Comienza la cuenta atrás para el inicio del proyecto Nuevo Domingo Savio

J. Mario Jáuregui y Jon Ugalde, explican el proyecto.

SANTO DOMINGO. Ante el inminente comienzo del proyecto de rescate de la población en situación de vulnerabilidad en los sectores Los Guandules y La Ciénaga, URBE explica a través del urbanista responsable del concepto, Jorge Mario Jáuregui, algunos de los puntos que quedan por afinar.

Primero, aclarar que este Nuevo Domingo Savio, a orillas del Ozama y con intervenciones en La Ciénaga y Los Guandules nunca se planteó como su antecedente, La Nueva Barquita. El éxito de aquel primer gran proyecto de intervención en las orillas del río Ozama, ha confundido a algunos pero la realidad es que tal inversión y modelo de intervención no son factibles en este caso.

Las voces que desde partidos políticos como Alianza País o líderes comunitarios y religiosos reclaman ahora el “desalojo casa a casa” obvian este punto, que es fundamental para entender y llevar a buen término los procesos sociales previos e imprescindibles.

Los censos siempre contabilizaron el mismo número de viviendas (muchas de ellas en terrenos invadidos, ocupadas por una sola persona y alquiladas) y el planteamiento es indemnizar a los que las ocupan para que alquilen o compren viviendas en el mismo sector. De esta manera se evitará el desarraigo y la desconexión de sus fuentes de ingresos, normalmente muy vinculadas a su barrio y que suele ser el principal motivo de desacuerdo.

Abrir vías

Con comunidades de vecinos y organizaciones consolidadas, se pudo trabajar por meses en la radiografía social del sector. Recoger sus carencias y necesidades, sus aspiraciones y peticiones. En este tipo de intervenciones urbanas el trabajo social es el punto de inicio y el que medirá el éxito final.

Se optó por hacer una intervención que preservara los fuertes vínculos de sus residentes, sus inversiones (hay viviendas muy sólidas) y negocios y facilitar la infraestructura y servicios que amerita una población que ocupa un sector de la ciudad de gran densidad.

Prioridad, rescatar a las familias que viven al borde del Ozama, en algunos casos con terreno ganado al río a base de crear terrenos a base de acumular desechos. Para cualquiera, es obvio que los huracanes de 2017 devastaron Puerto Rico y perdonaron a Santo Domingo y muy en particular a estos sectores al borde del Ozama o de La Isabela.

El traslado de estas familias, por su propia seguridad, es inevitable y en el contexto de la intervención su rescate y evacuación permitirán crear el parque fluvial y abrir vías de comunicación para el resto del sector. Jáuregui y su asistente Jon Ugalde explican más objetivos: ensanchar algunas calles para poder facilitar la entrada a vehículos de emergencia como ambulancias o de seguridad como la Policía y otros cuerpos del orden. Construir centros de educación primaria y dos liceos secundarios para consolidar la oferta educativa, insuficiente y de planteles ahogados actualmente.

Abrir pequeños parques, desahogando puntos estratégicamente ubicados y habilitar espacios comunitarios para reforzar la calidad de vida de los vecinos de Domingo Savio y su socialización, algunos de ellos con décadas de residencia en el sector. Además, cuatro centros de Atención Primaria, las deseadas estancias infantiles.

Un objetivo importante del proyecto es conectar a los residentes con el resto de Santo Domingo y favorecer la movilidad interna.

Coordinación

Un proyecto tan ambicioso para la ciudad en su conjunto, para los vecinos de Domingo Savio en concreto y para el futuro del río Ozama trasciende con mucho la capacidad de una oficina como URBE.

El esfuerzo de coordinación con el Ministerio de Educación y Obras Públicas para la construcción de los planteles ya está muy avanzada. Con la CAASD se trabaja en las redes de agua y de saneamiento que le compete y en la recuperación de la cañada Bonavides. Con el Ayuntamiento del Distrito Nacional se aspira a trabajar pronto en la futura administración y mantenimiento del Mercado.

A orillas del río, varias plantas de tratamiento de aguas preservarán la salud de un río Ozama que necesita que le rescaten tanto como los que viven en sus orillas.

Dos mil millones de pesos de presupuesto, dos años de trabajo para realizarlo, una capital que aspira a renovarse desde su vieja Zona Colonial hasta los barrios (por el momento) marginales. Es un reto en todos los sentidos para este 2018.

Arriba, sombreada en verde, la zona de riesgo que debe ser desalojada. Abajo, el paseo y zona de recreo que resultará.

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