Historia y “espíritus” en visita nocturna al Cementerio de la Independencia
SANTO DOMINGO. Unas treinta personas se organizaban en fila, frente a una pequeña mesa en la que se les daban instrucciones y unas etiquetas que debían pegar en su ropa. Sobre ellos, un cielo nocturno con pocas estrellas, luego de una tarde de lluvia. Luminarias colocadas en algunos puntos reflejan figuras y formas. Una cruz alta y blanca, la escultura de un joven (o ángel) con un ramo de flores, una estatua del Sagrado Corazón de Jesús. El rumor de las conversaciones rompía con el ambiente habitual que se supone reina en ese lugar, el Antiguo Cementerio Municipal de Santo Domingo.
Las caras visibles entre focos y la poca luz de las velas en el piso no reflejaba miedo, sino curiosidad de descubrir la historia que permanece entre las lápidas de este camposanto, en una visita guiada denominada “Legados bajo la Luna”, convocada por la Alcaldía del Distrito Nacional para conmemorar esa noche, el pasado 29 de agosto, el 194 aniversario del primer camposanto de la ciudad de Santo Domingo.
Y bajo la luna, y las pocas estrellas, un primer grupo comenzó el recorrido pocos minutos después de las 8:00 de la noche guiadopor la socióloga Eulalia Flores, quien con una amena conversación, que más de una vez provocó risas, develó datos relevantes y curiosos sobre el cementerio, en donde también algunos “espíritus” se presentaron de manera corpórea para hablar sobre la muerte, el amor, el deber, el compromiso y la esperanza.
Abigail, “La Cósmica” y “La Baronesa”
A la izquierda de la puerta principal, ubicada en la avenida Independencia, está el primer cuadrante del cementerio. Allí se encuentra un panteón neogótico – el único de esa necrópolis- en el que fuera sepultada la escritora, fotógrafa y líder feminista Abigail Mejía, quien se hizo presente, para sorpresa de los visitantes, en la piel de una actriz.
“Soñadora, creativa, entusiasta. Esa mujer sensible y capaz de amar y ser amada en todas su dimensiones. Pero eso sí, libre”, dijo el “espíritu reencarnado” de Abigail Mejía, presentación que finalizó con un fuerte aplauso.
“Aquí está su hermano Pedro”, dice la socióloga Flores, detallando que se suicidó tomándose un veneno luego de insistir en mantener izada la bandera dominicana durante la primera ocupación de Estados Unidos en República Dominicana, en 1916. Pero no es el hermano de Abigail quien yace en ese panteón, sino su tío paterno, el general Pedro María Mejía Cotes, quien falleció el 15 de junio de 1919, a los 75 años.
Cerca de este panteón se encuentra la fosa común donde fueron sepultados los combatientes fallecidos sin identificar de la gesta revolucionara de abril de 1965, que buscaba el regreso al poder de Juan Bosch –derrocado en 1963- y a la que en el 2015 le fue colocada una tarja al “soldado desconocido”.
Siguiendo la ruta, hacia el sur del cementerio, la guía se detiene emocionada en la tumba del matemático e intelectual Osvaldo García de la Concha. “Le rebatió los diez puntos a (Albert) Einsten de la Relatividad”, apunta señalando que esto lo hizo en su libro “La Cósmica”, que asegura está en varias universidades del mundo, pero aclara “él no se la discutió en el plano del espacio, sino en el plano del tiempo”, mientras señala unos signos tallados que afirma son parte de una fórmula propuesta por García de la Concha.
“Nos va a coger el tiempo. Por allí están los muertos de la revolución”, comenta Flores mientras suena un canto gregoriano.
Seguimos caminando con rumbo hacia el sur, donde se puede visualizar una segunda entrada al camposanto.
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