más sensibles para la producción agrícola”.
Las exportaciones de productos menores ha sido el gran ganador de las exportaciones hacia Estados Unidos, en el caso de República Dominicana, observó. Lo contrario sucedió con las zonas francas, “que fueron los que motivaron el tratado, (pero) que se han quedado prácticamente igual”.
Mencionó el tema de los subsidios que el Gobierno de Estados Unidos otorga a sus productores. A diferencia del acuerdo con la Unión Europea, el DR-Cafta “no reconoce las asimetrías”.
En 2014 los Estados Unidos otorgó US$41,000 millones de ayuda interna a sus productores agrícolas. Este monto equivale a cuatro veces el presupuesto total de ingresos de la República Dominicana, revela el estudio del Ministerio de Economía. Ese es el vientre del monstruo con que compite República Dominicana.
El DR-Cafta “nos ayudó a darnos cuenta que estábamos frente a un monstruo”, observó Almánzar.
Pero confió que “hay tiempo para hacer algunos ajustes”. El sector arrocero, el lechero, el avícola, mencionó. “Hay que buscar mecanismos internos para apoyar a esos productores”, porque de lo contrario, “no van a subsistir”.